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DE LA RUA CONFIRMO A LOS CUESTIONADOS
 Y SACO A TERRAGNO, GIL LAVEDRA Y GALLO
Un gesto de fuerza por encima de todos

Flamarique fue ascendido; De Santibañes quedó; Infraestructura dejó de existir; el vicepresidente no pudo disimular su fastidio. El tan anunciado cambio en el gabinete resultó inesperado y un gesto de autoridad de un presidente que no soltó ninguna de las piezas cuestionadas por el escándalo en el Senado.

Los gestos del Presidente y el vice durante la ceremonia de jura de los nuevos funcionarios fueron indisimulables.

Por José Natanson

t.gif (862 bytes) En un gesto claro de autoridad, Fernando de la Rúa anunció ayer la esperada modificación del gabinete. Contra la opinión de Carlos �Chacho� Alvarez, el Presidente decidió desvincular los cambios de la crisis del Senado: aunque abandonó el Ministerio de Trabajo, en donde fue reemplazado por Patricia Bullrich, Alberto Flamarique pasó a la Secretaría General de la Presidencia. Es un puesto clave, que hasta ayer era ocupado por Jorge de la Rúa, quien a su vez sucederá a Ricardo Gil Lavedra en Justicia. Hubo también una señal de respaldo a José Luis Machinea, ya que Nicolás Gallo renunció y el Ministerio de Infraestructura se convirtió en una secretaría de Economía. El esquema del famoso relanzamiento se completa con la salida de Rodolfo Terragno de la Jefatura de Gabinete, en donde fue designado el ex titular del Banco Nación, Chrystian Colombo.

El Senado

�De la Rúa no podía aceptar que hubo coimas�, explicaba un funcionario, en referencia a uno de los datos centrales que dejó la decisión de ayer: contra todos los pronósticos, los dos funcionarios más comprometidos en el affaire del Senado seguirán revistando en el Gobierno. 
La continuidad de De Santibañes estaba clara desde la semana pasada, pero lo de Flamarique fue una sorpresa: aunque De la Rúa venía buscándole un lugar que le garantizara baja exposición pública y cercanía a la oreja presidencial, nadie se imaginaba que iría a la Secretaría General. Y muchos menos que De la Rúa estaba dispuesto a hacer un enroque para garantizarle el puesto. Para tomar la decisión, el Presidente tuvo en cuenta algunas ventajas de Flamarique �muñeca, ejecutividad� que no poseen otros funcionarios. Por eso lo designó en ese puesto clave que seguramente estrechará más la relación que los une: a partir de hoy, el mendocino trabajará en una oficina contigua al despacho presidencial.
Otra sorpresa fue su reemplazo por Bullrich, quien ingresó tardíamente a la Alianza y comenzó a trabajar en algunos temas de gestión junto a De Santibañes, antes de ser nombrada secretaria de Política Criminal. 
La decisión de De la Rúa de ignorar la crisis del Senado es sólo uno de los datos que enojaron a Chacho Alvarez. Informado, sobre la hora, de cambios en los que casi no tuvo injerencias, el jefe del Frepaso se pasó todo el día mascullando su bronca. �Y ahora, ¿con qué argumento le voy a pedir la renuncia a (José) Genoud?�, decía. 
No se trata sólo del Senado. Chacho tenía en mente al diputado Juan Pablo Cafiero como reemplazo de Flamarique, pero De la Rúa no sólo optó por Bullrich sino que designó al mendocino en un lugar importante, contra la opinión de Alvarez. �Flamarique ya es delarruista�, sostenían ayer cerca del vicepresidente, que en la jura saludó a su ex mano derecha con una frialdad imposible de disimular. La relación entre De la Rúa y el Frepaso entró en un interrogante: a pesar de que lo invitaron, el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, no asistió ayer a la ceremonia.

Los cambios

�El mío no es un retiro voluntario�, decía ayer Rodolfo Terragno. El dimitido jefe de Gabinete nunca se entendió con De la Rúa, quien criticó sus ansias de protagonismo, sus descolocantes movidas y algunos gestos de cuestionamiento a su autoridad. Se terminó de decidir el miércoles, cuando leyó que había convertido la presentación de un libro en una propuesta de un �plan económico�. �Se pasó de la raya�, dijo De la Rúa en ese momento. 
En otra movida inesperada, el Presidente designó en su lugar a Colombo, un joven economista formado en la Universidad Católica Argentina, ex banquero, que llegó a la jefatura del Banco Nación de la mano de Enrique �Coti� Nosiglia. Lejos de convertirse en un ministro sin autoridad, es probable que Colombo asuma gravitación importante en el gabinete. Además de la confianza que De la Rúa nunca depositó en su antecesor, Colombo yacuenta con una herramienta que Terragno reclamó siempre y que nunca obtuvo: la AFIP pasará a depender de la Jefatura de Gabinete.
En medio de la lotería de nombres, hubo también una señal de apuntalamiento a Machinea. �Había que reforzarlo� era la frase más escuchada en los pasillos de la Rosada sobre la decisión de convertir al Ministerio de Infraestructura en una secretaría dependiente de Economía. En cuanto se enteró, Nicolás Gallo se reunió con De la Rúa y le presentó su renuncia. Tenía sus razones: el ministerio fue una creación suya y Machinea fue siempre su adversario en el gabinete, dos datos que explican la dolida carta de renuncia y la decisión de no aceptar el cargo de titular del Banco Nación. 
Pero Gallo no fue el único perjudicado. Con la designación de Flamarique en la Secretaría General, Jorge de la Rúa quedaba sin cargo. A pesar de que pensó en alejarse por una cuestión familiar, aceptó un puesto de menor exigencia cotidiana: el Ministerio de Justicia. �Necesito un lugar para Jorge�, fue la única explicación del Presidente a Gil Lavedra.
El resto del Gabinete quedó como estaba. Graciela Fernández Meijide en Desarrollo Social, Federico Storani en Interior, Héctor Lombardo en Salud, Ricardo López Murphy en Defensa y Hugo Juri en Educación. Como trabajo futuro, De la Rúa deberá resolver algunos temas pendientes: la creación del Ministerio de Turismo, que ayer se daba por hecha, y el sucesor de De Santibañes, que planea dejar la SIDE en cuanto se aclaren las sospechas.
En conclusión, el Presidente emitió un claro gesto de autoridad. Contra la ansiedad general, demostró que tiene sus tiempos, que no está dispuesto a maniobrar bajo presión ni a dejarse condicionar por nadie. A tal punto, que Raúl Alfonsín ayer estaba indignado: no sólo no quedó conforme con el nuevo esquema, sino que además se enteró por radio de los cambios.

 


 

Caras, gestos y una confesión de Terragno

Por Eduardo Tagliaferro 

El acto de asunción de los nuevos ministros fue el final de un día agitado de reuniones, renuncias y desplantes. Todos los funcionarios manifestaron su sorpresa, incluso Alberto Flamarique y Fernando de Santibañes, que fueron respaldados por una decisión presidencial impensada.

�Todos los ministros salientes merecen toda la consideración del Presidente y el reconocimiento de la Nación y de todo el Gobierno�, comenzó diciendo Fernando de la Rúa, antes de tomar juramento a los nuevos ministros. �Estos (los cambios) responden a consideraciones subjetivas del Presidente, que debe tomar las decisiones para la marcha del gobierno�, continuó De la Rúa, frente a un auditorio compuesto exclusivamente por los funcionarios y amigos de los nuevos ministros.

Mientras el locutor daba lectura a los decretos que formalizaban los cambios de gabinete, los funcionarios escuchaban atentamente. El Presidente De la Rúa ocupó el centro del estrado. Al lado de su mano derecha estaba el Presidente Provisional del Senado, el mendocino José Genoud. A la izquierda geográfica de Fernando de la Rúa estaba ubicado el vicepresidente, Carlos Chacho Alvarez, cuya seriedad era el gesto más destacado del acto. Los ministros salientes también estaban sobre el estrado, casualmente al lado del ex presidente Raúl Alfonsín.

�Vamos Chupete�, gritó un seguidor de Fernando de la Rúa cuando el locutor, cumpliendo con su tarea protocolar de destacar a todos los funcionarios presentes en el acto, nombró al Presidente. Luego fue nombrado el vice, Carlos Alvarez. La audiencia dudo por un instante, hasta que el aplauso de Raúl Alfonsín motivo que algunos de los presentes lo acompañaran con tibieza. Los más aplaudidos fueron Patricia Bullrich y Alberto Flamarique. 

El único ausente de los ministros salientes, fue, el viejo ¿amigo? del Presidente, el ingeniero Nicolás Gallo. El ahora ex ministro había ingresado a la Rosada a primera hora de la mañana para participar de una reunión con el Presidente y otros ministros. Cuando salía de esa reunión Gallo se negó a realizar declaraciones. �Pierdo el avión para España, donde tengo que discutir la situación de Aerolíneas Argentinas�, fue su único comentario. Una hora después volvió a la Rosada para presentar su renuncia. �Que Dios ilumine su camino�, finaliza la crítica carta que Gallo dejó sobre el escritorio de De la Rúa.

Luego de realizar el juramento, los nuevos ministros saludaban al Presidente primero y luego uno por uno al resto del gabinete. Flamarique recibió el afectuoso beso de De la Rúa y posteriormente se encaminó hacia el vice. Se dieron la mano y el brazo extendido de Chacho fue lo más cercano que físicamente llegaron a estar. En contraste, un estrecho abrazo unió a Flamarique con Genoud.

�No me voy por mi voluntad, ni me voy con un dejo amargo�, dijo a este diario el renunciado jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, cuando el Salón Blanco iba quedando vacío y los funcionarios de ceremonial invitaban a la retirada. 
�¿El Presidente le propuso la candidatura a senador? �preguntó Página/12.
�Me la sugirió. Me dijo que estaba bien posicionado en las encuestas. Pero en verdad no quiero formar parte de esto, hasta que no haya una reforma política en serio.
�La semana que viene el gobierno presentará la reforma política. 
�Yo planteo cosas que son mucho más radicales, como el acortamiento de las campañas, la prohibición de realizar propaganda radial y televisiva. Habrá que seguir conversando. No se olvide que soy uno de los redactores de la plataforma electoral y cuando propuse la Alianza nadie estaba de acuerdo.
�¿La renuncia fue una iniciativa suya o se la pidió el Presidente?
�Me voy contra mi voluntad ya que me hubiera gustado participar de la nueva etapa política. 
�¿Qué características tiene lo que usted define como nueva etapa?
�Pasó una etapa política, la de contener los problemas fiscales. Ahora comienza lo que debe ser un desarrollo acelerado de la economía. Superar el fatalismo que señala que hay que resignarse ante la deuda externa y la ley de responsabilidad fiscal. 
�Estos cambios de gabinete, ¿debilitan a la Alianza?
�No voy a hablar de los cambios de gabinete. No sería leal de mi parte ya que integro el grupo de los ministros salientes.

La semana pasada, Terragno le propuso al Presidente que la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) pasara a depender de la Jefatura de Gabinete, ya que consideraba como �un disparate� crear un ministerio para recaudar impuestos. El Presidente aceptó la propuesta, pero pensó en otro funcionario para ocupar el cargo y Colombo fue uno de los pocos funcionarios de bancos oficiales que aceptó la ingrata tarea de cobrar tributos. Ayer lució su traje azul especial para juramentos.

 

 

opinion
Por Mario Wainfeld

Información, secreto y sorpresa

Información, secreto y sorpresa recomendaba Carlos Menem que no por nada logró residir diez años en Olivos. El poder, o los atisbos de poder que se manejan desde la Casa Rosada, parece tener sus reglas inexorables: Fernando de la Rúa siguió los consejos de su precursor y se dio el gustazo de transformar un cambio exigido y anunciado en un canto a sí mismo. Tuvo iniciativa, el centro de la escena, �delarruizó� el Gobierno, esmeriló a su vicepresidente y al presidente del radicalismo. Se ganó odios, claro, incluso el de amigos de toda la vida como Nicolás Gallo. Y el de Ricardo Gil Lavedra que �comentó a su allegados más íntimos� se sintió usado (en rigor usó otra expresión, más coloquial aunque menos jurídica y formal). Ejercitar el poder es una necesidad, a veces un placer, pero también genera enconos o daños. Asumiendo sin recelos esos costos, la figura dominante de la jornada fue, por goleada, el Presidente que dominó la escena, tomó decisiones y cambió el escenario, a su gusto.
Un gusto que emite varios mensajes precisos:
La decisión es del Presidente solo. No la habló con Carlos �Chacho� Alvarez, quien se enteró casi al mismo tiempo que cualquier oyente atento de los programas matutinos de radio. Y a Raúl Alfonsín recién le avisó a mediodía cuando todo era público y cuando Alfonsín ya conocía el rediseño por haber hablado con Gil Lavedra.
El gabinete es más delarruista que el anterior. Alberto Flamarique sigue teniendo carné del Frepaso pero es hombre del Presidente. El vice ya le había dado la extremaunción y ni siquiera estuvo dispuesto a abrazarlo tras la jura (ver nota aparte). De la Rúa aprecia especialmente a Chrystian Colombo, suele decir �es uno de los contados economistas que habla poco y hace mucho� le había dicho a alguno de sus íntimos. Patricia Bullrich hace rato que trabaja codo a codo en el disco rígido del Gobierno. Su paso por el Frepaso habilitó a algunos radicales porteños a asegurar que Trabajo seguía en manos de las huestes de Alvarez. Una broma, de las tantas que lanzaban delarruistas de ley, en un día de euforia para nada compartida por alfonsinistas y frepasistas.
Los que salen, salvo la llamativa eyección de Gallo, fastidiaban largamente al Presidente. Rodolfo Terragno (que ha rato se granjeó la mala onda, cuando no el desdén de casi todos sus compañeros de Gabinete) y Gil Lavedra, a quien De la Rúa achacaba �tiene prestigio internacional, lo invitan a muchos seminarios, es famoso y reconocido, gana buen dinero en su estudio pero en el Gobierno no hace nada�.
Para el Presidente, a la luz de sus decisiones, no hubo coimas en el Senado y �si las hubo� nadie las pagó. Y si se pagaron no hay responsables políticos. De Santibañes y Flamarique son dos grandes ganadores de ayer y el abrazo entre el flamante Secretario General de la Presidencia y el sospechado senador José Genoud todo un dato del clima que se respiraba en el Salón Blanco. Un clima al que alude el mejor sarcasmo de un día en el que abundaron. Lo dijo el presidente del bloque de senadores del PJ José Luis Gioja: �si Flamarique es Secretario General, nosotros tenemos que hacerle un monumento a Cantarero�. Una versión chicanera, cruel si se quiere y desde luego sesgada pero ilustrativa de una lectura ineludible, que compartirán analistas menos vulnerables que Gioja. El Presidente emitió un mensaje inequívoco respecto del tema de las coimas. Acaso el más potente desde que recibió en Olivos a Augusto Alasino junto a la flor y nata de los sospechados del PJ.
Otra señal es haber designado a su hermano en Justicia. Adujo sólo vagas razones, asignarle menos trabajo por motivos personales. El dato es que el hermano del Presidente estará a cargo de la relación con el Poder Judicial y como superior directo de la Oficina Anticorrupción. Parece inexorable que ese organismo, en su momento un aporte del Frepaso a la Alianza, o morirá o se irá secando. Y cabe imaginar cómo influirá en el �de por sí versátil� juez Carlos Liporaci que lo llamen y le digan �el Doctor De la Rúa quiere hablar con usted por la causa de los presuntos sobornos�. Esbueno tener gente cercana, muy cercana en el contacto con los jueces, otra lección dejada por el menemismo que parece aprenderse en la Rosada.
Si alguien es pararrayos de todas esas señales, ese alguien tiene nombre común, apellido de guía telefónica y apodo no tan trillado: el vice de la Nación, líder del socio (cada vez más) minoritario de la Alianza que ayer sufrió varios mandobles:
La ratificación de Flamarique (con el burlón añadido de ponerlo en el Haber del Frepaso) y la de Fernando de Santibañes.
El ascenso de Colombo, a quien otros miembros del Gabinete �por ejemplo el equipo económico� consideran con peso propio pero que las huestes de Alvarez perciben como un abanderado de Nosiglia y, last but not least,
el entierro deliberado del debate público sobre el Senado, esa crisis que Alvarez juzgó terminal y el Presidente ninguneó a la hora de la verdad.
Son sendos colacionados a Alvarez, respuesta a vuelta de correo del protagonismo que asumió el vice durante los últimos dos meses. 
Alvarez fue enviado por el Presidente a un lugar de extrema soledad. Sus supuestos ministros en el Gabinete ya no le reportan. Federico Storani, en un reportaje en Página/12, había adelantado que no compartía totalmente su incesante ofensiva de los últimos meses. Habrá que ver qué actitud pública asume Aníbal Ibarra que ayer eligió no estar presente en la jura.
El resto de la clase política lo mira mayoritariamente con recelo. Alvarez sigue confiando en que su postura tiene acogida en la gente. Ahora tendrá que ver cómo mantiene, con menguadas mediaciones políticas, esa relación y hace equilibrio en un gobierno en el que ayer pareció quedar, si no como un cero a la izquierda, como algo parecido a un Vicepresidente.
Del resto del Gabinete los fortalecidos son �paradojalmente� dos aliados usuales de Alvarez: Federico Storani y José Luis Machinea. El Ministro del Interior conservó su puesto, no fue trasladado a Jefatura de Gabinete (una hipótesis que circuló y que lo incordiaba) y quedó como el principal representante del ala política del Gobierno tras el adiós a Terragno y el esmerilamiento a Chacho.
El Ministro de Economía se vio fortalecido por la salida de Gallo (quien tuvo propuestas propias y protagonismo no menor pero también fue un cosechador de odios: los Sushi, Machinea, Alvarez, un poquito Storani, sólo para empezar). También recibió con buena onda al cambio de Terragno por Colombo. De todos modos, los Machi boys no traducen la situación como un cheque en blanco sino, casi, casi como una nueva oportunidad.
El Presidente armó un nuevo equipo con figuras menos mediáticas, menos resonantes y a su vez más laburadoras que algunos de los salientes. Privilegió ese perfil, las confianzas con los nuevos y jugó �por primera vez desde que se formó la Alianza� fuertemente a la interna. 
Esa jugada incluye un sosegate a su vice y también un ostensible desdén por la lectura que éste hace de la realidad y de la crisis del Senado. Todos dirán hoy que en la pulseada interna ganó. Habrá que ver si consigue algo más peliagudo y necesario: no ya �relanzar�, sino lanzar a su gobierno. Y si su negación de la gravedad de la crisis del Senado es un gesto de sabiduría o una necedad.

 

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