Por
Guillermo Zysman
Desde Rosario
Me hicieron muchísimo daño, sostiene Manuel
Aníbal Mejía Saldaña sin poder ocultar sus emociones.
El 27 de mayo de 1999, este médico nacido en Perú y con
largos años de vida argentina se enteró de la resolución
del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Nacional de Rosario que lo suspendía por 90 días
como jefe de Trabajos Prácticos de la cátedra Anatomía
Normal por transgredir normas éticas, al inducir a
sus alumnos a adquirir apuntes suyos en un instituto privado, a cambio
de aprobar los exámenes. Al mismo tiempo que Saldaña denunciaba
las irregularidades del procedimiento no pude ejercer un derecho
constitucional básico como el de la legítima defensa,
su contestador automático recibía innumerables llamadas
intimidatorias: Ya te cagamos, peruano, ¿viste qué
fácil que era?, te sacamos de tu puesto, ahora te vamos
a devolver a tu país, de donde nunca tendrías que haber
salido. El 7 de septiembre, Saldaña presentó ante
el Instituto Nacional contra la Discriminación Inadi
una denuncia por discriminación y xenofobia contra la decana de
Medicina y otras autoridades universitarias, convencido de que su condición
de peruano, nacionalizado argentino, fue el causal de su expulsión
encubierta.
En 1976, Saldaña ingresó como profesor a la misma casa que
le había otorgado su título de médico algunos años
antes. Ya en 1982, después de ejercer cargos voluntarios y ad honorem,
obtuvo por concurso el nombramiento rentado de jefe de Trabajos Prácticos
de la cátedra de Anatomía Normal. Tras 17 años de
dictar clases sin ningún inconveniente, el 26 de mayo
del año pasado una de sus alumnas, María Florencia Mondino,
presentó ante la decana Raquel Chiara una imputación en
su contra. Mondino denunció que Saldaña inducía a
todos sus alumnos a concurrir al instituto privado Latarjet, donde se
vendían apuntes elaborados por él mismo, como condición
para aprobar la materia. Nunca lo hice, jamás se me hubiera
pasado por la cabeza. Para mí es un honor ser docente universitario
pese a que gano 170 pesos, es mi vocación, se defiende Saldaña.
Un día después, el Consejo Directivo de la Facultad de Medicina
resolvió separarlo por noventa días de cualquier actividad
relacionada con el trato directo con los alumnos. Cuando me
enteré recuerda quebrado Saldaña, me sentí
humillado, sentí que eran los últimos días de mi
vida. Mi hija mayor de sólo 12 años se enteró de
esto porque sus maestras le preguntaban por el caso y quedó muy
afectada.
Desde el momento de la suspensión misma se cometieron innumerables
y gravísimas irregularidades, dispara Francisco Waldemar
Palermo, abogado patrocinante de Saldaña. Según Palermo,
el Consejo Directivo lo suspendió sin iniciarle juicio académico,
cuando en realidad ese órgano colegiado no tiene esas atribuciones.
El artículo 14 de la ordenanza que regula el juicio académico
contempla la suspensión preventiva sólo durante la
sustentación del juicio académico, a fin de no entorpecer
la investigación. Lo sancionaron anticipadamente, y lo más
grave fue que no lo dejaron defenderse, apunta Palermo.
Las anomalías no cesaron allí. El asesor jurídico
de la UNR, Oscar Borgonovo, fue el encargado de desestimar los reparos
y las presentaciones de la defensa de Saldaña, cuando a la vez
se desempeña como abogado defensor de Mondino en la querella por
calumnas e injurias que le inició Saldaña. La conducta parcial
de Borgonovo desembocó en una denuncia penal en su contra por negocios
incompatibles con el ejercicio de funcionario público y prevaricato.
Pasados los 90 días de la suspensión, y pese a que Saldaña
solicitó su reincorporación, la Facultad de Medicina no
emitió resolución administrativa alguna, por lo que no pudo
volver a ocupar su cargo desdeentonces. Lo han condenado sin juicio,
esto es una expulsión encubierta -denuncia Palermo. Si se
caen en todos estos vicios, uno debe sospechar que hay discriminación.
Me han hecho mucho mal, me han discriminado por ser peruano, incluso
ya había tenido problemas en ese sentido anteriormente. Tal vez
esto ocurra porque soy un profesor muy exigente, reflexiona Saldaña,
quien mantiene a sus cuatro hijos con los ingresos que recibe como médico
del PAMI. Algún día continúa va
a quedar demostrado que todo esto estaba armado. Incluso ya hubo alumnos
que desinteresadamente salieron a apoyarme, pero la decana les rechazó
la carta en la que negaban que yo los incentivaba a ir a ese instituto
privado. Han usado a una alumna para cometer este acto malicioso y destruirme,
arremete Saldaña contra sus colegas profesores, al tiempo que recuerda
que, días antes de la suspensión, el titular de la cátedra,
Juan Carlos Barrovechio, le sugirió que apruebe a un
alumno, hijo de un profesor amigo.
Para Roberto Arévalo, presidente de la Asociación de Residentes
y Estudiantes Peruanos de Rosario, éste no es un caso de
discriminación aislado, está enmarcado en una campaña
de persecución y discriminación contra nuestra colectividad,
que algunos medios como la revista La Primera y Radio 10han instalado
haciendo apología del odio racial, asegura antes de mencionar
el atentado que sufrió su sede el año pasado cuando una
bomba incendiaria cayó en uno de sus patios.
El Inadi recibió la denuncia y, si bien el instituto no comenta
los casos que está investigando, Página/12 pudo establecer
que le envió una nota oficial a la decana Raquel Chiara para que
informe su versión de los hechos. Todo indica que la denuncia de
Mejía Saldaña no fue descartada.
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