Por Patricia Chaina
Desde Machu Picchu
 �La TV es una ventana y permite ver el mundo como si fuera una gran casa de vidrio. Pero trabajar en un estudio es como hacerlo en un rinconcito de tu casa, y si uno abre puertas o ventanas para ver otras cosas o hablar con otros personajes, descubre infinidad de alternativas, porque esos personajes serán la consecuencia de esos nuevos lugares. Eso me interesa.� Horacio Embón habla, y gesticula, viajando a bordo del tren que lo lleva desde Cuzco al Machu Picchu, en Perú (y del que descenderá en el kilómetro 140 para realizar las últimas jornadas del viaje hasta las ruinas sagradas, por el mítico Camino del Inca). El conductor del programa periodístico �Expediente Embón�, de Canal 7, está aquí grabando una nueva serie de su otro trabajo televisivo, �Zona Infinito�, referidos al misticismo de la cultura inca. �Zona Infinito�, el programa que conduce por Infinito �lunes a viernes a las 22�, adoptó a comienzos de este año un formato de entrevistas sobre temas alternativos: misticismo, ovnis, esoterismo, astrología. Y se decidió dejar el estudio para grabar por América latina. �Cuando la señal empezó a ser internacional, hubo que apuntar al reconocimiento de los entrevistados, para que los programas no sean un enlatado que alguien imaginó desde un lugar muy lejano sobre cosas que no le interesan a nadie�, define Embón en un alto del itinerario planificado para las grabaciones en Perú, nada menos que 24 programas en diez días.
�¿�Zona Infinito� cambió su percepción sobre estos temas?
�Modificó cosas. Ya no soy tan escéptico, y esto ayudó a bajarme un poco del ego, a no creer que todo empieza y termina en lo que creo y siento. Pero por mi educación judeocristiana era lo suficientemente escéptico como para que no haya sido fácil despojarme de esa formación. La que fui desechando cuando me di cuenta de que ser adulto era tener la posibilidad de elegir. En nuestro país pasaron demasiadas cosas traumáticas como para que alguien siga queriendo pensar por mí. Personalmente, primero fueron algunos personajes de la familia, y luego un país condicionado por el autoritarismo.
�¿Cómo evalúa su trabajo en vertientes periodísticas tan diferentes como �Zona Infinito� y �Expediente Embón� por el 7?
�El periodista que los conduce, el que observa y se compromete cuando se enciende la cámara, es uno solo. En Canal 7 leo un expediente, escucho sobre la vida y la muerte desde el crimen y la inocencia, sobre los culpables y los que pagan, y los toco, sé de qué se trata. Cuando hago �Zona...� es todo lo contrario. Reconozco que toda la vida me enseñaron a pensar y sentir occidentalmente, y cuando me enfrento con personas educadas en otro contexto y apasionadas por otras convicciones, la cuestión cambia. Si un señor viene y me dice: �Con el budismo zen puedo tocar tu corazón, ir y volver del presente al pasado�. O alguien me puede decir, como me pasó en México: �Yo hablo con mi hija, que se mató en un accidente�. Empiezan a sumarse testimonios y sensaciones que me llevan a preguntarme ¿por dónde pasa el compromiso?
�¿Y a qué conclusiones arriba?
�Que trabajo con materiales de consistencia diferente. Si en �Expediente...� tengo una investigación sobre alguien que murió, puedo preguntarme quién fue y determinar una hipótesis, dos, tres, alguna va a cerrar. Pero si alguien está en una búsqueda espiritual no hay cierre, es una búsqueda permanente. Y como entrevistador mantengo condiciones similares: respetar los tiempos de la TV y no mentirle al televidente. No todo lo que escucho es la verdad, y tampoco mi filtro es la verdad: funciona el delirio, la imaginación y sobre todo el deseo. Esa es la diferencia sustancial. �Expediente Embón� es información dura, imposible de negociar. Tengo que chequear, testear, confrontar, apretar, y no negocio. Es una actividad que me desgasta porque pongo toda la fuerza y sé que llego hasta el hueso, pero mi laburo es ése. Si hiciera tortas no podría hacerlas por la mitad.
�¿Y qué rescata de este viaje por el Perú místico?
�Lo mismo que en un templo, capilla, iglesia, monolito, la mente humana que puede adorar desde Gilda hasta una María Soledad, donde alguien puede dejar ofrendas para Rodrigo: ¿por qué nos sorprende y debería estar mal que un hombre adore al Sol y trate de llegar lo más alto para tocarlo? Lo que acá se comprende y conmueve es la civilización, la construcción de una sociedad. Su distribución de tierras y riquezas. La disposición de sus jerarquías sociales, la estructura de los espacios físicos, la relación con la naturaleza. El Valle Sagrado de los Incas evidencia esa cultura ancestral y, para los occidentales, mítica. Rastreando en esos laberintos del conocimiento surgen respuestas a los conflictos de la vorágine de nuestra vida cotidiana.
�¿Qué temáticas quisiera abordar en próximos viajes?
�El sincretismo del Brasil. Ciertas experiencias individuales de ida y vuelta en el tiempo o en el espacio. O entrevistas a gente que cura. Me sorprendió cuando fui a un congreso de magos que imaginaban lo que vendría con calendarios mayas, runas o cartas, ahí encontré gente sabia. Ese es otro tema: buscar al hombre sabio. ¿Quién es, el que puede viajar en el tiempo? Porque hay niños sabios, con la palabra precisa. Hay momentos mágicos, hay lugares mágicos como éste �por la ventanilla del tren ya se ve el faldeo de un cerro con terrazas de cultivo�, que te transportan a la cosmovisión de las personas que los habitaron. Sus corazones latían de otra manera, miraban el cielo de manera diferente. En los restos de esa vida deben haber respuestas, nuevas posibilidades de vivir mejor: apuesto a lo que va a venir, y que será mejor. Trabajo y vivo para eso.
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Carlos Irbey Palomino: un iniciado en el chamanismo que realizó un ritual de ofrendas a la Pachamama (madre tierra).