Por
Cristian Alarcón
Dos obreros y un maquinista murieron ayer al caerse un montacargas
desde el piso 24 de un rascacielos en construcción, en plena city
porteña. Fue alrededor de las 15.30. A esa hora, el hombre que
hasta hace un mes manejó ese ascensor estaba a unos 20 metros del
accidente. Pudo ver la caída y escuchar el impacto. Corrí
y alcancé a agarrarle el brazo al pibe que me había reemplazado
y creí que estaba vivo porque temblaba, contó ayer
aún shoquedado por la suerte que podría haber corrido él
mismo. El testigo detalló en una entrevista con Página/12
graves irregularidades en la seguridad de la obra. Hace un mes y
medio caímos con otro muchacho del doce al octavo. El aparato paró
porque manoteé desesperado el seguro que tiene. Me quejé,
pero decían que protestaba por vago, dijo el hombre que prefirió
mantener su identidad bajo reserva hasta declarar ante la Justicia. Ayer,
la Uocra decidió convocar a un paro para mañana miércoles
y recordó que en marzo otro accidente en la misma obra había
provocado ya la muerte de un hombre.
Entre 150 y 200 obreros trabajaron ayer en el edificio de 29 pisos que
se levanta imponente entre sus pares menores de la calle San Martín
320. Un grupo de 35 de ellos se había ido a sus casas al mediodía.
Dos delegados plantearon que era demasiado el riesgo que corrían
por la velocidad que alcanzaba el viento en el piso 29. El resto continuó
con la faena. Joaquín, un empleado del área de instalaciones
eléctricas, dijo que cuando el montacargas cayó al vacío
él lo esperaba en el piso 17. Podríamos haber muerto
muchos, porque solían subir a entre 10 o 12 de un saque,
señaló. Su compañero de instalaciones sanitarias,
Lombardo Baraona, ratificó que el aparato venía fallando
hacía rato.
El destino fue más increíble aún para los dos hermanos
que se salvaron por un chiste. Los dos jóvenes esperaban
subirse en el piso 22 al ascensor para bajar a la base. Pero Aldo Encina
Miranda, el maquinista de 23 años, pasó de largo y en broma
les dijo que no los llevaría. En realidad subía con Claudio
Sunay y Alcides Martínez, dos obreros de su misma edad, hasta el
piso 24, el último al que se accedía por el aparato. Pensaba
pasar por ellos en el descenso, pero la máquina sufrió una
falla antes. Consternados, los hermanos dijeron ayer que el montacargas
no solía hacer ruido, pero que al caer hizo un silbido finito
que no nos vamos a olvidar nunca.
Nada se adelantó ayer desde el Juzgado de Instrucción 43,
a cargo del juez Nelson Jaraza, sobre las causas del accidente. Varios
peritos trabajaron durante toda la tarde en las revisiones técnicas
de la máquina. El montacargas es un rectángulo de 2,5 metros,
por 1,75 de ancho y unos 2,80 de alto. Las paredes están hechas
de madera en la base y hasta el techo continúa una rejilla metálica.
En el techo hay dos motores que según el ex ascensorista pesan
alrededor de mil kilos. Ese aparato tenía como falla más
común que no programaba el piso que uno quería, sino que
andaba a su antojo explicó el ex maquinista entrevistado
por este diario. Por ejemplo, si marcaba el 21 el ascensor iba al
24 y después bajaba más rápido que lo normal.
Desde el Ministerio de Trabajo, el subsecretario de Relaciones Laborales,
Enrique Espínola Vera, informó que el edificio había
sido inspeccionado por la Superintendencia de Riesgos de Trabajo. En
el examen del 30 de junio se labró un acta de infracción
y se suspendieron algunas tareas hasta que se adoptaran medidas de seguridad
sobre otros aspectos de la obra, dijo. El 28 de setiembre se inspeccionó
el mantenimiento de los ascensores. Sucede que esa revisión consiste
en verificar la existencia de un comprobante en el que una empresa autorizada
asienta el trabajo. Si el mantenimiento se hizo o no, escapa a la
Superintendencia. Eso podría surgir ahora de los peritajes que
se realicen, deslindó Espínola.
La obra de la calle San Martín es un emprendimiento de la empresa
Raghsa S.A. que a su vez encargó la realización del proyecto
a la constructoraGüiraldes Zaefererer. Según los trabajadores,
la obra estuvo paralizada durante cinco años después de
haber sido clausurada por otro accidente fatal. La Uocra recordó
que el 7 de marzo murió allí otro obrero. Fue cuando
derrumbaban unos balcones. Una piedra le dio en la cabeza a un operario,
contó uno de los trabajadores.
Daniel Salgado, un pañolero del piso 29, dijo ayer que cada
vez que había fallas venía una empresa, pero después
el mantenimiento lo hacía uno de los ascensoristas. Esa es
la misma información que le dio a este diario el obrero que denunció
las irregularidades. Ellos tendrían que llamar a Ascensores
Argentinos, que es el encargado autorizado de mantenerlos, pero para ahorrar
las cosas las hacía el maquinista del otro turno, dijo el
testigo. El hombre aseguró que fue el ascensorista nocturno de
la máquina caída durante cuatro meses. Hace un mes
relató después de tanto denunciar que el montacargas
no funcionaba bien me sacaron de ahí y me mandaron a tirar basura,
a mantener los baños. Para el ex ascensorista, la falla en
una máquina como la que manejaba es el peor enemigo para
la constructora porque si no anda eso se para todo.
Según el obrero, en sus reclamos contó con el apoyo del
encargado de Seguridad e Higiene de una ART contratada por la empresa.
Al hombre, por su actitud, los compañeros lo llamaban Segurito.
Después de que nos caímos del piso 12 hizo parar tres
veces más el ascensor porque perdía aceite o por el olor
que largaban los motores, indicó. El testigo, que dijo estar
dispuesto a declarar lo que sabe sobre las irregularidades en la obra,
contó que son los ingenieros los que viven apretándote.
La táctica, según él, es tratarlos de vagos
al negarse a realizar algo riesgoso. Tuve que llevar hasta grupos
de 16 cuando lo máximo es 10 por viaje dijo el ex maquinista.
Yo le protestaba al ingeniero, pero me chamullaba con que el aparato era
de última generación y siempre me decía que no me
preocupara porque más de cincuenta kilos no podían pesar
esos bolivianos, por los trabajadores extranjeros que serían
mayoría en el rascacielos de la tragedia.
Los seis muertos en
1998
Un accidente similar al ocurrido ayer en la calle San
Martín tuvo lugar hace dos años en uno de los edificios
pertenecientes al complejo Torre Alem Plaza, ubicado en la intersección
de las avenidas Leandro N. Alem y Córdoba, en la Capital Federal.
El martes 19 de mayo de 1998, a las 18.30, un montacargas cayó
desde el piso quince de la torre de oficinas, con seis obreros adentro.
Cuatro murieron en el acto, y los otros dos, mientras eran atendidos
en el Hospital Juan Fernández.
Si bien en el momento del accidente se manejó la hipótesis
de que la caída había sido producto de la sobrecarga
del aparato, las pericias ordenadas por el juzgado indicaron que el
montacargas tenía piezas desgastadas y no recibía un
mantenimiento adecuado.
Por este motivo fueron procesados los ingenieros Juan Carlos Vaszari
y Daniel Iglic, encargados de verificar el funcionamiento del ascensor,
y el técnico electrónico Pedro Scalese, superior jerárquico
de ambos. La jueza María Laura Garrigós de Rebori, a
cargo de la causa, consideró que los tres profesionales habían
actuado negligentemente.
Vaszari, Iglic y Scalese irán a juicio oral el año próximo,
acusados de homicidio culposo. A pesar de que el Código Penal
fue reformado durante 1999, en el juicio se aplicarán las penas
que regían para ese delito en el momento del hecho: de seis
meses a tres años de cárcel. |
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