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La odisea de los animales cazados de manera ilegal

El Zoológico atendió a una serpiente con una venérea, pájaros con las patas cortadas y a una mona estresada llegada de la quinta de Olivos. El tráfico ilegal de animales mueve aquí 400 millones.

Un oso melero decomisado, ahora atendido en el Zoo porteño.


Por Pedro Lipcovich

t.gif (862 bytes) La serpiente que, por intervenir en un espectáculo porno, contrajo una enfermedad venérea; el bebé mono abandonado, que se aferra a una piel de oveja como a la de su mamá; los pájaros que se venden con las patas cortadas. Pero, también, la mona de mal carácter que fue expulsada de la residencia presidencial. Lo peor y, unas pocas veces, lo mejor de la condición humana se revela en las historias vinculadas con el tráfico ilegal de animales silvestres. Una jornada internacional que finaliza hoy en Buenos Aires reveló que, en la Argentina, la cifra que moviliza esa actividad delictiva se cuadruplicó en los últimos cuatro años y hoy llega a los 400 millones. Se sustenta en la demanda de multimillonarios que tienen zoológicos particulares pero también en la de la gente común que ignora que la tortuga, aparentemente tan tranquila en la cocina está en realidad bajo tormento; o que adoptar a un monito implica condenar a muerte a la madre de otro. 
Pongamos por caso a Carlitos: con su cara de viejito pachorriento y su larguísima cola, el pequeño mono mide veinte centímetros, todo envuelto en una piel de oveja que, para él, es mamá mona. �Alguien lo abandonó hace dos meses, cuando tendría 20 días de edad, en una calle del barrio de Belgrano; totalmente desnutrido, vino a parar al zoológico �cuenta Margarita Mas, jefa de veterinaria del Zoo porteño�. Es un carayá o aullador del Litoral. Estaba enfermo, desnutrido. Lo primero que hicimos fue darle la piel que usamos para los monos bebés, para que se aferre como al cuerpo de la madre. Durante su primer año de vida, estos monitos viven prendidos a la mamá: hasta los tres meses en el pecho y después en la espalda, desde donde pueden ver cómo consigue comida la madre, cómo se maneja en la sociedad de los monos; y cuando quieren mamar bajan al pecho. Estos monitos se venden al costado de las rutas del Litoral. Lo que el comprador no sabe es que, para que ese monito esté ahí, primero tuvieron que matar a la madre.� ¿Por qué? �La madre jamás permite que le saquen la cría del cuerpo; la protege hasta la muerte.�
El mercado ilegal de fauna y flora mueve 17.000 millones de dólares al año en todo el mundo, de los cuales 10.000 millones corresponden a fauna. La dimensión y las características de este tráfico han sido comparadas con las de armas. En la Argentina, el tráfico se cuadruplicó en pocos años: hace cuatro, era de cien millones; ahora llega a los 400. �El animal por el que el paisano cobra dos pesos o una botella de caña se vende por miles en Europa�, comenta Rodrigo Fariña, guía educativo del Zoo. Los grandes coleccionistas de Europa y Estados Unidos tienen zoológicos particulares: �Algunos coleccionan sólo determinadas especies de loros, o de monos�, precisa Fariña. En la Argentina, las más traficadas son tortugas y aves pero se llega a comerciar aun con osos meleros como el de la foto.
Así las cosas, la alarma sobre la situación de especies amenazadas puede funcionar en forma paradojal: �Cuando se anuncia que una especie está en peligro, los traficantes se centran especialmente en ésa porque su precio aumenta�, explica Ana Trujillo, coordinadora del Proyecto de Conservación de la Costa Barlovento, Venezuela, quien visita Buenos Aires para participar en las II Jornadas de Tráfico de Fauna Silvestre y Compromiso Social, que finalizan hoy en el Zoo de la Ciudad.
Sólo uno de cada cien animales sobrevive al tráfico: �Viajan hacinados: metidos en dobles fondos de valijas, apretados en bolsas entre sacos de cereales; incluso adentro de termos a los que les quitan el frasco de vidrio. A las aves les ponen cinta adhesiva en el pico para que no griten, o las envuelven y mueren por asfixia; pasan días sin comer, soportan cambios súbitos de clima, se estresan�, detallan los especialistas.
Este tráfico cruel no es sostenido sólo por los ricachones perversos del Primer Mundo sino también, involuntariamente, por la mamá que, por la alegría del nene, compra una tortuguita. �Las tortugas no son animales domésticos y en una casa sufren, enferman y mueren �explica la doctora Mas�: los pisos duros las dañan, la calefacción les hace mal. Están malnutridas porque la gente cree que con lechuga les alcanza pero no, en su hábitat comen variedad de vegetales que les dan proteínas, por eso pueden reproducirse e hibernar.� Y, agrega la doctora Trujillo, �tienen depresión: las tortugas también se deprimen�. Las cuatro especies de tortugas que hay en nuestro país están bajo amenaza de extinción. 
Otra paradoja del tráfico ilegal es que aprovecha la piedad de la gente: �Automovilistas, al ver los monos que ofrecen en la ruta, los compran por salvarlos �comenta Fariña�: pero una vez vendido ése, los traficantes cazarán otro; por intentar salvar al individuo, perjudican a la especie�. Además, el monito así �salvado� jamás se domesticará: aparentará socializarse porque tomará a la familia como su manada, pero no aprenderá a hacer sus necesidades como un animal doméstico, romperá cosas, cuando crezca elegirá hembra entre las mujeres de la familia y si es, por ejemplo, la dueña de casa, se pondrá celoso y atacará al marido a mordiscones. Sus �salvadores� terminarán por enjaularlo o echarlo a morir.
En cuanto a los pájaros más comunes, �el cardenal, el jilguero, el misto, el cabecita negra y el corbatita no son domesticables �destaca Fariña�. Sí lo son el canario �domesticado hace 300 años en las Islas Canarias� y la cotorrita australiana�. Con los peces para acuarios está todo bastante bien: �La mayoría de los que se venden en los locales especializados son peces tropicales de criadero, cuya comercialización es legal�, explica el especialista Diego Alvareda, del Zoo metropolitano. 
Existe también, por suerte, un tráfico legal y sustentable de animales silvestres: �Es el caso de los loros habladores de Chaco y Formosa, cuya venta no es ilegal �cuenta Fariña�. Los lugareños aprendieron a no sacar todos los pichones ni destruir el nido: entonces, eso se convierte en un ingreso de dinero para la gente de la zona y se cubre la demanda del exterior�.

 

 

La mona papiona de Menem

Por P.L. 
¿Se acuerdan del zoológico privado del ex presidente Carlos Menem? �Tenía animales prohibidos �dicen los zoólogos�, pero, como eran �obsequios presidenciales�, ¿quién se los iba a sacar? Sin embargo, cuando se enteró de que unos guacamayos que le habían regalado no estaban permitidos, los donó inmediatamente al Zoo.� También fue a parar al Zoológico porteño una mona de la especie papiona que fue retirada de la residencia de Olivos al mismo tiempo que la ex primera dama Zulema Menem. Fuentes que se negaron rotundamente a identificarse contaron a este diario que �por eso, en el Zoo, a esa mona la llamaron �Zulemita�: tuvo hijos en cautiverio, fue muy buena madre. Eso sí, tenía muy mal carácter... pero todas las papionas son así�.

La serpiente con venérea

Por P.L.
�Las afecciones por virus herpes, comunes entre las personas, son fatales para los monos �observa la veterinaria Margarita Mas�. Por otra parte, esos animales pueden sufrir y contagiar la tuberculosis, así como las aves silvestres trasmiten la psitacosis, muy contagiosa, que después se difunde por contagio interhumano.� Otro fue el caso de dos serpientes que el dueño de un local de strip-tease del Barrio Norte llevó al zoológico porque sufrían de serias infecciones en las fauces: una enfermedad laboral.
Esas serpientes se curaron pero no los cien �reyes del bosque�, pájaros de Santiago del Estero que llegaron con las patas cortadas: �Para cazarlos, les ponen un líquido adhesivo en las ramas de árboles de modo que al posarse quedan pegados; y, para ganar tiempo, en vez de despegarlos les cortan las patas �explica Mas�. Con eso no pierden valor de mercado porque la gente los compra por lástima, al verlos mutilados�.

 

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