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RICARDO OSTUNI, VOCERO PRESIDENCIAL
Su nueva voz

El nuevo vocero de De la Rúa negó que su nombramiento sea una derrota del Grupo Sushi. No habló con Antonio de la Rúa y se dice �amigo personal� de Darío Lopérfido, a quien reemplaza.

Lopérfido: �Lo que pasa es que a Darío se le hacía un poco dificultoso cumplir con todo. Tiene el proyecto del multimedios, que le lleva mucho tiempo.�


Por J.N.

t.gif (862 bytes) Ricardo Ostuni fue designado el viernes como nuevo nexo entre Fernando de la Rúa y los medios. En diálogo con Página/12, el secretario privado del Presidente aseguró que su nuevo rol es consecuencia de la �vastedad� de funciones que había acumulado Darío Lopérfido, que hasta ahora oficiaba de vocero presidencial. Negó que sea una derrota del Grupo Sushi, el núcleo de jóvenes funcionarios vinculados a Antonio de la Rúa. �Nunca tuvieron el rol que se les adjudicó�, dijo. Y añadió que no conversó con Antonio antes de su designación porque �él en esto no tiene injerencia�. 
�¿Qué significa ser el nexo entre De la Rúa y los medios?
�El Presidente le agregó a la secretaría privada la función de mediar entre los pedidos de la prensa y el Presidente. Lo que queremos es remediar un poco esa falta de atención. Es que la secretaría de Cultura y Comunicación (que dirige Lopérfido) tiene una vastedad de cosas que le impedía estar más atenta a los requerimientos de la prensa. 
�¿Es un recorte de la funciones de Darío Lopérfido?
�No. Es una transferencia...
�¿Cuál es la diferencia?
�Lo que pasa es que a Darío se le hacía un poco dificultoso cumplir con todo. Tiene el proyecto del multimedios, que le lleva mucho tiempo, y la cultura. Lo que se hizo no es recortar, sino transferir las funciones. 
�¿Va a haber algún cambio en la política de comunicación del Gobierno?
�Todavía no me he planteado a fondo el tema. Yo creo que sin que el Presidente vaya a ser un actor preponderante, lo que voy a intentar es que tenga mayor presencia directa. No puede transformarse en vocero de sí mismo, pero tampoco puede ser que su pensamiento esté siempre expresado por un intermediario. 
�¿Hubo fallas en la comunicación del Gobierno?
�No hubo una forma de poder atender a los medios, porque los tiempos no dan, porque el secretario está cargado de responsabilidades. Y entonces se empezó a generar un malestar. Yo lo quiero mucho a Darío, somos amigos. Me parece un tipo brillante y moderno. Además, creo que en todo Gobierno hace falta una dosis de juventud. El mix es lo ideal. 
�¿Comparte las críticas que hicieron algunos funcionarios a un supuesto exceso de marketing del Gobierno?
�Yo no vi como marketing a la comunicación hecha con ciertas películas de televisión. Creo que la comunicación es una ciencia compleja y abierta. Hay que utilizar bien todos los aspectos, que no son incompatibles.
�Lo que se decía es que se confundía la política con el marketing.
�No hay que confundir los temas. Yo quiero que los periodistas puedan consultar sus inquietudes y que reciban del Presidente lo que él quiere transmitir. Esto no lo puede reemplazar ningún marketing, porque es la esencia de la comunicación.
�De la Rúa se quejó varias veces sobre la falta de espadas políticas que defiendan la gestión ¿Usted se ha convertido en una de esas espadas?
�Por el momento yo soy vocero del Presidente, no del Gobierno. Todavía nadie me ha dicho que debo interpretar las decisiones de los demás ministros o del Gabinete. En las reuniones de Gabinete, el Presidente insta a sus ministros a que ellos también sean parte de la comunicación. Los ministros tienen que ser también parte del sistema de comunicación. 
�Hasta ahora el área de comunicación estaba en manos de funcionarios jóvenes vinculados a Antonio de la Rúa ¿Se siente cómodo entre ellos? 
�Yo me siento muy cómodo. Me gustaría que se quedaran. 
�¿Habló con Antonio de la Rúa antes de su designación?
�No. Lo veo muy poco. No hablé ni creo que deba hablar, porque él en esto no tiene injerencia. 
�Pero es quien se ocupa de la comunicación del Gobierno.
�Pero yo no voy a tocar ese tema, no voy a meterme en ese aspecto.
�¿Su nuevo rol implica una derrota del Grupo Sushi? �No existe tal grupo. Son un montón de muchachos que tienen amistades, unidos por una amistad generacional. Pero no son una logia o un clan. No es una derrota, porque nunca tuvieron el rol que se les adjudicó. Yo creo mucho en la mentalidad fresca que tiene la gente joven. No para tomar al pie de la letra sus consejos, pero por lo menos para no quedar encerrado en algunas ideas, porque la gente de mi generación de repente se vuelve un poco conservadora. Yo valoro mucho el trabajo de los jóvenes, estoy acostumbrado al trato con la juventud, a la música de la juventud. Con mis hijos discuto de rock y de los conjuntos...
�¿Y cuáles les gustan?
�Y... algunos que están vinculados a aquella época entrañable. Me gusta Yes. Me gustaban los grupos que integraba Eric Clapton.
�¿Cream?
�Sí. De los últimos grupos Los Fabulosos Cadillacs me parecen muy buenos. Claro que de los grupos muy muy actuales estoy desactualizado. Yo me dedico a escribir, a investigar la historia de Buenos Aires. Eso me hizo acercarme más al tango. Pero en mi casa se escucha música de tango, de rock. También tengo un hijo que se ordena de sacerdote el 4 de noviembre y trae esa maravillosa música sacra.
�Una casa muy musical...
�Sí. Mi hijo más chico, Mariano, toca la batería. A mí gusta mucho estar rodeado de la juventud. Por supuesto, todas las cosas tienen que tener una mezcla razonable.

 


 

UN PERFIL DEL VIEJO AMIGO DEL PRESIDENTE
Tango, rock y radicalismo

Ricardo Ostuni �63 años, casado, ocho hijos� conoció a Fernando de la Rúa allá por la década del sesenta, militando en el radicalismo porteño. Se hicieron amigos y supieron mantener la relación. De joven, Ostuni montó una agencia de publicidad, en la que trabajaba como creativo. En esa época, en 1963, produjo un programa en radio Mitre Splendid que, junto a Modart en la Noche, se convirtió en uno de los primeros en pasar rock. �Y eso que me han hecho fama de tanguero�, dice Ostuni. Aunque asesoró al gobierno de Artura Illia, su verdadera trayectoria en la función pública comenzó en 1983, cuando fue designado secretario general del intendente porteño Julio Saguier. Volvió en 1996, cuando su amigo De la Rúa llegó al Gobierno de la Ciudad y lo nombró subsecretario de coordinación. Claro que, mientras tanto, Ostuni se las arregló para escribir. Es autor de libros de tango �Repatriación de Gardel o El Tango en Granada� textos en lunfardo �Poemas en la Media Gamba� de investigaciones sobre Buenos Aires �Los cafés de Avenida de Mayo� y de varios volúmenes de poesía: Identidad y otros poemas de tristeza, Las esquinas de la noche y Manchas de tiempo.
Con su hablar pausado y su pinta de tanguero, el viernes pasado fue designado como �nexo� entre De la Rúa y los medios. Pertenece a la vieja guardia, al pequeño grupo de dirigentes �como Rafael Pascual, Nicolás Gallo o José María García Arecha� que acompañan a De la Rúa desde hace décadas, y que tuvieron más de un encontronazo con los jóvenes nucleados en torno a Antonio de la Rúa. Ostuni, sin embargo, asegura que su nueva función no es un recorte del área de Darío Lopérfido. Y elige una comparación con la poesía para explicar la situación. �Los poetas de treinta años escriben imágenes y metáforas de cuño más audaz que las que puedo escribir yo, que siempre estoy orillando más lo clásico, que escribo muchos sonetos. Las dos cosas son buenas. Sólo hay que saber cómo mezclarlas.�

 

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