¡Cómo está
el mundo, mamá!
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn
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Un recuerdo de mi infancia que siempre me quedó en la memoria: cerca de casa, por la calle Arcos vivía una prostituta a quien todos llamaban Carmencita. Carmen salía todos los anocheceres con mucho colorete en las mejillas y un rojo turbulento en los labios. Una vez que yo pasaba cerca, la vi salir y oí que le decía a la madre: �¡Cómo está el mundo, mamá; ya no hay moral!�. Esa frase de Carmen siempre me quedó en la cabeza. Tan es así que durante muchos años me impidió comprender bien el Imperativo Categórico de Kant. Y ahora, a más de sesenta años de esa expresión, leyendo el Diario de Sesiones de la �Honorable Cámara de Diputados de la Nación�, recordé de pronto la expresión de la peliforra Carmen. Fue en la sesión del 14 de este mes. Y justamente cuando hablaba Bussi (hijo). (Agrego expresamente la expresión hijo.)
Sí, justamente el hijo de uno de los más grandes asesinos de la historia argentina: el general Bussi, secuestrador, torturador, fusilador, hombre de cajas negras y cuentas en el extranjero. No acostumbro a caer sobre los hijos de los asesinos cuando nada tienen que ver con los crímenes de su padre. Pero en este caso sí, Bussi (hijo) lo ha apoyado en todo, ha disculpado los horribles y cobardes crímenes de su padre, es decir, ha asumido los más horrendos y perversos delitos y por eso ha quedado ya identificado como el hijo obediente debido de papá. Bien, en el debate sobre los presos de La Tablada, el diputado Bussi (hijo) comienza casi con un llanto y dice (textualmente): �¡Señor presidente, qué país raro nos toca vivir! Una vez más la Argentina va a contramano del mundo�. Sí, lo dice Bussi (hijo) el hijo del asesino, nada menos y después aclara por qué: porque �la clase dirigente pretende recrear a espaldas de la gente las condiciones para que los asesinos de La Tablada puedan recuperar su libertad�. �Mientras la gente nos pide a gritos que se genere mayor seguridad, nosotros nos embarcamos a esta discusión tendiente a liberar a delincuentes.� Después agrega estos principios democráticos: �no es la perspectiva puramente jurídica la que puede brindarnos una visión apropiada... sino que el tema debe ser abordado desde la dimensión histórica, desde el lugar del recuerdo y desde el espacio que demanda un ejercicio de memoria colectiva�. Es decir a lo que hacía el papá. Nada de recomendaciones jurídicas de la OEA, sino imitar lo que se hacía en tiempos de papá. (Uno se pregunta, ¿cómo individuos así pueden estar formando parte de un cuerpo representativo de la democracia argentina?) Sostiene: no a la perspectiva puramente jurídica; sí �al ejercicio de la memoria colectiva�. Claro, de la memoria colectiva tomar lo bien que se vivía en la Argentina con Videla y en Tucumán con el asesino de su padre. Para Bussi (hijo) y no sólo para él �hay que leer ese debate en el Diario de Sesiones para darse cuenta hasta qué extremo de cinismo y burla a los derechos humanos de todos se llega en el Congreso� los presos de La Tablada no deben salir jamás de la cárcel, pero eso sí, obediencia debida y punto final radical para todos los asesinos de uniforme e indulto peronista a los máximos bonetes manchados de sangre. Es interesante ver cómo el diputado Bussi (hijo) para basarse en su juicio cita al presidente Alfonsín. Me cuentan testigos de esa sesión que Bussi (hijo) apenas podía hablar de la emoción cuando citaba a Alfonsín y debió sacar el pañuelo varias veces para sonarse la nariz. Dijo Bussi (hijo): �Decía el entonces presidente Alfonsín: �Hoy al mediodía fui a La Tablada. Quienes estuvimos allí asistimos a un espectáculo estremecedor. Era una pesadilla. La muerte; otra vez la muerte. La brutalidad, la barbarie. A cada metro encontramos expresiones tangibles de la dimensión de la agresión que había sufrido no sólo un regimiento sino el conjunto de los argentinos. También a cada metro recogimos la evidencia del coraje de quienes hoy merecen elreconocimiento de la patria��. Siguió luego el diputado Bussi (hijo) con voz cada vez más gangosa repitiendo lo de Alfonsín por La Tablada: �Hemos podido repeler este acto subversivo porque hubo hombres en disposición y con la decisión de pelear. Quiero decirles a ellos que ésta también es mi pelea. Aquí nadie se hará el distraído mientras otros arriesgan sus vidas. Esta es mi pelea y la conduciré hasta el final, hasta que la sociedad se libere de esa agresión. Sólo dentro de la ley, pero con toda la fuerza de la ley y de la legitimidad popular. No nos abandonarán las imágenes que hemos visto. Les pido a ustedes que no olviden esto. Hoy hay familias que lloran; pensemos en ellas con agradecimiento. Ahora la democracia ha enfrentado la demencia y la acción sangrienta de quienes recurren a la violencia como método de acción política, cuando ese proceder elitista, absurdo y atroz ha sido rechazado por todos los argentinos�. Y ahora viene el párrafo fuerte de Alfonsín donde Bussi (hijo) levantó la voz como quien pega un grito: �Sentimos estupor e indignación frente a la sangrienta y cruel acción de estos personeros de la muerte. Pero al mismo tiempo experimentamos el legítimo orgullo de ver a los hombres del Ejército que nuevamente han dado pruebas fehacientes de su valentía, de su inquebrantable decisión de defender nuestra independencia y de resguardar, por consiguiente, la soberanía popular�. Y después de su apoyo a Alfonsín, Bussi (hijo) hace gala de su mentalidad fascista y de lo que aprendió en su hogar e insulta de esta manera al sistema interamericano de derechos humanos: �Bajo la endeble mascarada de supuestas razones jurídicas emergentes del sistema interamericano de derechos humanos�. Diputados se calló la boca, no hubo ningún pedido de cuestión de privilegio para calificar a ese pensamiento como fascista y cavernario.
No, todo lo contrario: el diputado Bussi (hijo) fue apoyado por el diputado radical Horacio Jaunarena, ministro de Defensa de Alfonsín, y corresponsable con éste de la bestial represión en manos del Ejército, comandado por uno de los asesinos más notables de la dictadura. Pero lo más interesante de Jaunarena en la sesión de Diputados no fue su florida y amabilísima alusión al diputado Bussi (hijo) sino cuando dijo: �y también vienen a mi memoria episodios como los de Semana Santa, Caseros y Villa Martelli donde, entre otras cosas, los argentinos entendimos en serio cómo debíamos defender la democracia�. Este párrafo hiere las sensibilidades de cualquier demócrata. Decir que en Semana Santa el gobierno radical defendió la democracia es darle una patada en el trasero a todos los que concurrimos a Plaza de Mayo. Comparemos: con Rico, el carapintada, Alfonsín va al cuartel subversivo a pedir condiciones y los llama a los antidemócratas �héroes de Malvinas�; a los civiles de La Tablada le manda el peor de los asesinos uniformados, con tanques, bombas de fósforo y bombardeo continuo. Cualquier politólogo extranjero se haría la pregunta: ¿por qué al subversivo coronel Rico va el propio presidente en helicópetro y a los civiles de La Tablada se los fusila, se los desaparece, se los tortura? ¿Por qué nadie se acuerda del soldadito que mató el teniente coronel Rico en su alzamiento y en Diputados todos hablaron emocionados �de los soldaditos� caídos en La Tablada?
Es para un tratado de sociología y de psicología esta sesión de Diputados. La culpa de todos los males de la tierra argentina la tienen los civiles que incursionaron en La Tablada. Todos. Y los que se interesan por la contestación del gobierno a la recomendación de la CIDH son sospechosamente subversivos, o simpatizantes, zurdos, o quieren la destrucción de nuestra querida democracia. Se lee allí, en el Diario de Sesiones. Interesante, la Argentina. Todos los ladrones de peso, libres; los coimeros han invadido hasta el confesionario que queda al lado de la tumba de San Martín; los torturadores y asesinos, libres obedientes y debidos; a los desaparecedores se los libera fácilmente con una partida de defunción falsa (pero no fue nadie); de jefe del Ejército se tiene algeneral Brinzoni que fue funcionario de la dictadura durante uno de los períodos más sanguinarios en el Chaco. Pero somos todos argentinos, menos los presos de La Tablada. Cómo está el mundo, mamá, decía Carmencita, y salía con la pollerita corta y el tapado marrón. (Carmencita murió joven, y un alemán anarquista que vivía ahí nomás en Monroe casi Cuba, nos pidió a los varones del barrio que le lleváramos flores.) Y fuimos. Pero nadie le llevará flores a quienes se lavan las manos en su propia corrupción.
REP
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