Por
Roque Casciero
Mañana se cumplirán diez años del día en que
la Argentina convirtió en ley la Convención Internacional
sobre los Derechos del Niño, promulgada el 20 de noviembre de 1989
por las Naciones Unidas. La edición de Página/12 conmemorará
la fecha, al incluir una edición de colección de ¿De
qué hablamos cuando hablamos de derechos?, un libro editado en
conjunto con la Confederación de Trabajadores de la Educación
de la República Argentina (CTERA), la Cámara Argentina del
Libro (CAL), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
El texto estuvo a cargo de Graciela Montes, de vasta y prolífica
obra en el campo de la literatura infantil, y co-responsable de varias
de las publicaciones de este diario en el rubro.
La idea de publicar el libro fue de las autoridades de la CTERA, que deseaban
contar con un material que hiciera sencilla la comprensión
de los derechos del niño, según Marta Maffei, secretaria
del gremio. Si sólo se escribe el texto de la ley, es difícil
que una familia o un maestro se pongan a leerlo, porque tiene un lenguaje
arduo y aburrido. Los docentes hemos venido trabajando sobre los derechos
del niño porque la escuela pública es un lugar de detección
del maltrato infantil, de las necesidades, de la precariedad. Por eso,
teníamos una percepción: en los últimos años,
los derechos de la infancia se han ido circunscribiendo a una responsabilidad
de los familiares directos del niño. No existe una obligación
social de asegurarles a los sectores más desprotegidos un piso
de derechos y garantías que no puedan ser vulnerados en la escuela,
la casa, la calle o donde sea. Esa fue la idea que movió el libro.
Deseamos alentar a todos los adultos a hacer un esfuerzo mayor para que
los derechos de los niños sean respetados.
La propuesta de los docentes encontró eco inmediato en la CAL y
más tarde en UNICEF. Gracias a eso, el plan inicial de publicar
50 mil copias de ¿De qué hablamos cuando hablamos de derechos?
se multiplicó hasta llegar a las 130 mil. Rosario Charquero, vicepresidente
de la CAL, explica que a ese organismo le interesó la intención
del libro de responsabilizar a toda la sociedad de que se cumplan los
derechos de los niños. El problema de un chico no es un problema
del papá y la mamá, o de la escuela, sino de todos.
Marta Maffei:
Una sociedad que no protege, no estimula y descuida a los chicos es una
sociedad suicida. Quiero contar algo que me sucedió: el sábado
pasado fui a ver a Los Navegantes del Sur, un grupo de la Boca que han
hecho una murga y un taller cultural con chicos que viven en las peores
condiciones sociales. Allí encuentran un lugar donde se los contiene,
se los quiere y se estimula su creatividad. A mí me pareció
fantástico el esfuerzo que hacen quienes lo dirigen y se lo dije
a uno de ellos. Su respuesta fue que lo único que lo ponía
mal era que sólo se acercan los niños que tienen un papá
y una mamá que se preocupan por mandarlos, pero que aquellos que
más lo necesitarían, porque ni siquiera tienen una familia
que los cuide, sólo van de tanto en tanto. Con mi esposo nos quedamos
hablando sobre cuántos de esos chicos podrían ser los inventores
o los científicos del mañana. Pero nunca vamos a saberlo,
porque la sociedad no los contiene, los deja afuera.
Rosario Charquero: Es que ya están afuera.
Maffei: Claro. En otros momentos, a través de fundaciones o de
instituciones hubo una preocupación social por el niño abandonado
o en situación de precariedad. Pero ahora parece que empezamos
a aceptar que esto es así, y que se puede mirar para otro lado
y seguir viviendo. Por eso, esperamos que este libro pueda conmover algunas
voluntades.
La salida del libro coincide con los diez años de que la
Argentina incorporó la Convención de los Derechos del Niño
a su legislación. En 1994, incluso, la incorporó a la Constitución
nacional. Sin embargo, UNICEF denuncia que todavía no se ha adecuado
el resto de las leyes, queconsideran a los niños y adolescentes
meros objetos de intervención y no sujetos plenos de derecho.
Maffei: Es verdad. En los primeros días de octubre, en Jamaica,
habrá una reunión de ministros de áreas sociales
del mundo en la que se revisará la Convención y, más
tarde, una reunión de presidentes en Panamá, en la cual
se aprobarán las correcciones. Seguramente en esa Convención
sucederá lo mismo que en la anterior: se arribará a la conclusión
de que no se cumplió con lo que se había propuesto antes
y se hablará de dar nuevos plazos para el cumplimiento. Pero, ¿cuándo
es el momento de decir basta de nuevos plazos y empiecen a cumplirlo
ya?
¿Qué más se puede hacer para que se respete
la Convención?
Maffei: Insistir de distintas formas. Ahora hemos firmado un acuerdo con
UNICEF para trabajar más específicamente en la formación
de los docentes. También firmamos un convenio con el Instituto
Nacional contra la Discriminación (INADI), porque la discriminación
también es un problema de los niños. Hay cosas que están
tan consustanciadas con la educación prehistórica que tenemos
que hasta aparecen normales. Por ejemplo, que los tímidos no tengan
un espacio: la sociedad actual está acostumbrada a que hay que
abrirse paso a codazos, pero los tímidos no dan codazos. La sociedad
debería promover que ésta no sea la forma de labrarse un
camino. Hay que aprender a mirar las cosas con el alma de un niño,
que es la forma de seguir siendo joven aunque uno ya tenga muchos años.
Charquero: Sería muy bueno que este libro fuera un disparador para
otras actividades. Una propuesta que me interesaría hacer es que
los propios niños fueran quienes ilustraran textos acerca de sus
derechos. Sería bueno hacer una campaña nacional al respecto.
Maffei: La CTERA lo ha intentado, incluso en la Feria del Libro. Pero
sucede que los niños que van a la Feria son quienes reciben estímulos
y protección en sus casas. Por eso debemos llevar estas inquietudes
a todos lados. Y este libro es un primer paso importante.
|