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�La tanghéra di Pepe Carvalho�

Así definió la prensa italiana a Adriana Varela, una de las figuras que abrieron el festival tanguero argentino en Roma.

Una imagen de la actuación del grupo La Viruta, ayer, en el teatro Nazionale.


Por Fernando D�Addario
Desde Roma

t.gif (862 bytes) En una ciudad que respira poco tango, un puñado de argentinos está consiguiendo centimetraje periodístico y un llamativo interés por parte del público italiano. El teatro Nazionale, donde anoche se presentaron Adriana Varela y Juanjo Domínguez, estuvo repleto, y la prensa se encargó de resaltar, muy a la italiana, esta suerte de invasión del 2x4 en Roma. Ayer, el periódico Il Messaggero tituló en su página de espectáculos, refiriéndose a la Varela y en alusión a su protagonismo en la novela Quinteto de Buenos Aires, de Manuel Vázquez Montalbán: �Pepe Carvalho�. Juanjo Domínguez, que es juninense pero dejó escapar un porteñismo que parecía tener oculto, declaró al Corriere della Sera: �¿La guitarra? La guitarra soy yo, no Clapton ni Santana�. Así comenzaron las cosas en el megaevento �Roma�Europa Festival 2000�, que Roma presenta al mundo como parte de sus festejos por el Jubileo.
Para averiguar qué les pasa a los italianos (o mejor dicho, a algunos, a unos pocos italianos) con el tango, nada mejor que concurrir a las clases que brinda la compañía de baile La Viruta. Allí, desde ayer se podía ver a los italianos luchando contra una frialdad que intentaban tapar con su traje de latinos, pero que se expresaba en la falta de cadencia, en la búsqueda de ese fuego interno que no siempre se compra con una buena técnica. En la pista sonaban Troilo, Pugliese, Di Sarli, Piazzolla, y no D�Arienzo, quizás porque el rey del compás permite disimular más los defectos, y un ritmo más cadencioso obliga a trabajar de otra forma. 
Eduardo Tapia, uno de los bailarines, y además todo un personaje, cuenta que �el tango es tan apasionante que te absorbe, te absorbe la vida. En cada brazo que uno toca, de una mujer que uno nunca vio en la vida y por ahí nunca va a volver a ver, se da una corriente de energía inexplicable. Son dos minutos en los que a la persona que está con vos la conocés más que a tu propia hermana. Y acá en Europa, pero también en Buenos Aires, uno nota mucho la soledad�.
Quizás eso explique el interés de este grupo de italianos por el tango argentino. Se acercaron entusiasmados por el tango for export, y ahora están descubriendo un estilo más milonguero, menos espectacular. En Roma funcionan con regularidad alrededor de diez milongas. Alpheus, en el barrio Trastévere; La Palma (donde fueron anoche, después de la función, los bailarines de La Viruta, músicos y periodistas), Tanguera, Giardino di Tango, Tangópolis y Riachuelo son algunas de ellas. Julio De la Fuente, argentino (no quiere revelar la edad, pero su fisonomía lo delata como una especie de émulo del Polaco Goyeneche), asegura que fue el primer bailarín de tango en Roma. Y lo más curioso es que lo baile desde hace 16 años, recién después de haber llegado a Italia. Antes, en Buenos Aires (vivía en el barrio de Flores), apenas sabía lo que era: �El tango es mi manera de sentir que estoy cerca de Buenos Aires. No se por qué ni cómo me vino esta pasión, pero el tango aparece cuando surge alguna carencia. Y siendo muy grande me di cuenta de que me faltaba Buenos Aires�. De la Fuente trabaja como instructor en la cárcel de menores de Roma, y casi todo su tiempo libre se lo dedica a la milonga y a su propio local, Alpheus. Dice también que el target de italianos que se sube a esta propuesta es �una clase alta, de profesionales. Yo trabajo con una doctora en ciencias, tengo una alumna arquitecta. El tango en Italia es una élite cultural�.
O una exhibición de snobismo. Vale el ejemplo de Cesare Magrini, romano de 42 años, que se �mata� en la clase para no perderse detalle alguno. Ha bailado boogie, afro y danza contemporánea y, como para detallar mejor su personalidad, es aficionado al �fire walking� (es decir, caminar sobre las brasas). Está realizando para un equipo de la Universidad de Roma un trabajo de investigación sociológica sobre la relación entre la meditación, el tai chi y la música. La búsqueda tanguera se inscribe en ese contexto. �Me fascina estudiar cómo esta disciplina corpórea construye una red con lo trascendental�, dice, y luego se asume como un fanático de Pablo Ziegler, ex músico de Piazzolla. No hay muchos de éstos en una Roma que luce tan sofisticada como caótica, tan eterna como urgente. Pero los que están hacen todo lo posible para no pasar inadvertidos.

 

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