Por Pablo Rodríguez
¿Habrá comenzado la Guerra de Rosh Hashaná (Año Nuevo)? Israel y los países y pueblos árabes que lo rodean ya han sostenido la Guerra del Yom Kippur en 1973, o sea que la coincidencia entre los tiros y una festividad judía no es nueva. Los israelíes se desearon �Shaná Tová� pero su país y los palestinos están enfrascados en uno de los peores enfrentamientos desde la �intifada� palestina de 1987. Los incidentes que comenzaron el jueves en la Explanada de las Mezquitas (donde murieron siete palestinos y fueron heridos más de 200) ya dejaron 23 muertos palestinos, muchos de ellos niños, y más de 500 heridos. El líder palestino Yasser Arafat pidió a la ONU que se establezca una comisión investigadora para esclarecer lo que ocurrió el jueves. El gobierno israelí dice que la Autoridad Palestina organizó todo el pandemonium. El jefe del Comando Central del Ejército israelí, general Yitzhak Eitán, se reunió anoche con el servicio de seguridad palestino, cuyo jefe, el coronel Mohammad Dahlan, había dicho a la televisión de Qatar que �podemos darle a Israel una lección que no olvidará nunca. Una fuente militar israelí anunció que hoy habrá �choques muy violentos�.
La tensión se viene acumulando desde el fracaso, hace dos meses, de la cumbre de Camp David. El miércoles, la organización terrorista islámica Hamas accionó una bomba por control remoto en Gaza y mató a un soldado israelí. Al día siguiente, el líder del partido derechista Likud, Ariel Sharon, y varios de los dirigentes, fueron al Monte del Templo, ubicado en la Explanada de las Mezquitas, para reafirmar el derecho de cualquier judío de entrar allí. Claro que la Explanada de las Mezquitas es un lugar frecuentado más por musulmanes que por judíos (más presentes en el Muro de los Lamentos, que está justo debajo de allí), que Sharon llegó con una fuerte custodia y que esa fuerte custodia no tardó en abrir fuego contra los palestinos enfurecidos. Pero abrieron fuego con balas de verdad. En la noche del jueves, Hamas hizo explotar otra bomba en Gaza, que no causó heridos. Pero el objetivo de Sharon estaba cumplido.
El viernes, cuando a la noche los israelíes festejaban la llegada del año 5761, la policía de Jerusalén, comandada por su propio jefe, rodeó el Domo de la Roca (tercer lugar sagrado del Islam, en el Monte del Templo) para controlar lo incontrolable. Los más de 20.000 palestinos que estaban allí empezaron a cargar con palos y piedras, y la policía israelí volvió a responder con un método novedoso: reemplazar las balas de goma por balas de verdad. En vez de heridos, ahora hay muertos de verdad. El gobierno israelí aclaró en todo momento que fueron los palestinos quienes iniciaron los disturbios agrediendo a los judíos que estaban debajo de ellos, en el Muro de los Lamentos. Para entonces, �la batalla de Jerusalén�, como se acostumbraron a describir los palestinos en un tono que recuerda a la �intifada� de hace 13 años, ya se había extendido a los barrios de Jerusalén Oriental (la zona árabe), a Bethlehem Ramallah, Nablus y Hebrón, en Cisjordania, y a toda la franja de Gaza. Yasser Arafat llamó a su pueblo a resistir en la calle y el premier israelí Ehud Barak le advirtió que lo hacía responsable de lo que pasara.
Ayer, en la primera mañana del año 5761 del calendario hebreo, los palestinos salieron directamente a cargar contra los policías israelíes con piedras, bombas molotov y hasta fusiles Kalashnikov. En el asentamiento judío de Netzarim, en la franja de Gaza, los tiroteos fueron directamente entre policías palestinos e israelíes. Esto es un indicio de que la situación se acerca a la época de la intifada. Con un agravante: en 1987, los palestinos sólo tenían piedras y ahora la Autoridad Palestina (ANP) tiene policías, armas y un proto Ejército. El día terminó con 16 muertos palestinos y 500 heridos, entre ellos militares israelíes.
Arafat se desplazó a El Cairo para levantar al mundo árabe. Se reunió con el presidente egipcio Hosni Mubarak, el secretario general de la Liga Arabe, Esmat Abdel Meguid, el enviado de la Unión Europea (UE) paraOriente Medio, Miguel Angel Moratinos. �Arafat me mostró fotografías de soldados israelíes orientando sus fusiles, con mirilla telescópica, con el fin de que las heridas de los palestinos fueran mortales�, explicó Meguid. El dirigente árabe respondió al llamado de Arafat y convocó para hoy una reunión extraordinaria de los embajadores de los países miembros de la Liga Arabe, además de enviar dos cartas, una al canciller francés Hubert Védrine (Francia es el presidente de turno de la UE) y otra al Consejo de Seguridad de la ONU. La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) denunció la �matanza� de la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Israel hizo algo similar a la ANP: acusó a la otra parte y pidió el pronunciamiento internacional. Barak llamó a Mubarak para explicarle que las fuerzas israelíes �se contuvieron al máximo� en la represión. �Si la policía israelí habría disparado a matar, hubiera habido decenas de muertos, teniendo en cuenta el hecho de que estábamos frente a 6.000 manifestantes enfurecidos�, aclaró el portavoz de la policía de Jerusalén, Shmuel Ben Rubin, en referencia a lo ocurrido en la Explanada de las Mezquitas. El portavoz de Barak, David Baker, dijo que el premier israelí le pidió a Arafat que �intervenga personal e inmediatamente� para restablecer la calma en los territorios palestinos porque �Israel no tolerará que la violencia sea una herramienta para las negociaciones�. El canciller israelí Shlomo Ben Ami pidió a la comunidad internacional que �le diga a Arafat que el intento de utilizar la violencia a corto plazo para fines políticos es algo peligroso para el proceso de paz�. El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, la Casa Blanca y el Kremlin dijeron que estaban alarmados y pidieron calma.
No es la primera vez que la Explanada de las Mezquitas se transforma en el concentrado del conflicto árabe-israelí. En 1990, la policía israelí había matado allí a 18 manifestantes y una comisión investigadora israelí concluyó que había habido gatillo fácil, pero no se tomaron sanciones penales. Quizás por ello, Arafat pida a la ONU que intervenga ahora en la investigación. En 1996, cuando el gobierno israelí intentaba abrir un túnel cerca de la Explanada de las Mezquitas, los enfrentamientos dejaron 80 muertos. En el 2000, en el 5761, parece que va a haber otro de estos records.
opinion
Por Claudio Uriarte |
La guerra civil israelí
Desde el punto de vista de sus efectos, la visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén el pasado jueves se parece al asesinato del premier Yitzhak Rabin por el joven ultraderechista judío Yigal Alon en 1995: un acto de provocación expresamente dirigido a bombardear el corazón del proceso de paz israelo-palestino. La comparación no debe sorprender: Sharon y Benjamin Netanyahu, quien como líder del Likud sucedió al gobierno laborista de Rabin y Shimon Peres, participaron sin remilgos de las manifestaciones ultraderechistas que habían mostrado al primero en uniforme nazi, lo que era una inequívoca incitación al asesinato. En aquel momento, el liderazgo de Rabin era el único que podía conducir un proceso de paz amenazado por las oposiciones de ambos bandos, y su muerte pavimentó el camino hacia un gobierno duro; hoy, casi cinco años después, visitar la Explanada es un acto de provocación destinada a subrayar el control israelí sobre el último nudo que queda por destrabar para un acuerdo final.
Lo que no sería grave si Sharon no representara el punto de vista de muchos israelíes. Desde los tempranos años �80, los Parlamentos en Israel son un modelo de estabilidad en la inestabilidad, con dos grandes bloques (la derecha y los laboristas) más o menos equilibrados en la cantidad de votos que reciben. Esta paridad otorga un rol desmesurado a los partidos chicos, representativos de minorías ultrarreligiosas y/o de grupos particularizados de inmigrantes (como los sefardíes o los rusos) que tienden a coincidir con la derecha populista del Likud más que con el establishment centroizquierdista del Partido Laborista. Pero la importancia de estas formaciones ha sido exagerada: el peligro en Israel no nace tanto de sus minorías más fanáticas sino del hecho de que aproximadamente la mitad del padrón electoral no cree en el proceso de paz: por eso los laboristas se ven obligados a interminables negociaciones con partidos como el sefardita Shas para asegurarse tanto mayoría parlamentaria como legitimidad nacional de amplio espectro para sus acciones, y por eso el gobierno debe tener especial cuidado de proteger los intereses de los colonos dentro de las zonas palestinas.
Detrás de esta divisoria, lo que acecha es el espectro de la guerra civil, ya no entre laicos razonables y religiosos intolerantes sino dentro de un �centro� mayoritariamente laico. El asesino de Rabin disparó la primera bala; Sharon se está ocupando de que su obra no quede interrumpida. |
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