Página/12
en Perú
Por
Benito Portocarrero
Desde Lima
Cuando los peruanos creían
que ya lo habían visto todo en materia de congresistas tránsfugas
y operativos del Servicio de Inteligencia (SIN), ayer Miguel Mendoza los
sorprendió al denunciar que había sido presionado, junto
con otros colegas, a firmar una renuncia a la bancada oficialista de Perú
2000 redactada en la Comandancia General del Ejército en la que
se comprometían a formar un grupo parlamentario que boicoteara
las sesiones del Congreso y las conversaciones de la OEA y colaborara
con la creación del caos, posibilitando un golpe de Estado que
permitiera el retorno de Vladimiro Montesinos al Perú, convertido
en el salvador llamado a poner orden ante la anarquía.
Que algo sospechoso estaba pasando con los llamados tránsfugas
ya era un rumor que se extendía en círculos políticos
peruanos, pues de pronto les vino un repentino arrepentimiento y desde
el lunes comenzaron a alejarse de la mayoría. Varios de ellos,
como Jorge Pollack y Moisés Wolfenson, lo hicieron criticando agriamente
al presidente Alberto Fujimori, acusándolo de poco consecuente
con el tema de reelección con el único afán según
ellos de postularse en 2006. Pero tal fue el bombazo de ayer que
Francisco Salas, presidente de Consejo de Ministros, quien debía
acudir al Parlamento a contestar una estación de preguntas, desistió
de hacerlo, posponiendo su presentación, aunque luego argumentó
que no acudió por falta de quórum. Por su parte, la Mesa
de Diálogo de la OEA suspendió sus labores para declararse
en sesión permanente, exigiendo que el presidente Fujimori asuma
sus obligaciones frente a lo que parecía un complot militar auspiciado
por su ex asesor preferido.
El marco de esta explosiva denuncia es un país semiparalizado por
una huelga de 24 horas del transporte público, interprovincial
y pesado; y en el que el Congreso lucía una apariencia desolada.
No sólo por la negativa de la oposición de acudir a las
plenarias y a los trabajos de las comisiones sino al lento pero regular
desgajamiento de la mayoría oficialista iniciado hace días.
Al total de ocho renunciantes hubo que sumar al tristemente célebre
Alberto Kouri, quien fuera expulsado de la organización el martes
por la noche y sobre quien pende una suspensión de 120 días
por su mala conducta al haber recibido dinero de Vladimiro Montesinos
para sumarse a la entonces mayoría oficialista.
Lo que ha llamado la atención sobre esta drástica decisión
no es sólo que se toma dos semanas después que se hiciera
público el video que evidenció el delito sino que en ella
no se menciona para nada al corruptor, Vladimiro Montesinos, y tampoco
se autocritica el acuerdo tomado en el palacio de gobierno el domingo
17 de septiembre, en presencia del presidente Alberto Fujimori, de respaldar
a Alberto Kouri y su patriótica decisión de
cambiar de bando. Este hecho fue relatado por la congresista Cecilia Martínez
del Solar, la única que en aquella ocasión se opuso a respaldar
a Kouri y la primera en renunciar a Perú 2000 por un asunto de
ética.
Es en este contexto que Mendoza hizo su sorpresiva denuncia, acompañado
por el presidente del Consejo de la Paz, Francisco Távara, y el
obispo de su ciudad natal Arequipa, Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio.
Pocos minutos antes se habían reanudado las conversaciones de la
Mesa del Diálogo de la OEA donde se debían discutir temas
tan trascendentales como la desactivación de las Comisiones Ejecutivas
que actualmente dirigen el Poder Judicial y el Ministerio Público,
la devolución de facultades al Consejo Nacional de la Magistratura
y la derogación de la ley que homologa a los magistrados titulares
y provisionales, que hasta hoy ha servido paracontrolar a los jueces y
utilizarlos en contra de los opositores al régimen. Otro punto
clave que debería contemplarse en la reunión era la revisión
de los distintos proyectos que existen para adelantar las elecciones.
Sobre el tema, previsoramente horas antes Alejandro Toledo había
exigido la renuncia del presidente Alberto Fujimori y el nombramiento
de una nueva mesa directiva del Congreso cuyo presidente encabece el proceso
de nuevas elecciones que restituyan la democracia en el Perú.En
conferencia de prensa, el líder de Perú Posible había
calificado de incongruente la conducta del secretario general
de la OEA, César Gaviria, por haber utilizado el nombre de la Mesa
de Diálogo para gestionar ante la presidenta de Panamá,
Mireya Moscoso, el asilo de Vladimiro Montesinos en dicho país.
En la misma dirección, Toledo dijo que el gobierno mientras ofrecía
una cosa en la Mesa de Diálogo, hacía otra por su cuenta.
Como ejemplo puso lo sucedido el pasado viernes 23 cuando se acordó
discutir dos días después el tema Montesinos, en los precisos
momentos en que el primer ministro Federico Salas, a espaldas de la Mesa
de la OEA, gestionaba la salida del asesor al extranjero.
OPINION
El fenómeno
Chávez
Por Rosendo
Fraga*
El
presidente venezolano, Hugo Chávez, se está transformando
en un fenómeno político que trasciende las fronteras
de su país.
En el plano internacional, la reunión de jefes de Estado
de la OPEP, realizada en Caracas ayer, muestra a Chávez
como una figura que trasciende el plano no sólo venezolano
sino también regional. Se trata de la primera cumbre de
este tipo en un cuarto de siglo y es la culminación de
un trabajo de Chávez, que en los últimos meses lo
llevó a visitar Irak, Libia y Nigeria, con el objetivo
de lograr el consenso necesario para la reunión. Resulta
claro que el presidente venezolano busca transformarse en una
suerte de líder de la OPEP, en momentos en
que el aumento del precio del petróleo se ha transformado
en la principal amenaza para el sostenido crecimiento económico
del mundo desarrollado, lo que ha llevado a los Estados Unidos
a anunciar que pondrá en el mercado sus reservas de petróleo
para hacer bajar el precio. La posición de Chávez,
frente a la estrategia norteamericana, fue expresada por el venezolano
Alí Rodríguez, presidente de la OPEP, quien sostuvo
que la decisión adoptada por Washington tendrá sólo
un efecto momentáneo en el mercado mundial, dado que el
principal problema que aqueja al mercado internacional no es la
oferta de petróleo sino la insuficiente capacidad de las
refinerías.
En lo que hace al ámbito regional, Chávez es el
único presidente mestizo en momentos en que el sentimiento
indigenista tiende a incrementarse en los países andinos.
La realidad social muestra que el alto porcentaje de población
de las naciones de esta subregión que están por
debajo de la línea de pobreza coincide, en gran medida,
con la población de origen indígena. La visita que
realizó, a comienzos de setiembre, el presidente venezolano
a Bolivia mostró que su popularidad en las poblaciones
indígenas y mestizas de los países andinos se está
transformando en un fenómeno regional. A su vez, el apoyo
que en este país dio a la reivindicación histórica
de tener una salida hacia el Océano Pacífico -perdida
en 1879 en la guerra en que Bolivia y Perú fueron derrotados
por Chile lo muestra a Chávez también buscando
un papel regional en los conflictos históricos.
En el plano nacional, se destaca la reivindicación de parte
del territorio de la Guyana para Venezuela, nación que
reclama desde el siglo XIX la soberanía sobre una zona
de este país. Este pedido apunta a revitalizar el nacionalismo
venezolano, dentro de la concepción bolivariana
que Chávez dice sostener, la que por otra parte también
sustenta tanto su hipotético liderazgo regional en base
al sentimiento indigenista, como una posición más
firme en el ámbito de la OPEP, en función del proceso
por el cual América del Sur se independizó de Europa
a comienzos del siglo XIX.
Es así como Chávez hoy se está proyectando
como un líder que busca simultáneamente un rol internacional
tratando de liderar la OPEP, en momentos en que el precio del
petróleo es la principal amenaza para la economía
del mundo desarrollado, representar el sentimiento indigenista
de los sectores populares de los países andinos y tener
una presencia en los conflictos históricos de la región,
reavivando también el nacionalismo venezolano con la reivindicación
en la Guyana.
Las tres líneas de acción muestran a su vez una
coherencia entre ellas.Pero esta situación puede también
transformar a Chávez en un factor de preocupación
para el mundo desarrollado y en particular para los Estados Unidos,
que son la potencia hegemónica en la región.Una
hipotética agenda de preocupaciones de Washington tendría
hoy como primera prioridad el rol de Chávez dentro y fuera
de la región, como segunda la evolución de la situación
de Colombia, como tercera la negociación comercial por
el ALCA y el rol de Brasil con ellas y por último la inestabilidad
del Perú.
* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
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