Por Gabriel A. Uriarte
�No necesitamos la ayuda ni de Moscú ni de Washington.� Esta declaración triunfal del líder opositor Vojislav Kostunica mostró el modo en que la aparente caída de Slobodan Milosevic respondió a un fenómeno al que el presidente yugoslavo parecía invulnerable: la insurrección popular. En 1996 había reprimido sanguinariamente una serie de protestas en Belgrado que exigían su renuncia. Al mediodía de ayer, todo apuntaba a una repetición. Las autoridades anularon la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que Kostunica habría ganado por más del 50 por ciento. La oposición llamó a una concentración en Belgrado y protestas en todo el país. La policía instaló retenes e intentó sellar los accesos a la capital. No obstante, una gigantesca multitud de 300.000 personas logró congregarse frente al Parlamento. Después de un intento abortado de reprimir, la línea policial se disolvió y el edificio fue tomado. En las próximas horas los medios controlados por el gobierno fueron �liberados�, con más deserciones de las fuerzas de seguridad. El ejército se mantuvo en los cuarteles. Milosevic fue evacuado de su residencia en un vehículo blindado y ahora su paradero es desconocido. Algunos afirman que se fugó al exterior, pero hay versiones de que prepara un contraataque en el sudeste del país.
El presidente yugoslavo pudo preguntarse por qué un levantamiento popular de tamaña magnitud fue gatillado por un hecho que parecía tan secundario. El régimen no impugnó indefinidamente los comicios ni declaró la ley marcial. Quizá hubiera sido mejor si lo hubiera hecho. Al menos, habría tomado más precauciones para sofocar la reacción popular. Los sucesos de ayer estuvieron marcados por una sucesión de fracasos de las fuerzas de seguridad. La policía había instalado puestos de control por todo Belgrado y retenes en las provincias para impedir que se formara una multitud. Pero en todas partes la cantidad de manifestantes era tal que los retenes fueron abrumados. Para la tarde los opositores habían logrado colocar a 300.000 personas frente al edificio legislativo.
Allí estaba desplegada lo que parecía la mejor carta del régimen: las SAJ, tropas de elite �antiterroristas� del Ministerio del Interior. Armados con rifles de precisión, estaban apoyados por un imponente despliegue policial. Si hubieran abierto fuego de inmediato con munición real, quizá habrían logrado dispersar la manifestación. Pero el mando policial eligió limitarse a usar gases lacrimógenos y bastones. Pareció funcionar y los manifestantes retrocedieron. Pero no se fugaron, y la policía comenzaba a caerse a pedazos. Con la demora en eliminar la protesta, cada vez más agentes descargaban sus ametralladoras en señal de rendición y corrían hacia los insurgentes. �No puedo disparar a mi pueblo�, exclamó uno. La batalla ya estaba perdida. Hubo un breve intercambio de fuego con hombres dentro del edificio, pero los manifestantes (encabezados por una topadora) asaltaron el Parlamento con el grito �¡ahora o nunca!�. El precio fue un muerto (una joven atropellada por la topadora) y ocho heridos. Se desató un incendio pero no se extendió.
En Belgrado, la caída del Parlamento decidió el levantamiento. Rápidamente cayó la Radio y Televisión Serbia (RTS), donde las SAJ también se rindieron. Algunas horas después volvió al aire, afirmando que �ésta es la nueva RTS y pedimos disculpas por nuestra anterior cobertura parcial y vergonzosa�. En esos momentos el canal Studio B (un canal opositor intervenido por Milosevic), la agencia Tanjug, el diario Politika y 10 otros medios oficialistas ya habían sido liberados. La agencia Tanjug se refirió a Kostunica como �el presidente electo�. También se saqueó la sede del Partido Socialista de Milosevic, que poco antes había prometido responder a las protestas �con todos los medios�.
Esos medios eran cada vez más escasos. La elite del Ministerio del Interior se había (a todas vistas) evaporado. La policía se había desintegrado aún antes. Los paramilitares leales al régimen no hicieronninguna aparición. Sólo quedaba el ejército, único, a esas alturas, capaz de reestablecer control sobre las varias ciudades perdidas al régimen. Pero según Wesley Clark, el comandante de la OTAN durante la Guerra de Kosovo, �el ejército yugoslavo es conscripto, y siempre se vio como del pueblo�. En efecto, las fuerzas armadas se mantuvieron al margen del levantamiento. Luego de la toma del Parlamento, una fuente militar aseguró que �el ejército no se inmiscuirá en los sucesos de la calle�.
A la noche ayer en Belgrado, Kostunica no parecía temer un contraataque de Milosevic y comenzó a planear su nuevo gobierno. Convocó al nuevo Parlamento federal a sesionar y preparó una lista de candidatos para el cargo de primer ministro. Aseguró que su mandato será �muy breve: habrá nuevas elecciones en un año y medio y todas las fuerzas políticas deberán participar�. También prometió una nueva Constitución para el país.
La única incógnita en esta revolución casi sin sangre (dos muertos, ambos accidentales, y 103 heridos) era la suerte de Milosevic. A la tarde, tres aviones de transporte militar Antonov despegaron de un aeropuerto cerca de Belgrado. Algunos opositores afirmaron que Milosevic estaba a bordo. Bielorrusia desmintió que fuera a darle asilo, pero Rumania (a la noche) abrió sus cielos a aviones militares yugoslavos. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, afirmó que Milosevic ya no está en Belgrado. Esté donde esté, la clave es si tiene fuerzas bajo su mando. Una contrarrevolución es posible, pero antes el presidente yugoslavo debe tener con qué comenzarla.
TODOS PIDEN LA SALIDA DE slobodan MILOSEVIC
Bajo la mirada de Occidente
The Guardian de Gran Bretaña
Por Ewen MacAskill y Julian Borger
Occidente ejerció presión sobre el presidente Milosevic anoche con la esperanza de que finalmente pueda dejar el poder. Los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña se unieron para advertirle que no utilizara la fuerza para reprimir a los manifestantes y para decirle que acepte la voluntad de la población y renuncie.
Estados Unidos: El presidente Bill Clinton descartó ayer la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos en Serbia, pero Washington intensificó la presión sobre Moscú para que reconozca la victoria de la oposición en las elecciones del mes pasado. Clinton dijo que la comunidad internacional debía aceptar �la voluntad del pueblo� pero advirtió que cualquier interferencia declarada durante el curso de los hechos podría provocar una acción defensiva. �No creo que sea un caso apropiado para una intervención militar y no creo que Estados Unidos deba decir o hacer algo que sólo fortalecería la mano de Milosevic�, dijo.
Rusia: El presidente Vladimir Putin siguió adoptando un enfoque equilibrado frente a la crisis en Belgrado, aparentemente insensible a los eventos en las calles. Dijo que mantenía su ofrecimiento de mediar si Milosevic y Kostunica estaban dispuestos a viajar a Moscú. Hizo un llamamiento a otros países para que apoyen su iniciativa.
Gran Bretaña: El primer ministro Tony Blair se unió al coro instando a Milosevic a irse. Pero el canciller, Robin Cook, fue cauteloso sobre la intervención militar, temiendo que una amenaza de Estados Unidos o Gran Bretaña pudiera darle a Milosevic una excusa para declarar un estado de emergencia. �El veredicto del pueblo en la elección es claro�, dijo Blair. �El veredicto del pueblo en las calles es claro. El mensaje para Milosevic es claro. Su tiempo terminó. Váyase ahora. No espere a que haya más muerte y destrucción.�
Francia: El presidente Jacques Chirac apoyó las protestas. �Los serbios están confirmando hoy su victoria en la elección del 24 de setiembre y Milosevic debe entender esto�, dijo. �Si no lo hace, confrontaría a su país con los peores peligros. La historia no puede detenerse. Quiero decirle solemnemente a todos aquellos que apoyan a Milosevic que están corriendo grandes, muy grandes riesgos y una muy, muy seria responsabilidad hacia su país.�
Alemania: El canciller Gerhard Schroder instó a Milosevic y a los líderes de la oposición a ser cautelosos. �Mi pedido es: no recurran a la violencia, no disparen contra su propio pueblo. Eso sería catastrófico,� dijo. Advirtió que la violencia en Belgrado podría gatillar �resistencia� de la comunidad internacional.
Grecia: El gobierno de Grecia, cuya población se oponía en gran parte al bombardeo de Belgrado por parte de la Otan el año pasado, advirtió que si Milosevic utiliza la fuerza contra los manifestantes, podría desatar una guerra civil. �Sería trágico para la región y para Yugoslavia misma�, dijo el canciller George Papandreou, por la televisión griega. �Todo país democrático... resuelve sus problemas de manera pacífica. Eso es lo que estamos pidiendo.�
Traducción: Celita Doyhambéhère
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