El vaso está medio lleno o medio vacío. Si el criterio es la cantidad diaria de muertos, el conflicto entre palestinos e israelíes que cumplió ayer una semana está menguando: �sólo� dos muertos (dentro de un promedio de más de 10 muertos por día) gracias al despeje de los principales focos de conflicto, acordado en París por el premier israelí, Ehud Barak, y el líder palestino, Yasser Arafat. Pero el vaso también aparece medio vacío si se tiene en cuenta que Israel ordenó el cierre de las fronteras con la Autoridad Palestina hasta el lunes, que diversos funcionarios afirman que no hay ningún avance hacia la firma de un cese del fuego definitivo y que para hoy las autoridades israelíes esperan un recrudecimiento de la violencia. La imagen de ayer en la localidad egipcia de Sharm el Sheik era elocuente. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, Arafat y la secretaria de Estado norteamericano, Madeleine Albright, llegaron hasta allí para que todos firmaran el acuerdo alcanzado en París. El plantón que hizo Barak puso en claro que no habría ningún acuerdo más que de palabra. Hasta ahora se cumplieron dos puntos básicos. El primero, la retirada de los tanques israelíes de los lugares más calientes de los últimos días (Nablus, Ramallah y Netzarim) y la contención de los manifestantes por parte de la policía palestina. El segundo, el compromiso de Israel de utilizar munición de guerra sólo en casos de imperiosa necesidad y en lo posible dejar de apuntar de la cabeza para arriba, como hizo en estos siete días. A pesar de todo esto, hubo dos muertos palestinos justamente en Netzarim. El tercer punto es el de la discordia: Arafat, con el apoyo explícito de la Unión Europea e implícito de Estados Unidos, quiere formar una comisión investigadora de la ONU sobre la represión de las fuerzas israelíes. Esto es lo que generó el enojo de Barak y lo que fundamenta el escepticismo de, por ejemplo, el canciller egipcio Amr Mussa. �No hay un acuerdo de seguridad entre las dos partes�, dijo, relativizando el optimismo de Albright. �No hay ninguna información que permita el menor grado de optimismo. Todos los esfuerzos fueron en vano�, explicó el alto representante de la Unión Europea para la política exterior, Javier Solana. Es que, más allá de un acuerdo transitorio para frenar la violencia (que ya dejó 76 muertos y casi 2000 heridos, en su inmensa mayoría palestinos y árabes israelíes), los gestos de una y otra parte son desafiantes. Barak se mostró dándose la mano con Ariel Sharon, el líder derechista israelí que desató el conflicto, advirtió a Arafat que no debe elegir �la vía de la confrontación y de la violencia� y hasta sugirió que se podría instaurar un gobierno de unidad nacional. Y ese gobierno incluye, justamente, al Likud de Sharon, repudiado hasta por Estados Unidos. Del lado palestino, Arafat insiste en que todo esto comenzó �con una agresión israelí� y, junto a los países árabes, pidió a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que investigara el accionar de las fuerzas israelíes. En un gesto más que simbólico, la Liga Arabe declaró el 1º de octubre Día de la Niñez Arabe, en homenaje a Mohamed Al-Durra, de 12 años, que murió en brazos de su padre y cuya fotografía se hizo símbolo de estos días. �La muerte de Al-Durra recordó en la memoria las prácticas salvajes del nazismo�, dijo la Liga Arabe. El presidente norteamericano, Bill Clinton, instó a ambas partes a alcanzar un acuerdo definitivo y ordenó el cierre preventivo de las embajadas de su país en 13 estados árabes. Ayer por la noche ya se escucharon disparos en Jerusalén y para hoy las organizaciones islámicas Hamas y Jihad Islámica convocaron al �Día de la Ira�. De ninguno de estos datos se puede inferir que el fin del conflicto está cerca.
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