Por Ariel Greco Con sólo quince minutos de buen juego y la oportuna aparición del goleador Martín Palermo, Boca consiguió un dificilísimo triunfo por 3-2 ante Lanús que lo dejó en la punta en soledad, pero al mismo tiempo también le generó muchísimas dudas en cuanto al rendimiento defensivo. En el inicio, Boca arrancó con una actitud muy decidida. El equipo conducido por Carlos Bianchi salió a presionar bien arriba con sus volantes y delanteros, y de esa manera ahogó a Lanús contra su arco. En esos primeros 15 minutos, Boca estuvo cerca de la perfección: convirtió dos goles (el primero Delgado con una media vuelta, y el segundo Serna, con un derechazo de muy lejos), creó cinco situaciones más, y desbordó a Lanús en todos los sectores de la cancha. Los dirigidos por Miguel Russo apenas pudieron inquietar con una jugada en el comienzo, en donde el arquero Oscar Córdoba le tapó el gol a Ariel López en un mano a mano. A esa altura, la Bombonera era una fiesta: el equipo jugaba bárbaro, la gente deliraba y como postre apareció Maradona. Sin embargo, la presión ejercida por el local fue disminuyendo, y permitió una lenta paro paulatina levantada de Lanús. De esa manera, Capria comenzó a tener más contacto con la pelota, y Klimowicz empezó a martirizar a los centrales de Boca. A partir de ese momento, a Boca no se le hizo cómodo el trámite. El juego se enredó, Riquelme no apareció tan solo, y los delanteros casi no generaban situaciones. En cambio, Lanús aprovechó las distracciones de Boca para emparejar el partido, y se acercó en el resultado. En un centro frontal de Capria, Klimowicz anticipó a toda la defensa y la colocó por arriba de Córdoba. Con el 2-1 Boca levantó un poco su producción, pero no llegó a parecerse al del inicio. Además, siempre estaban latentes los posibles contragolpes de Lanús. Luego del descanso, todo lo bueno que había realizado Boca en la primera parte quedó en el archivo. Boca no jugó el partido sino que lo sufrió. Casi nunca hizo pie en el medio, y en el fondo dio demasiadas ventajas ante un delantero de real jerarquía como Klimowicz. Por ello, Córdoba tuvo que intervenir dos veces para salvar la victoria: primero tapándole un cabezazo a Ariel López, y luego una entrada franca a Klimowicz. Cuando más difícil pintaba el panorama, apareció nuevamente Palermo. El delantero fabricó un tanto de la nada, ya que en un centro intrascendente, anticipó a Flores y a un defensor, y con dos cabezazos convirtió el 3-1. El resultado parecía definitivo, pero la improvisada defensa de Boca se encargó de demostrar que no era así. Otro error le permitió a Capria marcar el descuento y prolongar el suspenso. Así Boca terminó sufriendo hasta el último segundo para festejar una victoria más.
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