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LAS ALZAS Y LAS BAJAS DESPUES DE LA TORMENTA
Quién ganó y quién perdió

Hubo sorpresas entre los que se quedaron y sorpresas entre los que se fueron. Pero un eje dominó los cambios en el gabinete: el desafío de De la Rúa a Alvarez. Cómo jugaron en la balanza el Senado y la figura de Machinea.

Por Martín Granovsky

Flamarique

Fue el eje del cambio de gabinete. La necesidad de nombrar a Alberto Flamarique cerca del Presidente hizo de locomotora del resto de los cambios. Mendocino, 50, aficionado al backgamonn y la rosca política, Flamarique se formó en el peronismo en Guardia de Hierro. Negociador de José Bordón, de Chacho Alvarez y ahora de Fernando de la Rúa, es un habilísimo constructor de espacios de poder. Puede apostarse que se convertirá en un ministro político en las sombras que terminará disputando el área con Federico Storani. Flamarique es junto a Fernando de Santibañes uno de los funcionarios políticamente cuestionados por los sobornos en el Senado. De la Rúa no solo no lo castigó: le dio un premio. Y convirtió ese premio en un desafío a Chacho, que lo veía fuera del gabinete y ayer no lo abrazó. 

De Santibañes

Con Flamarique, Fernando de Santibañes es el otro funcionario del Ejecutivo salpicado por la crisis desatada por las coimas. Su ida parecía segura hasta que el propio Señor Cinco de la Secretaría de Inteligencia del Estado dejó trascender que no dejaría el Gobierno como mínimo en los próximos seis meses. Pero el antiguo banquero no solo se fortalece por quedarse: su posición es aún más firme porque Patricia Bullrich, una de sus funcionarias preferidas, llegó a ministra de Trabajo. También porque volvió a la actividad privada uno de los ministros que más detestaba, Nicolás Gallo, a quien De Santibañes veía como demasiado comprometido con políticas �intervencionistas�. Si ambas cosas se suman al placer que siente por la derrota sufrida ayer por Alvarez, la buena estrella del viejo amigo de De la Rúa queda clara.

Cantarero

�Si Flamarique pasa a la Secretaría General y De Santibañes sigue, nosotros le vamos a tener que levantar un monumento a (Emilio) Cantarero�, es la frase de un senador justicialista que aparece en esta misma edición. Lo cierto es que con sus designaciones de ayer de la Rúa quiso dar el mensaje de que, o las coimas del Senado no importan, o que el Gobierno no tiene nada que ver con ellas. Más aún: al poner al presidente provisional del Senado José Genoud junto a él para la foto, el Presidente ni siquiera otorgó significación política a los cuestionamientos hechos por su vice. Aunque Genoud deje ahora su puesto, habrá quedado bendecido por el protocolo. Y la falta de cambios en el gabinete en relación con las coimas dificultará un avance en el Senado. Jorge Massat pidió licencia solo cuando Carlos Reutemann le quitóapoyo.

Machinea

Uno de sus enemigos, Nicolás Gallo, ya no está para jaquearlo. Quedan Adalberto Rodríguez Giavarini y Ricardo López Murphy, pero ninguno de los dos ha desafiado su poder ni realizado operaciones políticas para debilitarlo. Antes José Luis Machinea le había birlado la Secretaría de Comunicación, desde donde Henoch Aguiar desreguló los teléfonos, y ahora sumará Obras Públicas y Transportes. El ministro tiene el respaldo de De la Rúa y además, al menos por ahora, sabe que Alvarez puede criticarlos a él y al Presidente por falta de gestos más fuertes pero que el vice, no dispone de un proyecto alternativo al suyo. Chacho fue, además, quien impulsó la designación de Machinea al frente de Economía para sintetizaren una persona el cruce entre el delarruismo, el alfonsinismo y el Frepaso. 

Alvarez

Al principio fue más que un vicepresidente orgánico: Carlos Chacho Alvarez mantuvo una primera etapa de simbiosis con De la Rúa, a tal punto que solía oficiar de intérprete del Presidente. Luego la crisis de las coimas en el Senado �más su propio disgusto con el estilo presidencial y la marcha de un Gobierno que hizo de la reducción del déficit un épica� lo llevaron a diferenciarse de De la Rúa. Hoy, la dupla máxima de la Alianza en el Gobierno parece más un matrimonio de conveniencias que una simbiosis, y a veces ni siquiera luce como un matrimonio. Alvarez parecía francamente a disgusto durante la jura de los nuevos ministros, o de los viejos ministros en sus nuevos cargos. Es que esta vez no solo no había participado en la discusión previa: tampoco aprobaba ciertas designaciones.

Gil Lavedra

Fernando de la Rúa le dijo ayer a Ricardo Gil Lavedra que debía salir de Justicia porque Jorge de la Rúa tenía que dejar vacío su sitio en la secretaría general. De la Rúa adujo como argumento que su hermano tiene una hija enferma, pero después Jorge negó ese motivo en público. Además, Gil Lavedra trabajaba 14 horas por día, un horario que Jorge de la Rúa deberá repetir. �Me siento usado�, dijo el ex camarista del juicio a los comandantes a sus colaboradores, que buscaban desesperados una razón seria para el despido. En los próximos días habrá que prestar atención a dos áreas: la Oficina Anticorrupción, donde Gil Lavedra no se metió para impedir el trabajo independiente, y los juicios de la verdad, que el ex ministro no quiso interrumpir con ningún dibujo jurídico artificial. 

Terragno

Llegó por primera vez al Gobierno, con Raúl Alfonsín, por un libro sobre la Argentina en el siglo XXI. Se va del Gobierno, con Fernando de la Rúa, después de reeditarlo 15 años después. Aliancista de la primera hora como Federico Storani y Chacho Alvarez, Rodolfo Terragno es el único de todos los ministros integrantes del gabinete inicial que reveló en público su sueño de ser Presidente. Sin duda uno de los mejores periodistas de los últimos 30 años, nunca llegó a congeniar con De la Rúa y quedó enredado en rencillas menores con el resto del Gobierno. Quiso ser casi un primer ministro, trató de manejar el presupuesto e intentó convertirse en el artífice de la suba de la recaudación fiscal. De la Rúa le dio el control de la AFIP a su sucesor, Chrystian Colombo. Suena a humillación.

Gallo

Radical de prosapia (su abuelo fue ministro del Interior de Marcelo Torcuato de Alvear) era uno de los viejos amigos políticos de Fernando de la Rúa junto a Rafael Pascual, José María García Arecha y Adalberto Rodríguez Giavarini, y uno de los viejos amigos a secas junto a Fernando de Santibañes. Nicolás Gallo no era querido por Alvarez, aunque por supuesto no es ésa la causa de su salida, y tuvo conflictos con Machinea y con Aguiar. También con De Santibañes por el plan de obras públicas. Paradójicamente trabó una alianza tácita con Alfonsín y con sectores del sindicalismo vinculados a los servicios públicos (como la diputada frepasista Alicia Castro), pero De la Rúa lo sacrificó para dar lugar a delarruistas que no esbocen un proyecto propio. 

 

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