Como los santos mendicantes y como las prostitutas callejeras, terminaron
la jornada con los pies hinchados, pero este año fueron más
que nunca: más de un millón de peregrinos, según
estimaciones oficiales, recorrieron más de 60 kilómetros
hasta el santuario de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina.
La mayoría fueron muy jóvenes, y este año el acto
tuvo un fuerte tono ecuménico, con participación de un sacerdote
ortodoxo que auguró la aurora de la unidad entre los
credos cristianos.
Durante cuatro horas la fila no se interrumpía, desde Liniers
hasta Luján, y en muchos tramos era muy compacta, comentó
el presbítero Jorge Torres Carbonell, responsable arquidiocesano
de la Pastoral de la Juventud. No nos deja de sorprender la cantidad
de jóvenes que han participado, agregó.
En efecto, entre la multitud predominaban desde teenagers hasta jóvenes
de poco más de 20 años. Muchos de ellos se identificaban
con pancartas de su lugar de procedencia: Barracas, La Boca, Belgrano,
Flores y, desde el conurbano, localidades como Ezeiza, Tapiales y Tres
de Febrero. El grupo más numeroso había partido el sábado
a las 13.30 desde la iglesia de San Cayetano, en Liniers, portando la
imagen cabecera de María de Luján.
Alrededor de 20 horas tardaron en recorrer los 63 kilómetros hasta
la Basílica de Luján. La cantidad de asistentes se estima
entre las más importantes desde que la peregrinación se
realiza, hace 26 años. La Policía Bonaerense y fuentes eclesiásticas
la evaluaron en más de un millón de personas. En su mayoría
se autoconvocaron espontáneamente para manifestar su fe,
ya que sólo una minoría peregrinó en representación
de una iglesia o una parroquia, señaló el sacerdote
Guillermo Marcó, uno de los organizadores.
La Cruz Roja había dispuesto en el recorrido once puestos de primeros
auxilios, con 500 socorristas. También se habían instalado
baños químicos, se distribuía agua mineral, mientras
que altoparlantes portátiles orientaron a los peregrinos durante
toda la noche.
A las 8 de la mañana, Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires
y primado de la Argentina, convocó en su homilía a los peregrinos
a un esfuerzo para lograr la reconciliación del país
y que no haya excluidos. Pidió por los que no tienen
trabajo ni comida todos los días y por el diálogo
que crece entre los cristianos. Ratificando el clima ecuménico,
un obispo de la Iglesia ortodoxa invitó a los presentes a participar
en el Encuentro Cristiano 2000, que se hará el 28 de octubre en
la Plaza de Mayo y será, dijo, el ocaso de los dolorosos
desencuentros y la aurora de la unidad.
Luego se efectuó una misa concelebrada por los obispos Jorge Casaretto,
de San Isidro; Emilio Ogñenovich, emérito de Mercedes-Luján;
Raúl Rossi, de San Martín; y Fernando Bargalló, de
Merlo. Pasado el mediodía, los fieles empezaron a desconcentrarse
para regresar.
OPINION
Por Washington Uranga
Adhesión, pero no a ciegas
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No vale la pena entrar
a discutir la cifra porque las dimensiones del acontecimiento hablan
por sí solas. Si la peregrinación a Luján logró
convocar apenas un millón, algo más o mucho más
de esa cifra, es apenas una anécdota intrascendente frente
a la magnitud del hecho mismo. Porque lo que vale la pena situar
en el lugar del análisis es que sólo este acontecimiento
religioso logra reunir en la Argentina de hoy una multitud de este
nivel, demostrar tal capacidad de movilización. Y tampoco
hay que perder de vista que son los hechos con sentido y motivaciones
religiosas los que, hoy por hoy, congregan grandes masas. No transcurrió
un mes todavía del encuentro eucarístico de Córdoba
donde aproximadamente doscientas mil personas llegadas de todo el
país respondieron a la convocatoria. El siete de agosto el
santuario de San Cayetano fue el lugar de encuentro para la plegaria,
para el agradecimiento, para la solidaridad. El año pasado
fueron los evangélicos argentinos quienes congregaron en
torno al Obelisco porteño a una audiencia también
multitudinaria. A nivel internacional todos pudimos ver por televisión
lo que fue el Jubileo de la Juventud celebrado cerca de Roma, con
Juan Pablo II como principal referente.
A los científicos
les corresponderá analizar las motivaciones y hacer interpretaciones.
Los hechos están a la vista. Las convocatorias religiosas
son las únicas que mueven multitudes en esta sociedad donde
la mayoría prefiere eludir el cuerpo a cuerpo e instalarse
en la platea mediática para ver un partido de fútbol
o para asistir a una movilización por la deuda
externa. Pero, al mismo tiempo, una simple y primaria indagación
periodística permite establecer también que la asistencia,
la movilización y la adhesión a las manifestaciones
religiosas no significan, de parte de los participantes, un acatamiento
ciego o el respaldo incondicional a las instituciones convocantes,
a sus autoridades y la totalidad de sus propuestas. Y esto es tan
importante para tener en cuenta como lo primero.
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