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EN QUINCE DIAS DEMOLERAN SEIS TORRES DEL COMPLEJO
Exodo obligado en el Fuerte Apache 

A mediados de octubre seis torres del barrio Ejército de los Andes serán demolidas con una implosión, al estilo del Warnes. Hay 361 familias que empezaron el éxodo en el que desfilan no sólo muebles, sino hasta rejas y canillas.

Los edificios desalojados pintan una escena de posguerra, 
donde se arranca de las casas todo objeto de algún valor.


 Por Cristian Alarcón
t.gif (862 bytes) La carcaza coreana de un reloj de pared, con su pretensión barroca, no ha sobrevivido por inútil a este desalojo masivo. Tirada entre la basura y los escombros del departamento que hace 25 años ocupa Simón Leónidas Leguizamón es apenas un signo de la próxima demolición de seis torres del barrio Ejército de los Andes, conocido como Fuerte Apache. Don Simón casi ha terminado su faena desarmando la casa que le adjudicó el último gobierno de Juan Perón y monta los bártulos en una camioneta que lo llevará con su familia a un pedazo de tierra en la casa de una hija grande, en otro rincón de Tres de Febrero. �Dicen que es por las fallas de la construcción �explica� pero en realidad es (el gobernador) Carlos Ruckauf que en Estados Unidos dijo que había que demoler porque éste es un hábitat de delincuentes.� La de Leguizamón es una más entre las 361 familias que comenzaron ayer �bajo el compromiso oficial de indemnizarlas con 22 mil pesos� a desocupar los departamentos que a mediados de octubre serán convertidos en polvo con una implosión como la del Albergue Warnes. 
Los nudos 8 y 9, sus patios, sus lugares comunes, son una escena de posguerra. La pobreza que reina desde siempre entre sus pasillos luce ahora más patética. Los desalojados han arrancado de sus casas cada vestigio de valor; desde las canillas hasta los marcos de las ventanas, los cables de la luz, las piletas y los caños que servían. Todavía lo están haciendo, obsesionados con cada objeto, sudando al leve calor de las cuatro de la tarde, en esos balcones con rejas a las que les taladran las bases para llevárselas consigo adonde sea. 
�¡Che, nene! ¡Dejá eso! �le dice Leguizamón a un crío que juega a sacarle la goma espuma a unos sillones que alguien despreció. 
A sus espaldas hay un río de mudanzas. Las mujeres pasan con bolsas de polietileno, cargadas hacia las esquinas en que han acordado amontonar las cosas hasta que llegue un camión, unos. O hasta que decidan dónde instalarse, otros, los que aún no encuentran nueva morada. Ayer fueron entregados en la comisaría de Fuerte Apache �la fortaleza del Estado� los primeros 86 cheques con fondos de la provincia a quienes ya entregaron las llaves de sus casas vaciadas. El lunes terminaría el cronograma de pagos: 361 familias se incluyeron en los acuerdos que monitoreó la Municipalidad de Tres de Febrero. 
El intendente justicialista Hugo Curto tiene claro que éste es apenas el comienzo de la soñada limpieza. Ya anunció ayer que le pedirá al gobernador un nuevo subsidio para continuar con las demoliciones durante el 2001. �Queremos �dijo� hacer un barrio chato, viable y seguro, para que la gente pueda vivir tranquila.� Esa fue la idea que lanzó en 1996 el ex gobernador Eduardo Duhalde. Y la que retomó en uno de sus viajes a Estados Unidos, Carlos Ruckauf. Ayer se informaba en abundancia sobre que en los últimos 7 días hubo 4 homicidios en el barrio. Es de imaginar el valor que tendrá el alto nivel simbólico de la implosión de Fuerte Apache. 
Cada uno de los nudos a demoler está formado por tres torres de diez pisos y de cada torre salen, como patas de un insecto, entre cuatro y seis tiras de monoblocks de tres pisos. En el nudo 8 espera don Ramón Verón, homónimo del ministro de Seguridad, enrejado hasta en los ventiluces, peronista, pero sin parentesco del famoso. �No fue por culpa nuestra que no nos fuimos antes, sino de un montón de rebeldes que querían más plata, le hicieron un juicio al Estado y lo perdieron�, dice. Su torre en el nudo 8 comenzó a moverse hace diez años. Se le rajó el cielorraso, igual que a Mercedes Martín, una vecina que festeja la partida. Con un crédito conseguido por su marido se muda a una casa nueva. Es lejos, los chicos tomarán dos micros para venir a la escuela. Pero hace meses que con la confirmación de los desalojos toda pared de cuarta que rodea al barrio encareció súbitamente. 
Frente a lo de Verón, en el pasillo del piso ocho, se congregan varios de los que han peleado por dejar el barrio. En la mayoría de los rincones están los que no querrían irse. Leguizamón es de estos últimos. Llegó en1974 cuando el gobierno peronista puso en marcha la erradicación de las villas miseria de la Capital. El era de la 31. Allí vivió 15 años. �Esto es empezar de nuevo�, dice asumiendo el nuevo hito inmobiliario. De la última década el vendedor de tortillas puede citar cada etapa de la pelea por las torres. El paso de los católicos, los frepasistas, los partidos de iz-quierda, los abogados prometedores, los psicólogos y los trabajadores sociales, los encuestadores, la máquina definitivamente más fuerte del Estado que organiza esta diáspora. El y muchos resistieron hasta cierto punto. Cuando tuvieron constancia de que hacer juicios ya era imposible y que el pago de los 22 mil pesos sería efectivo, prefirieron ceder al desalojo voluntario. 
Leguizamón es uno de esos hombres a los que les gusta acuñar enseñanzas. De este éxodo en el que está embarcado rescata: �Estamos acostumbrados a un sistema de humildades�. Explica: �Nos vemos arreados como corderos porque se supone que somos delincuentes. Pecamos de ser humildes al no tener la grandeza necesaria para ser rebeldes�. El desalojo de unas 300O personas debe terminar el próximo lunes. Para entonces, tal como marchaban las cosas ayer, los nudos estarán casi desocupados. A cada departamento vacío lo custodia un policía bonaerense. Ayer eran 200. El lunes serán 1000. Ese batallón actuará en caso de que a alguien ��algún usurpador que no cobró un céntimo��, se le ocurra negarse a la mudanza del Fuerte. 

 

Ayer había 200 policías en el barrio: el lunes serán mil.

 

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