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Para Ruckauf, �el único gatillo 
fácil es el de los delincuentes�

El gobernador aprovechó el violento asalto en Aguas Argentinas para insistir con la mano dura. Verón fue más allá: dijo que �no son creíbles� las denuncias sobre torturas en comisarías.

Carlos Ruckauf sostuvo que la inseguridad es culpa de las leyes benignas y los jueces que las aplican.


t.gif (862 bytes) �El único gatillo fácil es el de los delincuentes�, declaró ayer el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf, sin sorprender a nadie. Sin sorprender porque sólo ratificó lo que ya venía sosteniendo desde su campaña a la gobernación: la teoría y práctica de la mano dura. Tampoco se cuidó de culpar por la inseguridad a las �leyes demasiado benignas con la delincuencia y los jueces que las aplican�, en relación con el caso de Palermo, donde murieron un policía, dos custodios, un delincuente y un jardinero rehén (ver páginas 16 y 17). �Si no estuvieran libres, no habría ocurrido�, aseguró. La puesta en escena vino acompañada por un mensaje de su ministro de Seguridad, Ramón Oreste Verón. �Las denuncias de torturas no son creíbles. Yo le creo más al policía�, sostuvo el ministro, que además respaldó lo actuado por la Bonaerense en los fusilamientos de Los Polvorines y del Banco Itaú, en Martínez, donde el rehén Mariano Witis fue víctima de la mano dura. A partir de informes sobre torturas en comisarías bonaerenses publicados por Página/12, Verón ya sumó dos pedidos de interpelación, uno en el Senado y otro en Diputados. Ayer, mientras Ruckauf respaldaba a su ministro con su teoría de la mano dura, dos cabos de la Bonaerense fueron condenados por homicidio en dos casos de gatillo fácil. Uno de ellos a 12 años. Los defensores del otro alegaron que su defendido estuvo obligado a actuar para evitar un sumario interno que lo exonerara. 
Ruckauf ratificó su intención de premiar a los efectivos que �detengan o maten� a un delincuente sin poner en riesgo la vida de su rehén. Por el momento y a juzgar por los resultados, su propuesta no resultará demasiado onerosa al Estado. El lunes había anunciado para sus tropas la implementación inmediata del sistema que denominó �premios para actos de heroísmo en combate� y que, al parecer, no demorará en marchar en el territorio bonaerense.
Fue en ese marco que retomó el sangriento desenlace que tuvo el lunes el asalto a la planta de Aguas Argentinas en Palermo, para cargar las tintas, ahora, contra el sistema judicial. �Los delincuentes, que estaban fuera de prisión beneficiados por el régimen de libertad condicional �según el gobernador� son parte de un sistema legal argentino absolutamente benigno con el delito.� La culpa, planteada así, la tiene la Justicia: �Las leyes y los jueces �dijo� son demasiado benignas�.
El respaldo a Ruckauf a la mano dura fue rápidamente reclutado entre su gente. El ministro de Seguridad no sólo consideró que los �delincuentes no tienen fe, ni moral, ni nada�, sino que repitió la aprobación cerrada hacia la actuación de la Bonaerense en el asalto al banco Itaú. Verón puso en duda nuevamente que las balas que mataron a víctimas inocentes como Witis y a Levickas hayan salido de la fuerza. �Y si en el caso de Witis fue así �replicó�, fue producto de un tiro indirecto.�
Sobre estos casos también deberá dar explicaciones el ministro. Verón será convocado en los próximos días por el Congreso provincial para responder a tres pedidos de interpelación exigidos por ambas cámaras a partir de las denuncias por castigos, torturas y apremios ilegales que ocurren las comisarías de su provincia. Ayer, incómodo por la situación, Verón optó por hacer valer el método de la duda: �Más que explicarle a la Alianza �dijo�, yo debería contestarle a Página/12�. Se refería a la serie de notas publicadas en este diario en las que se denunció un aumento de los casos de torturas en las comisarías bonaerenses.
Después de aclarar que se presentará ante los legisladores, una vez que quede formalizado el pedido, sostuvo: �En la mayoría de los casos las denuncias de los delincuentes no son creíbles, no tiene consecuencias�. Y optó por los que manejan el gatillo: �Le creo más a un funcionario que está arriesgado la vida�. 
Alejandro Mosquera, presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, recordó que �fue el fiscal Mario Coriolano, de la Cámara de Casación Penal de la provincia, uno de los que denunció torturas y apremios hechos en las comisarías�. La Comisión de Política Criminal tiene datos que comprueban,explicó Mosquera a este diario, �que es algo que sucede y se repite sobre todo en menores detenidos�. Desde el Senado, Eduardo Sigal aseguró que los defensores de menores provinciales indican que se triplicaron las denuncias de apremios ilegales. Sigal tiene en sus manos informes de Anmesty Internacional y del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) con datos demasiado claros: �Una de cada cinco personas son golpeadas en las seccionales�.

 


 

CONDENA A doce AÑOS A UN POLICIA POR GATILLO FACIL
Los jueces descreen del gobernador

Por Horacio Cecchi

Dos cabos de la Bonaerense fueron condenados ayer por homicidio, en dos juicios orales realizados en La Plata y en el partido de San Martín. En ambos casos, las pruebas apuntaban al ya clásico método del gatillo fácil. En ambos casos, la intervención policial disparó contra jóvenes que se encontraban desarmados y cuyo único delito fue su edad y estar reunidos. En el primer caso, el cabo Juan Carlos Gómez fue sentenciado por la Sala IV de la Cámara Penal platense a 12 años de prisión, por disparar con una Itaka por la espalda a José Luis Moreno, de 19 años, mientras corría, provocándole la muerte y graves heridas a uno de sus compañeros. En el segundo, el cabo primero Juan Carlos Giménez tuvo una suerte diferente, aunque también disparó por la espalda.
El tribunal oral 2 de San Martín condenó al policía a 3 años en suspenso por el homicidio culposo de Claudio Villalba, de 20, por considerar que se le había escapado un tiro. Lo más llamativo es que testigos y pericias demostraron que el único que se escapó fue Villalba y que Giménez disparó a centímetros del cráneo de la víctima, que corría de espaldas y desarmada, intentando escapar del cabo, después de haber sido arrojado a patadas del colectivo en que viajaba con su hermano y su primo.
El 19 de julio del �95, José Luis Moreno se encontraba en una esquina de la Villa Rubencito, en Ensenada, junto a unos amigos. En ese momento, de una camioneta Peugeot blanca descendieron dos policías: Juan Carlos Gómez y Aldo Meana. Gómez llevaba una Itaka en su mano. Se presentó efectuando un disparo al aire. La reacción del grupo no se hizo esperar. Moreno y sus cuatro amigos hicieron lo que se supone les permitieron sus piernas, es decir, intentaron escapar por uno de los pasillos de la villa.
El cabo, siguiendo el manual del buen policía bonaerense, disparó una vez más, pero esta vez contra Moreno, a una distancia de alrededor de 15 metros. Seis perdigones atravesaron al joven y le provocaron la muerte. Uno de sus amigos, Carlos Alberto Gómez, recibió también varios impactos que le produjeron graves heridas. Durante el juicio oral, las fiscales María Laura di Gregorio y María Scarpino pidieron 18 años de prisión por homicidio simple y tentativa de homicidio. Los jueces decidieron condenar al cabo a 12 años, además de dictar el procesamiento de Meana. En sus fundamentos, consideraron como agravantes la indefensión de las víctimas, que los impactos fueron recibidos por la espalda, la condición de policía del imputado y el poder letal de su arma.
En el segundo caso, el caso fue muy semejante: tres jóvenes festejaban ebrios y ruidosamente dentro de un colectivo que circulaba por San Miguel, el 18 de diciembre del �98. En el transporte viajaba de civil el cabo 1º del Comando de Patrullas de Morón, Juan Carlos Giménez. Según sus defensores, Giménez estuvo obligado a actuar para evitar �comerse un sumario interno� que lo exoneraría de la fuerza. Actuar significó sacar su arma, y doblando en peso, estatura y fuerza, arrojar a golpes a los tres revoltosos. Pero después, no conforme, bajó del colectivo y disparó al aire una vez. Igual que Moreno, Villalba, su hermano y su primo huyeron. Igual que Gómez, Giménez disparó otra vez, a espaldas de Villalba que huía desarmado y totalmente ebrio, a escasos centímetros de su cráneo. El impacto atravesó la cabeza del joven de atrás hacia adelante. �De la mano de este fallo se garantiza la impunidad �denunció Luis Valenga, abogado de la familia querellante� que bajan los mensajes autoritarios del poder y que amparan conductas criminales. Ahora, en este clima de inseguridad, un hombre peligroso anda suelto en la calle�.

 

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