Por Verónica Abdala
En una de las primeras biografías que se conocen de Wolfang Amadeus Mozart, George von Nissen escribió: �Vuelvan a ser niños, si quieren entender La flauta mágica. Sólo en la dimensión del alma infantil se pueden descubrir las encantadoras dimensiones de esta ópera. Sólo esta y no otra fue la intención de Mozart�. Un criterio similar al de este biógrafo que pensaba que la sensibilidad de los chicos es suficiente para comprender y gozar de una obra como la ópera del gran músico austríaco guió la realización de la colección de obras de ópera, ballet y teatro clásico adaptadas para chicos que Página/12 entregará los sábados, a partir de mañana, acompañando la edición normal. La idea de la serie �¡Arriba el telón!� es acercar a los lectores más jóvenes a algunas de las obras maestras del repertorio artístico de la humanidad, contagiándoles el entusiasmo que les permita, acaso en un futuro no tan lejano, remitirse a las fuentes e iniciarse en el disfrute de las representaciones teatrales de estas historias. Un total de diez títulos componen la colección, a cargo de la escritora Beatriz Ferro (autora de los relatos infantiles Historias fantásticas de América y el mundo, recientemente editadas por el diario) y la ilustradora Elena Torres. Este equipo de trabajo adoptó, usando un lenguaje directo y divertido, La flauta mágica, de Mozart, Macbeth, Noche de reyes y Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare), Coppelia, de Delibes, El lago de los cisnes, de Tchaikovsky, El caballero de la rosa, de Strauss, El holandés errante, de Wagner, y la versión operística de Fausto, de Goethe, entre otras.
�No hay que subestimar a los chicos, ellos son tan capaces como nosotros los adultos de comprender estas obras aparentemente tan complejas, e incluso pueden llegar a comprenderlas mejor, en sus aspectos esenciales. Estos libros son para ellos, pero también para los jóvenes y los adultos que deseen un acercamiento más sintético y didáctico a estos relatos, para comprenderlos de un modo global�, explica Ferro. �Yo, personalmente, siento desde hace mucho la falta de libros de este tipo. Me ocurrió por ejemplo, estando en un teatro, eso de buscar el argumento de la ópera en el programa y no encontrarlo, lo que condicionó mis posibilidades de comprensión. En este sentido, los libros adaptados para la serie aportan un panorama de lo que estas historias proponen desde el punto de vista argumental. Aunque las recreaciones no son puntuales, porque el lenguaje escrito impone sus limitaciones y tiene sus reglas, son absolutamente fieles a los originales de las representaciones escénicas.�
�Una vez que se encontró frente a esos originales, ¿cuál fue el aspecto que privilegió en la adaptación de las obras?
�Me interesó, básicamente, transmitir de manera clara y precisa el tema central de cada una de ellas. Soy muy respetuosa de los argumentos, pero también intenté adaptarlos al papel, sin que en ese pasaje, del escenario a la hoja, perdieran su encanto. Creo que hemos logrado plasmar en estos volúmenes el entusiasmo que éstas pueden provocar a los espectadores en el teatro, aunque no contamos con imponentes escenografías, orquesta, ni deslumbrantes vestuarios. Estos relatos están narrados, además, de una manera directa, sencilla, del mismo modo en que un integrante de la familia fascinado por una obra de teatro o un ballet podría contarnos lo que vio al llegar a casa. Es decir, perseguimos y creo que logramos transmitir las ganas de enamorarse de estos relatos.
�¿Cuáles son, en su opinión, los mayores atractivos de este conjunto de obras?
�A mí me parece que las óperas son muy similares a la historieta moderna norteamericana. En casi todas ellas se actualizan la mística del héroe, la realización espiritual, la dualidad del bien y el mal, siempre enfrentados, se glorifica el amor... Hay elementos en común que resultan muy llamativos, en mi opinión, que no es seguramente la de los expertos en ópera. Esos elementos compartidos entre la ópera y la historieta moderna explicarían qué sienten los chicos con estos grandes textos de la historia, que sin duda se produce, si les facilitamos el acercamiento.
�¿Las adaptaciones se hicieron a partir de un trabajo de investigación complementario?
�Sí, un arduo trabajo de lectura e incluso de revisión de materiales audiovisuales. La ilustradora de la colección también concretó un trabajo importante para plasmar en los dibujos las características de los personajes y los detalles de época. También en este plano hay un trabajo de síntesis, porque no es fácil trasladar a un número muy acotado de páginas lo que en el teatro sería una gran puesta en escena. Sin embargo podemos decir con orgullo que el objetivo está logrado.
�¿Descubrió algún dato poco conocido, en el marco de la investigación complementaria que concretó?
�Sí, muchos datos y anécdotas curiosos. Por ejemplo, que el autor de la ópera que musicalizó Mozart, es decir, el libretista de La flauta mágica, un tal Schikaneder, nunca había ido a la escuela, porque era hijo de un siervo, y los hijos de éstos no tenían acceso a este tipo de establecimientos. Con todo, fue un tipo muy interesante que se hizo solo y llegó a escribir esta obra absolutamente trascendente para la historia de la ópera. Incluso, llegó a tener su propio teatro. El trabajaba con Mozart pasándole papeles con fragmentos de la ópera, y sobre eso Mozart iba trabajando. Así funcionaron, hasta que la obra se completaba. Esta ópera en particular, de 1791, fue originalmente creada para ser representada en un pequeño teatro, al que no concurrían reyes y princesas sino la plebe. Ni Mozart ni su compañero se imaginaron jamás el destino de ese trabajo colectivo, que estrenaron en un pequeño teatro, casi marginal. No llegaron a tener ni remota conciencia de hasta qué punto se equivocaban al respecto, considerando que creían que la obra en cartel no duraría más de diez días.
�La flauta mágica�, para chicos
Así empieza la adaptación para chicos del texto del guión de la famosa ópera de Mozart:
"Esta historia comienza con el joven Tamino en un desolado sitio montañoso donde unos pocos árboles asomaban entre los macizos de roca.
Tamino se hallaba perdido e indefenso; lo acechaba una monstruosa serpiente y ya no le quedaban flechas para el arco. Desesperado, imploró con todas sus fuerzas la protección de los dioses hasta caer sin sentido.
Estaba por ser atacado por el monstruo cuando de pronto aparecieron tres misteriosas mujeres armadas con jabalinas de plata.
No tenían nombres que las diferenciaran; eran conocidas, simplemente, como las Tres Damas, la Uno, la Dos y la Tres.
No bien llegaron, resueltas y eficientes, atravesaron a la serpiente con sus armas.
Una vez salvado el muchacho, se dedicaron a mirarlo embelesadas.
�¡Qué bello es, y qué dulce!
�Su hermosura no tiene igual...
�¡Está para un cuadro!
Las tres enamoradizas eran las fieles servidoras de la Reina de la Noche, gran señora de la oscuridad. Debían pues informarle de la presencia de aquel extranjero en sus dominios. Además abrigaban la esperanza de que el joven pudiese ayudarla en el problema que la atormentaba.
�¡Corran a darle la noticia! �ordenó la Dama Uno�. Mientras tanto, yo me quedaré a cuidarlo.
�No, no, vayan ustedes �propuso la Dama Dos�. Yo de aquí no me muevo.
�De ninguna manera �dijo la Tres�. Yo velaré por él.
Todas ellas querían gozar de la gentil presencia un rato más y, de ser posible, la vida entera. Pero finalmente llegaron a un acuerdo y partieron las tres.� |
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