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La prehistoria del cine erótico

Olga Zubarry, Nelly Panizza, Mecha Ortiz y Laura Hidalgo son algunas de las figuras que desfilan por uno de los episodios de �Historias del cine argentino�, un ciclo que Canal á emitirá en octubre.

Por Verónica Abdala

t.gif (862 bytes)  “La vamos a filmar con mucha calidad, con gran sensualidad, pero con elegancia”, le advirtió el director Carlos Hugo Christensen a la actriz Mecha Ortiz, que dudaba en aceptar el papel de Selva en Safo. Historia de una pasión, de Alphonse Daudet. “Si no querés –aclaró–, la película no se hace. Sin Mecha Ortiz no hay Safo.” Ella leyó el guión, dudó unos minutos (algunas tomas eran definitivamente arriesgadas), paseó la mirada por los rincones de la habitación, se llevó una uña a la boca, se mordisqueó los labios. Y finalmente dijo: “Está bien, confío en vos... Y en Dios. Porque si esto sale mal, vamos todos presos”. Se podría decir que ese diálogo marca el inicio de la historia del cine erótico en la Argentina. La película, que se estrenó en setiembre de 1943 en el cine Broadway, con Ortiz y Roberto Escalada en los roles protagónicos, inauguró el género y acarreó, previsiblemente, el escándalo. En poco tiempo se convirtió en un éxito de taquilla: todos querían ver esas comentadas escenas de alcoba que, aunque mostraban muy poco, sugerían situaciones –dos cigarrillos encendidos en la oscuridad, por ejemplo, operaban como la prueba de la pasión consumada– que hasta entonces no se acostumbraban a exhibir en la pantalla.
Escenas de ese film –uno de los primeros que cargó con la calificación de “prohibida para menores de 16 años”– dan inicio a “El erotismo. Seducción en blanco y negro”, una de las emisiones dedicadas a la historia del cine nacional que Canal á emitirá en octubre, en su ciclo “Historias del cine argentino” (lunes 11, 16.30 y 22.30; viernes 24 y domingo 25, 21.30). “El erotismo...” se verá el lunes 16, mientras que luego se proyectarán capítulos dedicados a “El melodrama” (2/10), “El sainete y el conventillo” (9/10), “El cine musical” (23/10) y “El tango” (30/10).
“El de los 40 y los 50 era un erotismo femenino, sutil, asociado a la seducción, las palabras y las expresiones. Para nada agresivo”, opina Soledad Silveyra, entrevistada en el programa. En pantalla desfilan algunas de las escenas que calaron hondo en la memoria de los espectadores de mediados de siglo: como en aquella escena de Cinema Paradiso, se suceden los besos de Hilda Thamar y Enrique Serrano en Adán y la serpiente (1945), Thamar e Ignacio de Soroa en Novio, marido y amante (1947), Olga Zubarry y Roberto Escalada en Los pulpos (1947), Laura Hidalgo y Jorge Rivier en Las campanas de Teresa (1957). Las divas de aquella época dejan ver parte de su exuberante anatomía sin descuidar jamás la expresión de la mirada y la delicadeza de los movimientos. Hidalgo seduce con un rostro anguloso, una cintura avispada y un busto prominente. La figura de Nelly Panizza se amolda al prototipo de las divas italianas de la época. Virginia Luque luce una larga melena negra y Olga Zubarry desnuda su espalda segundos antes de suicidarse de un tiro en la sien, en El ángel desnudo, de 1946, la primera película argentina que participó en el Festival Internacional de Cannes.
Pocos años después desembarcaría Isabel Sarli de la mano de Armando Bo, una aparición que significó un punto de inflexión en la tradición del cine erótico vernáculo. En 1955, Sarli ganó el concurso de Miss Argentina. Bo, entretanto, comenzaba a tramar los argumentos de esas historias con las que pretendía “ponerse a la altura del cine mundial”, imaginando las curvas descubiertas y agigantadas de la Sarli como la carnada perfecta para arrastrar a miles de hombres hasta las salas de proyección. Como había hecho Christensen varios años antes, Bo recurrió al viejo artilugio de prometerle el máximo cuidado de las tomas y la óptima calidad de lo que sería el producto final. Sarli relató años más tarde: “Confié en Armando, y me desnudé, pensando que la cámara, que se encontraba a una prudente distancia, no llegaría a tomarme en primer plano”. El trueno entre las hojas se estrenó en 1958 y causó un esperable revuelo. Por supuesto que en ese revuelo nadie habló del libro de Augusto Roa Bastos en que se inspiraba el guión.

 

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