Página/12
en Bolivia
Por
Oscar Guisoni
Desde La Paz
Ante la reticencia de sus aliados políticos a apoyar la declaración
de un nuevo estado de sitio, Hugo Banzer se decidió a jugar su
última carta para sacar a Bolivia del estado de conmoción
social en que se encuentra desde hace 11 días. El martes por noche,
sorpresivamente, el presidente se trasladó a la sede del Comando
en Jefe de las FF.AA., en el céntrico barrio de Miraflores, en
La Paz, y pidió apoyo a los militares. El miércoles por
la mañana los uniformados le respondieron enviando un contingente
a Palacio Quemado, la sede de gobierno, a asegurarle al gobierno que habrá
mano dura. En círculos políticos se ha interpretado esto
como un reconocimiento de la soledad del presidente, ya que de otro modo
no debería haberle dado a las FF.AA. la posibilidad de expresarle
un apoyo que constitucionalmente le deben. También la policía,
en otro acto insólito, se presentó en Palacio de Gobierno
a manifestarle su apoyo el presidente. Y para hoy está convocada
una reunión de altos mandos en la capital para analizar la situación.
Mientras tanto, la situación en todo el país empeora con
el paso de las horas. Felipe Quispe, alias el Mallku, el principal
dirigente campesino, está cumpliendo con su promesa de radicalizar
la protesta, cercando a la ciudad de La Paz. En la mañana del miércoles,
indígenas provenientes de los cuatro puntos cardinales fueron acercándose
a la principal ciudad boliviana sin que la policía ni el Ejército
pudieran detener su marcha. En Río Abajo, un puesto de control
policial a pocos kilómetros de la ciudad, más de mil indígenas
atacaron instalaciones policiales y destruyeron algunas propiedades privadas.
No es la primera vez que los aymarás y los quechuas cercan la ciudad.
En el siglo XVIII el líder indígena Tupac Katari sitió
la ciudad e intentó destruirla, por lo que el mito de Katari está
presente entre la población indígena en la actualidad.
Los campesinos se desplazan usando técnicas militares. Tienen hombres
apostados en los lugares más elevados que anuncian la presencia
del Ejército por medio de sistemas de espejos y utilizan pasamontañas
para evitar ser identificados por los servicios de inteligencia. Los pasamontañas
también son utilizados por los militares para evitar ser reconocidos
luego por los medios de comunicación, como ocurriera durante los
disturbios de abril cuando la televisión identificó a un
francotirador que disparaba a la multitud en Cochabamba.
En La Paz se cumplió ayer un paro cívico, aunque sólo
fue acatado parcialmente. Los maestros continúan ganándole
la pulseada al gobierno y el recurso de utilizar jubilados y estudiantes
para quebrar la huelga tampoco dio resultado. La policía detuvo
en la tarde del martes a la principal dirigente del gremio docente, la
trostkista Vilma Plata, pero la Justicia ordenó su liberación
el miércoles por falta de razones legales para mantenerla presa.
Esto significó un duro revés para el gobierno que teme que
también sean liberados de este modo otra docena de dirigentes gremiales
detenidos en las últimas horas.
En el interior del país la protesta se generalizó. Cochabamba
permanece totalmente bloqueada y en la mañana de ayer se produjeron
varias manifestaciones. Potosí comenzó un paro cívico
de 48 horas con un alto nivel de acatamiento. Las calles de la ciudad
amanecieron repletas de barricadas y hubo diversos enfrentamientos con
la policía. En el sur, la ciudad de Tarija se halla totalmente
bloqueada desde el martes.
Buscando distender la situación, las FF.AA. emitieron en la tarde
del miércoles un comunicado en donde se dice que se postergará
durante dos meses la construcción de los cuarteles militares en
la zona cocalera. No especificaron si la medida se había tomado
en respuesta a la presión delos cocaleros que exigen que los cuarteles,
que cuentan con financiación norteamericana, no se construyan.
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