Por
Fernando Cibeira
Invitado en el marco del diálogo político, el ex ministro
Domingo Cavallo sorprendió al presidente Fernando de la Rúa
al ubicarse decididamente en el bando de los que exigen la renuncia masiva
de senadores y la convocatoria a elecciones anticipadas como solución
al escándalo de los sobornos. Como De la Rúa y sus ministros
le respondieron que la posibilidad ya había sido estudiada y descartada,
Cavallo no se desanimó: propuso entonces que empiecen a renunciar
los senadores más alejados de los rumores de sobornos para ir dejando
en soledad a los supuestos culpables. Inesperadamente, más tranquila
fue la parte económica de la reunión. El ex ministro destacó
el potencial de crecimiento del país y recomendó no preocuparse
tanto por el déficit.
Fue el tercer capítulo del nuevo diálogo. El segundo, si
se tiene en cuenta que la primera reunión fue con el jefe radical,
Raúl Alfonsín. El viernes pasado pasó por la Rosada
el ex presidente Carlos Menem y ayer fue el turno de Cavallo. Uno de los
participantes del encuentro por el lado del Gobierno justificaba en la
buena impresión que debe causar en el exterior que el Presidente
se encuentre con Menem y Cavallo en medio de una crisis. Y también
mencionaba que el ex presidente y su ex superministro pueden tener una
imagen desgastada para los argentinos en general, pero que para los inversores
externos y ciertos sectores empresarios continúan siendo referentes
importantes.
Se ubicaron en la larga mesa en lo que un ministro ya denominó
el sistema ruso. Esto es, con las cabeceras libres, los líderes
enfrentados en el centro y sus acompañantes hacia los costados.
Al lado de De la Rúa se sentaron el vicepresidente Carlos Chacho
Alvarez (que no había estado en el encuentro con Menem), el jefe
de Gabinete, Rodolfo Terragno; el ministro del Interior, Federico Storani;
el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini y el jefe de asesores
de Economía, Pablo Gerchunoff, tuvo que sentarse del lado de los
visitantes por falta de lugares. Junto a Cavallo estuvieron el ex ministro
Armando Caro Figueroa, el ex diputado Guillermo Francos y el economista
Adolfo Sturzenegger.
Apenas De la Rúa hizo la apertura formal detallando su intención
de escuchar las inquietudes de la oposición, Cavallo entró
en el tema del Senado. Comenzó mostrando su inquietud compartida
por el Gobierno porque se espere una solución meramente judicial
y no una política del escándalo. Menos con una Justicia
federal tan cuestionada como la que tenemos, remarcó. Como
acción política volvió a la idea de una renovación
total de la Cámara alta, con renuncia masiva y convocatoria a elecciones.
Chacho Alvarez, quien en un principio había sido el mayor impulsor
de la idea, se encargó de bajar los decibeles. Varios se
pronunciaron en contra y no tenemos forma de obligar a los senadores a
renunciar, intervino. Cavallo no se amilanó y habló
entonces de una alternativa a lo Francos, quien la semana
pasada renunció a su banca de diputado aduciendo cansancio
moral. La salida para Cavallo sería que renuncien los inocentes
para que queden en evidencia los culpables. En definitiva, el punto de
acuerdo llegó cuando coincidieron en la necesidad de que se vaya
el salteño Emilio Cantarero, el justicialista más comprometido.
El último tramo lo ocupó la economía. Sturzenegger
advirtió que la preocupación diaria por el déficit
que muestra el Gobierno puede ser contraproducente para los déficit
futuros. Gerchunoff le respondió que la teoría podía
caminar cuando el déficit es del 30 por ciento del PBI, pero no
cuando es del 50 por ciento como ahora. De la Rúa tampoco la dejó
pasar. Lo que pasa es que nos dejaron un déficit muy pesado,
lo cruzó.
SEGUN
UNA ENCUESTA DE ROUVIER Y ASOCIADOS
La imagen del Gobierno
en baja
Por
R. K.
El malhumor de
los argentinos se percibe nítidamente cuando se le pide a la gente
que compare el actual gobierno de Fernando de la Rúa y el que lideró
Carlos Menem. Una mayoría (58 por ciento) opina que la administración
De la Rúa es igual o peor que la de Menem. Sin embargo, es notorio
que, cuando se compara la imagen de ambos mandatarios, el ex presidente
concentra las peores opiniones entre todos los políticos argentinos;
en cambio el actual presidente conserva la mejor imagen.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora Ricardo
Rouvier y Asociados en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. En total
se entrevistaron por vía telefónica 2200 personas,
respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
De la Rúa sigue con una buena imagen, pero lo cierto es que ha
caído 20 puntos desde el inicio de su gobierno. Estaba en un 70
por ciento y ahora se quedó con cerca del 50. Su gestión
de gobierno, es decir, no la evaluación personal sino la de su
eficiencia como gobernante, empezó en el 41
ciento y ahora está en el 21. Un índice bajísimo:
significa que sólo uno de cada cinco habitantes de Capital y el
Gran Buenos opina bien del papel que está haciendo como gobernante.
El abismo que separa la valoración de la imagen del Presidente
respecto de la de su gestión preocupa al oficialismo: los especialistas
sostienen que la experiencia demuestra que con el tiempo la mala imagen
del Gobierno arrastra hacia abajo a la del Presidente.
De los encuestados que creen que el gobierno De la Rúa es mejor
que el de Menem, la gran mayoría dice que hay más transparencia,
que es una administración mejor intencionada y que combate la corrupción.
Paralelamente, los que dicen que es peor el gobierno actual que el anterior,
sostienen que la situación económica empeoró y que
lo mismo ocurre con la desocupación. Por último, entre los
que consideran que todo está igual que antes, las explicaciones
son nítidas: no hay ningún cambio, es
la misma política económica, continúa
la desocupación y De la Rúa no se ocupa de los
humildes.
|