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EL “ARGENTINE MUSIC & FILM FESTIVAL” SIGUE SORPRENDIENDO EN LA CAPITAL INGLESA
“A los pibes que murieron en las Malvinas”

Fiel a su costumbre, pero esta vez en Londres, León Gieco incluyó en la dedicatoria de �Sólo le pido a Dios� a los caídos en la guerra. En las dos primeras jornadas del festival, el público pudo disfrutar de diversas propuestas, desde Adriana Varela hasta los Kuryaki.

Por Eduardo Fabregat
Desde Londres, Inglaterra

t.gif (862 bytes)  Todos los relatos coinciden: Londres es una ciudad muy propensa al gris, el frío y la lluvia en dosis diarias. Por eso debe entenderse como un pequeño milagro que la delegación del Argentine Music & Film Festival haya disfrutado de dos días a pleno sol, una despedida del verano ante el largo otoño/invierno que se avecina. Pero después del inesperado gesto de amistad climática hacia los artistas argentinos, la capital británica volvió a las fuentes, y el domingo al mediodía –”Sunday bloody Sunday”– el escenario ya fue el habitual. Justo en ese momento terminaba la peregrinación al monumento londinense que más interesa a quienes ponen a la música en un lugar central: el barrio de St. John’s Wood, más precisamente en el número 3 de Abbey Road. Sólo una sencilla placa anuncia que esos son los estudios de EMI, pero ni hace falta verla: la pared está cubierta de graffiti, realizados por manos de todo el planeta, y sí, el rasgo argentino se advierte en la frase “Narigón del siglo –Divididos también grabó aquí”, y el clásico “Luca not dead”. Los conductores tienen la cortesía de frenar para que el turistaje se saque la foto más obvia, la réplica de los Beatles cruzando la calle, pero seguramente no tienen idea de quiénes son León Gieco, Víctor Heredia, Dante Spinetta Zalazar, Emmanuel Horvilleur, Juan Carlos Baglietto, los mismos Divididos, algunos de los peregrinos de Abbey Road que protagonizan el Festival del Barbican Centre.
El festival, que podrá verse resumido en dos horas pasado mañana en Canal 7, ya está dando las hurras. Anoche, los recientes ganadores del Grammy, Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale; el Quinteto Piazzolla y Adriana Varela cerraban la jornada más esperada por los británicos: quienes se acercaron al Barbican Hall el sábado, estimulados por las notas periodísticas que ponían el acento en el tango, pudieron descubrir que Jaime Torres, Soledad y Gieco/Heredia se dedicaban a otra cosa... y aun así lo festejaron. Pero la segunda fecha musical del festival (que continúa toda esta semana con la muestra fílmica, ver aparte) sí tuvo suficiente como para conformar a los argentinos que residen aquí y a los ingleses con interés en el 2x4, en el escenario gratuito y en el Barbican Hall. En el primero, Gabriela Torres se encargó de dejar claro que el tango también es cosa de jóvenes, con un show altamente efectivo y un caudal de voz que dejó extasiados a todos los presentes. Una sensación que se potenció con la personalísima presencia de Liliana Herrero, encargada de liquidar ese segmento. Pero no todo fue tango o folklore, claro. También estuvieron los Kuryaki.
En Londres, Illya Kuryaki & The Valderramas pudo agregar otro capítulo glorioso a su ya respetable historia: cualquiera podía inferir que, de los artistas presentes, IKV era el que menos podía “sorprender” al público local, dado su fluido manejo de lenguajes musicales muy conocidos entre los anglosajones. Pero ese análisis no tenía en cuenta dos detalles: uno, que los Kuryaki tienen las virtudes musicales necesarias para semejante desafío. Y dos, que con el grupo sobre el escenario puede suceder cualquier cosa. Y así fue. Promediando “Coolo”, el grupo tenía sobre el escenario a un trío de bailarines espontáneos conformado por una mujer británica enfundada en un vestido rojo furioso, con aspecto de estrella porno en decadencia y contoneándose salvajemente. A su lado bailaba un extraño personaje muy, pero muy parecido a Carlos Santana. Y como si eso fuera poco, cerraba el trío otro inglés de notoria peluca color caoba, lentes, pantalones de vestir ajustados y camisa igualmente ajustada y al tono. Y aunque no llegó al escenario, entre el público pudo verse a un anciano de cerca de 80 años largos, con saco a cuadros y moviéndose al ritmo de “Chaco”. Demasiado como para no hacer rendir a todos, argentinos, latinos e ingleses, que concedieron una cerrada ovación cuando Dante yEmmanuel liquidaron a todo trapo un show seductor y potente a la vez, con baile y un furioso pogo en “Remisero”. Y hasta el sol volvió a asomarse.
Si ese fue el highlight de lo visto en las primeras horas de música del domingo, el cierre del sábado tuvo ese momento de hondo e inevitable dramatismo que, de una forma u otra, todos esperaban que sucediera: el show de León Gieco y Víctor Heredia se venía desarrollando en los carriles esperados, pero bastó que León se calzara la guitarra para “Sólo le pido a Dios” para que corriera un rumor sofocado entre los visitantes. El crédito de Cañada Rosquín no sólo se dio un gusto enorme y postergado (en 1984 no pudo tocar en un festival en homenaje a Víctor Jara en Londres, por argentino y por cantar semejantes cosas) sino que además pronunció sobre el escenario del imponente Barbican Hall su habitual dedicatoria “a todos los pibes que murieron en la guerra de Malvinas”. El acto fue mucho más que simbólico, y aun aquellos que suelen tener el espíritu curtido sintieron algo muy parecido a un nudo en la garganta. Fue, ciertamente, una especie de momento cumbre de este festival impensable hace un tiempo, tres días en una Londres que le regaló su esquivo sol a la delegación argentina. La gente de las pampas, en el corazón del imperio.

No todas fueron rosas

El sábado por la noche, en los dos hoteles que concentraban a la delegación, volaban broncas de un lado a otro, concentradas específicamente en los organizadores londinenses y las autoridades del Barbican. Suele hablarse de la puntualidad y el rigor organizativo de los británicos, pero en este encuentro artístico estuvieron lejos de hacer honor a la leyenda: el trato a los músicos fue por lo menos descortés, y todo problema terminaba resolviéndose en detrimento de las necesidades de los artistas. Eso, sin embargo, no fue lo más grave: buena parte de los músicos sufrió algún tipo de hurto en el aeropuerto (cuya seguridad con respecto a las valijas deja bastante que desear), y no precisamente menores: al equipo de Soledad le faltó una guitarra, a Lucho González le hicieron otra, una flauta aquí, un bolso por allí... Los únicos que parecieron avisados al respecto fueron Ricardo Mollo y Diego Arnedo, que llevaron sus instrumentos consigo. Todos hicieron las correspondientes denuncias, aunque con poca esperanza. Y por una vez, lo que suele decirse de los aeropuertos argentinos sucedió en el mismísimo Heathrow.

 

Cine de exportación

La música fue lo que produjo mayor revuelo, pero el festival de cine dejó más que conforme a José Miguel Onaindia, director del Incaa. Para el Festival del Barbican, el Incaa envió 25 películas, de las cuales los británicos eligieron ocho: El mismo amor, la misma lluvia, Garage Olimpo, Los libros y la noche, Manuelita, Mundo grúa, Pizza, birra, faso, Yepeto y el preestreno de ¿Sabés nadar?, más cuatro de Carlos Gardel (Luces de Buenos Aires, Melodía de arrabal, Cuesta abajo y El día que me quieras). “El abanico de películas es una demostración de la pluralidad que tiene el cine argentino actual, que va de películas independientes como Mundo grúa a otras de alto presupuesto como El mismo amor, la misma lluvia”, dijo Onaindia a Página/12 mientras la sala de cine se llenaba para una nueva función de Garage Olimpo, el film que mayor atención concentró en el centro cultural británico. “Me sorprendió la sala llena de europeos que se bancaron una película tan dura como ésa y la celebraron”, dice Onaindia, que confía en una nueva percepción del cine argentino en Europa. “Tuvimos una presencia muy fuerte en los festivales, con cinco películas en Montreal, tres en Toronto, tres en Venecia. De aquí me voy a Biarritz, donde hay cuatro, y a San Sebastián, donde hay tres en muestras paralelas y 76 89 03 compite en el premio por opera prima.” El nuevo paso de afirmación en Europa será una muestra de 26 films de la última década que pasarán por Bolonia, Milán y Génova, y una serie de acuerdos con emisoras de TV europeas “para generar una familiarización del público con el cine argentino”.

 

 

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