Por
Adrián De Benedictis
Parece cierto, nomás, que la historia la construyen los que
saben. De otra manera, ya nadie recordaría a los genios que en
su especialidad dejaron un sello marcado en el mundo: Mozart, Van Gogh,
Einstein o Maradona, por nombrar algunos. Sin esos hombres, quizás
muchos otros no hubieran tenido su tiempo de plenitud, por estar ligados
directa o indirectamente a éstos, o por ser considerados como el
segundo de.... Y por estos días, la realidad de River quiere
certificarlo. El equipo de Américo Gallego no pudo contar ayer
con Ortega, Aimar y Saviola, y el equipo demostró que no está
en condiciones de superar ausencias de semejante magnitud.
Por diferentes motivos (dos lesionados, uno por enfermedad), ninguno de
estos tres jugadores pudieron enfrentar a Chacarita en su estadio de San
Martín, y River tuvo que cambiar sorpresivamente las piezas. Así
le fue: dejó la punta y el invicto en el actual torneo Apertura;
volvió a sufrir una derrota después de 17 partidos (el último
fue ante Unión, en el torneo pasado) en torneos locales; perdió
ante Chacarita después de 22 años; y Osvaldo Sosa fue nuevamente
el entrenador que lo venció, como hizo dirigiendo a Argentinos
en el Apertura del año pasado. Pero el panorama puede ser más
oscuro todavía, teniendo en cuenta que dentro de 13 días
recibirá a Boca, que llegará con todo su potencial y como
único líder.
Más allá del golazo (un zurdazo al ángulo derecho
de Bonano) de Carlos Moreno a los 39 minutos del primer tiempo, en el
que fue el único tanto del partido, River no tuvo ideas para quebrar
la sólida defensa local. Ni Gancedo, ni Cardetti, ni Coudet (los
tres ingresaron por los ausentes), pudieron hacer olvidar a los Magníficos,
pero tampoco Angel, Husain, Berizzo y Yepes repitieron producciones anteriores.
Y la sensación fue que ellos también necesitan de los
pibes para contagiarse de tanto fútbol. El único que
mantuvo su nivel fue el juvenil Placente, que defendió y atacó
con solvencia.

En una clara demostración de impotencia, los caminos que River
utilizó ayer para llegar al gol fueron por la vía aérea,
con centros que facilitaban el trabajo de Gamboa y Caballero. Lo mejor
de los de Núñez sólo duró un poco más
de diez minutos en la primera parte. En ese momento, Berizzo probó
de media distancia, pero encontró bien parado a Vivaldo; y nuevamente
el arquero se lo volvió a sacar a Angel en un contraataque. Inmediatamente,
Placente se desprendió por izquierda, llegó hasta el fondo
y tiró un centro que fue despejado por Caballero cuando entraban
por el medio varios jugadores de River para empujarla. Eso fue todo lo
que edificó River durante ese período.
En el inicio de la segunda parte, cuando los hinchas de River veían
que no encontraban respuestas en la cancha, comenzaron a pedirle más
huevo a sus jugadores. Después, River repetiría
su búsqueda hasta el final: centros en forma desesperada, pero
sin claridad. Entre tanto desorden, los que más se destacaban eran
los defensores y los volantes de contención. Toda una síntesis.
Para colmo, Chacarita pudo haberse llevado un resultado más abultado
si sus delanteros hubieran tenido más precisión en los contraataques.
Entre esos intentos, el más claro estuvo en la cabeza de Mario
Lobo, pero Trotta alcanzó a rechazar en la línea.
A partir de ahora, el tiempo de recuperación de sus estrellas principales
se convertirá en la espera más deseada de todo River. Es
que no todos están a la altura de algunos. Y ningún equipo
puede alcanzar sus objetivos sin esta clase de futbolistas. River lo sabe
muy bien. Vaya si lo sabe.

ALEGRIA
EN EL VESTUARIO DE CHACARITA
Fue un triunfo
histórico
Por
A.D.B.
Teniendo en cuenta el tiempo
que Américo Gallego lleva al frente del plantel de River (sumando
su etapa anterior durante 1994), el entrenador sufrió ayer su segunda
derrota como técnico en Primera División. Hasta el momento,
Gallego mantiene el record de haber dirigido dos torneos y ganar ambos.
Sorpresivamente, para explicar el resultado ante Chacarita, Gallego se
excusó en la ausencia de algunos de sus jugadores, y no reivindicó
a sus futbolistas como lo hace cuando juega por la Copa Mercosur, en donde
aún no perdió ningún encuentro.
La primera explicación que encontró el entrenador fue que
faltaron Aimar y Saviola, nada menos. Y aceptó que
River jugó mal. Gallego fue el único que optó
por dialogar brevemente con la prensa mientras se dirigía al ómnibus
que traslada a la delegación. El plantel se retiró del estadio
de San Martín sin realizar declaraciones, y con una fuerte custodia
policial. Para colmo, muchos hinchas de Chacarita se agruparon en la salida
del vestuario visitante para burlarse de los jugadores.

Por el otro lado, en Chacarita, era todo felicidad. El equipo volvió
a ganar luego de vencer a Lanús la semana pasada, y alcanzó
su tercera victoria en cuatro partidos desde que los conduce Osvaldo Sosa.
La única derrota fue ante Huracán. El arquero Jorge Vivaldo,
quien fue fundamental para neutralizar la búsqueda aérea
de River, destacó que éste es un triunfo histórico,
le doy muchas gracias a Dios por haberme dado esta alegría a mí,
y a toda la gente. Y agregó: El equipo se brindó
muchísimo, le pudimos ganar a un gran rival. Es cierto que en River
no jugaron Aimar y Saviola, pero igual tienen grandes jugadores.
Mientras, uno de los más destacados del partido, el defensor Iván
Furios, reconoció que fue un partido disputado con lealtad,
pero por suerte pudimos ganar y demostrarnos que podemos. Yo creo que
las cosas me salieron bastante bien, pero no sé si me comí
la cancha. Sentí que me entregué al máximo pese a
no jugar en mi posición natural (actuó de lateral derecho
cuando normalmente lo hace como marcador central). El ex jugador
de Boca también se dirigió hacia su nuevo entrenador: La
llegada de un técnico siempre renueva las expectativas. El confió
en mí y se lo agradezco mucho.
|