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FUERON ABSUELTOS LOS ACUSADOS EN MAR DEL PLATA
Los libres de la Catedral

Berrozpe y Alí fueron acusados de �turbar la posesión� por la toma de la catedral marplatense en julio del año pasado. Fueron liberados como miembros de �un grupo vulnerable�.

La refriega de julio de 1999, cuando un grupo de �feligreses� desalojó la Catedral a balazos.


Por Adriana Meyer

t.gif (862 bytes) La Justicia marplatense entendió que �la desigualdad social, el hambre, la falta de trabajo generan violencia institucional� y reconoció que �existen grupos vulnerables que a su vez son los perseguidos por el sistema penal�. Los doscientos desocupados que esperaban la sentencia afuera de los tribunales lanzaron un grito de euforia, se abrazaron y cantaron primero �el pueblo unido jamás será vencido�, luego las estrofas del Himno Nacional. Sus dirigentes, Ricardo Berrozpe y Emilio Alí, fueron absueltos ayer en el juicio oral y público por la toma de la Catedral de esa ciudad, ocurrida en julio del año pasado. Habían sido acusados de �turbar la posesión�, es decir, molestar a los feligreses y no permitir la normal actividad del templo. Su defensor, el abogado César Sivo, aseguró que el proceso fue un �juicio a la pobreza�. En las audiencias quedó expuesta la profunda crisis socioeconómica que enfrenta la ciudad, con sus industrias pesquera y textil quebradas y un índice de desocupación siempre superior al 19 por ciento. 
Durante tres semanas un centenar de personas había ocupado la Catedral de los santos Pedro y Cecilia en protesta por el incumplimiento oficial de promesas sobre puestos de trabajo y asistencia a los desocupados. Estos acuerdos habían surgido del compromiso asumido por la Municipalidad para que se levantara el corte de la ruta 88. Aunque las autoridades eclesiásticas querían evitar un desalojo violento, la mañana del 27 de julio de 1999 un grupo de feligreses liderado por un ex miembro de inteligencia del Ejército Ricardo Oliveros logró el fin de la toma con incidentes, tiros, heridos y la intervención policial.
El juicio se desarrolló entre el lunes y el miércoles pasado, en el marco de impresionantes operativos de seguridad dispuestos no sólo en torno a Tribunales sino también en las vías de acceso a la ciudad. La situación social y el rol de la Iglesia en relación a la pobreza quedaron reflejados en los testimonios del padre Luis Farinello y del gremialista José Rigane. También declaró el periodista de Página/12 Cristian Alarcón, quien recordó que el cura Juan Pablo Cayrol había calificado a los desocupados de �ricoteros y fascinerosos� y que el cura José Ignacio Martínez, autor de la denuncia por �turbación�, había asegurado que con la toma �bajó la recaudación de la Catedral�. Durante la cobertura de los hechos, Alarcón descubrió lo que la Justicia comprobó meses después: el liderazgo de Oliveros en el desalojo violento y planificado de la Catedral. El ex agente fue procesado por intimidación pública. Según Alarcón, un sector del obispado marplatense quería negociar con los ocupantes y estaban muy cerca de acordar una salida pacífica. 
El fiscal Aldo Carnevalle había pedido una pena de nueve meses de prisión para Alí y Berrozpe, aunque retiró los cargos contra la tercera acusada, Graciela Meza, una vecina sin ninguna actividad militante. Durante su alegato se preguntó: �¿que sería de nosotros si dejásemos que los desocupados salgan a la calle y que hagan lo que quieran?�. Y agregó que �la intención de ellos no era irse rápido y arreglar con la comuna, ya que tomando la Catedral tenían publicidad y recaudaban bastante dinero�.
El defensor Sivo mostró folletos y carpetas de la empresa de seguridad de Oliveros, Tácita Pugna, que evidencian los seguimientos a supuestos activistas, entre ellos el absuelto Berrozpe. El abogado puntualizó que �se trató de mostrar que los desocupados fueron manipulados por activistas que los incitaron al delito, con lo cual logran deslegitimar el reclamo y habilitan la intervención de la Justicia�. En tal sentido, agregó que �se creó la ilusión de que un castigo penal puede poner freno a las demandas cuando los 1700 cortes de ruta de los últimos años demuestran que no es la Justicia la que debe responder a los problemas sociales�. Y concluyó que �los líderes de las protestas fueron estigmatizados como los �feos, sucios y malos� que vienen de los barrios periféricos a invadir la ciudad�. Cuando escucharon el veredicto los tres acusados se abrazaron emocionados. Pero el festejo se empañó porque Berrozpe recordó que su compañero Alí debía regresar a la cárcel de Batán. Está preso por pedir comida en un supermercado (ver aparte). En los fundamentos de su sentencia, la jueza Jorgelina Camadro, del Tribunal (unipersonal) Correccional 1, advirtió que si los reclamos se hacen fuera de la ley deben ser sancionados, pero tomó imágenes de la película de Ettore Scola -mencionada por el defensor� para dejar en claro que no estaba en ese cargo para �perseguir a los débiles�.

 

 

La otra causa contra Alí

Emilio Alí tiene 24 años y preside la Junta Vecinal del barrio José Hernández. Cuando participó de la toma de la catedral integraba el Movimiento de Desocupados Teresa Rodríguez, pero luego formó la Unión de Vecinos Organizados (UVO) que reúne a habitantes de ocho barrios periféricos de Mar del Plata. Está detenido en la cárcel de Batán, acusado de extorsión. El 5 de mayo, día del paro nacional contra la reforma laboral y el modelo económico, lideró la iniciativa de un grupo de desocupados que fue a pedir comida a un supermercado de esa ciudad. Aunque no hubo denuncia y no se produjo ningún incidente, un fiscal impulsó de oficio una querella en su contra. Según testimonios del expediente, Alí habría amenazado con �saquear el súper� si no recibían los alimentos. La Cámara rechazó la apelación de su prisión preventiva por lo cual seguirá preso hasta que vuelva a ser enjuiciado en otro proceso oral.

 

 

opinion
Por Cristian Alarcón

Recordar a la Justicia

Cierto aire litúrgico cargaba el aire de la sala cuando el miércoles se sucedían los testigos en el juicio que mantuvo como disfrazados de guerra a los tribunales de Mar del Plata. Frente a los jueces, el único ruido que combatía el silencio sacro era ese griterío sordo allá afuera. En la calle, unas 300 personas se movían en sus lugares, preservando el buen ánimo. Se los veía como amansando unos nervios que les hacían conversar, reírse, avanzar en fila hacia la puerta de entrada superexclusiva empujándose y chistándose para no hacer lío, retroceder como en una fila escolar cuando una mujer delgada y pálida sacó un vozarrón de mandamás inapelable. Arriba, en el juicio por el desalojo de la catedral, los relatos de los testigos descansaban en ese subrayado político, el sordo pero cercano sonido de la protesta. Abajo, los manifestantes eran un mosaico de desocupados de los barrios más golpeados por la miseria, los mismos que han sido catalogados en el código policial como de alerta roja del delito. Se decían orgullosamente acostumbrados a tener cerca a los mastodontes de la infantería mirándolos duros tras los escudos. Así de claro el conflicto social que hierve más allá de la nueva arena de Mar del Plata, y así de instalada la penalización de la pobreza que busca borrar la diferencia entre pobreza y delito. 
En el juicio tuve que recordar lo que pasó al investigar un desalojo a tiros hecho por civiles para limpiar una catedral llena de desocupados. Un día después confirmamos el dato que buscábamos: el jefe de la operación era un ex servicio de inteligencia del Batallón 6 GADA y había habido una planificación para la expulsión total, repentina y violenta. En Mar del Plata varias fuentes que me hablaban en bares lejanos, o en el tumulto de un shopping mirando a los costados, me avalaron esa hipótesis investigada por la Justicia. 

 

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