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BUSCAN UNA SOLUCION PARA EL MUSEO CONSTANTINI
Una muestra de excepción

Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes)  La Legislatura porteña está a punto de resolver el conflicto que, por ahora, traba la inauguración del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), que el empresario Eduardo Constantini construye en el barrio de Palermo Chico para exhibir su colección, una de las más importantes del mundo. Resistido por un grupo de vecinos, el edificio ya está prácticamente terminado, aunque aún falta que los diputados aprueben una excepción al Código de Planeamiento Urbano que permita habilitar un nuevo salón. La salida puede llegar de la mano de un convenio con el gobierno porteño, según el cual, Constantini haría una inversión en edificios dependientes de la Secretaría de Cultura de la ciudad.
“Existe la voluntad política de la Alianza de aprobar la excepción. Y hay coincidencia con los principales dirigentes de la oposición”, dijo a Página/12 el diputado Marcelo Vensentini, titular de la Comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura. Ante esa comisión, brindará un informe este miércoles el secretario de Planeamiento Urbano del gobierno porteño, Enrique García Espil, quien ya expresó públicamente su apoyo al funcionamiento del museo.
El trámite, sin embargo, no será sencillo: según establece la Constitución porteña, toda excepción al Código debe ser sancionada por el sistema de “doble lectura”: después de la primera aprobación de los legisladores, habrá una audiencia pública donde los interesados puedan exponer sus objeciones y recién después llegará la sanción definitiva. La propuesta de Constantini generó adhesiones y rechazos. Por un lado, casi todo el espectro de la cultura local apoya la seductora propuesta de reunir en una sala unas 200 obras de 60 artistas latinoamericanos, entre ellos, Antonio Berni, Frida Khalo, Cándido Portinari, Xul Solar y Guillermo Kuitca. Por otro, un grupo de vecinos de Palermo Chico se opone a la obra: sostienen que la concurrencia al museo provocará un importante impacto ambiental, que afectará la tranquilidad del barrio.
Las autoridades porteñas apoyaron desde el comienzo la propuesta del empresario: el Malba quedaría incorporado al corredor de museos de la ciudad en un sitio de privilegio: Figueroa Alcorta y San Martín de Tours. Por eso, el gobierno aprobó el proyecto, un edificio de 4300 metros cuadrados que, según aseguró García Espil, se ajustaba a lo establecido por el Código de Planeamiento Urbano.
Constantini convocó a un concurso internacional de anteproyectos: se presentaron 445 estudios de todo el mundo, entre ellos, 161 argentinos. Para sorpresa de todos, los ganadores fueron tres jóvenes arquitectos cordobeses. Después de dos años, con la obra prácticamente terminada, apareció el conflicto: el empresario quiere techar la azotea para convertirla en una nueva sala. Y para eso necesita que se sancione una excepción al Código.
En términos técnicos, el actual edificio respeta el factor de ocupación de terreno (FOT) permitido, que es de 1 metro cuadrado por cada metro de tierra. La azotea, rodeada de paredes, estaba destinada a exponer esculturas. Pero Constantini pensó luego en techarla para destinar el lugar a exposiciones temporarias. Si ocurre esto, el FOT se va a 1,47, aunque no aumentará la altura del edificio, que es de 21 metros. Esta es la modificación que requiere Constantini. Y de esa traba se aferran los vecinos que se oponen al museo. Para meter presión, el empresario amenazó con llevar su muestra a Montevideo o a Río de Janeiro si no consigue la aprobación de su pedido.
El tema se presta para más de una suspicacia: en la Legislatura se preguntan si Constantini no tenía desde un principio la idea de aumentar la superficie cubierta y esperó a tener avanzada la obra para hacer el trámite de excepción sobre la base de un “hecho consumado”. Por lo pronto, los legisladores que asumieron hace dos meses tuvieron que ponerse aestudiar el expediente, que dormía desde hace tiempo en un anaquel de la Comisión de Planeamiento Urbano.
La solución del conflicto no está lejos. Los legisladores trabajan sobre un proyecto de convenio por el cual se otorgará la excepción a cambio de una “prestación” extra que el empresario debería hacer a la ciudad de Buenos Aires. “Una de las propuestas es permitir el libre acceso de todo el sistema escolar público de la ciudad a las instalaciones del museo”, adelantó Vensentini. La otra puede ser un acuerdo con la Secretaría de Cultura para que la Fundación Constantini realice una inversión en alguno de los deteriorados edificios que pertenecen a esa área.
La voluntad para el acuerdo existe. Habrá que ver si los tiempos legislativos permiten que el museo inaugure en marzo, como había previsto el multimillonario coleccionista.

 

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