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�OPERACION WALSH�,
 DE GUSTAVO GORDILLO
Retrato de un grande

El documental realizado por la UNLZ redondea una imagen vívida del escritor, periodista y militante, secuestrado y desaparecido en 1977.

�P4R+� es un cálido homenaje a una figura cultural imprescindible.
�Logró trascender la literatura borgeana�, afirma en el film David Viñas.


Por Luciano Monteagudo

t.gif (862 bytes) Como periodista, escritor, militante político e intelectual comprometido con su tiempo, la figura de Rodolfo Walsh es crucial en el panorama de la cultura argentina de los años que van de 1957 a 1977, cuando fue asesinado y desaparecido por la dictadura militar. Este documental realizado y producido por alumnos, docentes y graduados de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, bajo la dirección de Gustavo Gordillo, recupera a Walsh en todas sus facetas y lo proyecta con fuerza hacia la actualidad. 
Había un riesgo implícito en el proyecto y era �en palabras de Ricardo Piglia, uno de los testimoniantes más fervorosos del film� �ponerlo en el mármol, justo a Walsh, que era un tejido de contradicciones, que eran las contradicciones de su época�. Eso es lo primero que logra evitar el documental de la gente de la UNLZ, al utilizar una estructura coral, donde una decena de amigos y familiares va dando cuenta no sólo de su actividad pública sino también de instancias reveladoras de su vida privada. Esto le da al film una intimidad que permite conocer mejor al autor de Operación masacre, al punto que ese libro �piedra basal del periodismo de investigación en la Argentina� llega a ser definido por Patricia Walsh (su hija menor, hoy militante política) como �un libro que cambió la vida de la familia�.
El perfil interior casi doméstico de Walsh revive en las coloridas anécdotas de Poupèe Blanchard, su segunda mujer, y en el testimonio de Lilia Ferreyra, su compañera durante los últimos diez años de su vida, quien señala con justeza que �la dinámica del proceso histórico fue cambiando el proyecto de vida de muchos�. A su vez, Rogelio García Lupo y Osvaldo Bayer recuerdan sus coincidencias (y también disidencias) con el Walsh más politizado, mientras que David Viñas señala que, como escritor, �logró trascender la literatura borgeana� que ahogaba a las letras argentinas. Algo con lo cual, a su manera, coincide Piglia cuando señala que el autor de Los oficios terrestres y El caso Satanowsky �es un punto de referencia, porque es uno de los pocos estilos identificables de la literatura argentina�.
Más controvertida puede llegar a resultar la afirmación de Mario Firmenich, para quien los fusilamientos de José León Suárez que documenta Operación masacre determinaron el posterior fusilamiento de Aramburu. Dice Firmenich en el documental: �La presencia de Rodolfo Walsh está ahí, en el origen del hecho que determina el nacimiento público de Montoneros y que marca toda la historia posterior�. En el extremo opuesto, el film coloca el testimonio del capitán de navío Carlos Walsh, hermano de Rodolfo, para quien el escritor desperdició su talento y siguió un camino �inadecuado�. Ese camino, en todo caso, fue el que le llevó a escribir �en marzo de 1977, poco después del asesinato de su hija Vicky y horas antes de su propia muerte a manos de un grupo de tareas de la ESMA� la famosa Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, que Walsh escribe �con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles�.

 


 

La crítica a la Revolución Cubana
desde el costumbrismo socialista

El realizador Juan Carlos Tabío repite el truco de �Fresa y chocolate� y �Guantanamera� en la simpática �Lista de espera�, con Jorge Perugorría.

Jorge Perugorría preside la galería de personajes coloridos.
El film se permite una mirada crítica hacia la Cuba de Fidel.

Por Horacio Bernades

En Fresa y chocolate (1993) y Guantanamera (1994), Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío encontraron la forma de ser críticos con ciertos aspectos del régimen castrista (la persecución a los homosexuales, el peso de la burocracia, las restricciones y privaciones de la economía) sin llegar a cruzar a la orilla de enfrente, quedando a salvo de cualquier reacción oficial y apareciendo, frente al público extranjero, como expresión de un bienvenido disenso. Ambos films entregaban amor y erotismo, entre personajes cálidos, coloridos y sensuales. Facetas que parecen componentes esenciales de cierto marketing del gusto en los productos venidos del Caribe. 
Tras la muerte de Gutiérrez Alea, Juan Carlos Tabío confirma, con Lista de espera, que la fórmula sigue en pie, y con muy buen rédito. No hay más que verificar las cifras de concurrencia alcanzadas en los mercados europeos para ratificarlo. Basada en un cuento del escritor Arturo Arango y con participación en el guión de Senel Paz (que había firmado ya el de Fresa y chocolate), Lista de espera es, como Guantanamera, una comedia coral, con una multitud de personajes enfrentados al absurdo de las disposiciones oficiales. Si allí los deudos de un muerto debían emprender un viaje patético para darle sepultura, por culpa de un funcionario, aquí otro montón de gente del común deberá padecer hasta el límite el castigo de la falta de transportes, una de los grandes molestias cotidianas en la Cuba del bloqueo. 
Un abigarrado grupo de gente se encuentra varado en una terminal de provincia. Algunos esperan subirse al ómnibus o guagua que va hacia La Habana, los otros al que viaja en sentido contrario. Entre ellos, una muchacha de grandes �cocos�, otra tan bonita como dispuesta al flechazo amoroso (la coprotagonista Thaimi Alvariño), una mujer propensa a creer en milagros, otra muy experta en las artes de la cocina caribeña, un par de actores que vienen a ser �la parte española� de la coproducción. Y los protagonistas de Fresa y chocolate, Vladimir Cruz y Jorge Perugorría, lo suficientemente conocidos como para garantizar una adecuada repercusión internacional. Si todos estos personajes resultan sumamente reconocibles para el espectador local y el extranjero, otros pasajeros son aún más representativos. El administrador de la terminal vendría a ser el funcionario de turno, sorprendentemente flexible; hay un delator preocupadísimo con la indignación popular, a la que ve como foco subversivo; y está el acaparador, cargado de alimentos que no piensa compartir. 
Si ese grupo humano tiene un carácter de representación social a escala, éste se hace aún más evidente cuando entre todos toman la situación en sus manos, buscando alguna solución y mostrando un alto grado de solidaridad para salir de ese encierro que, como se subraya reiteradamente, recuerda al de El ángel exterminador. Claro que no hay aquí ferocidad o extrañeza buñuelescas, sino humor para todo público y denuncias municipales. Entre algunos gags tan obvios como el del desgraciado que se consuela pensando que �al menos no llueve� justo antes de que caiga un chaparrón, la cosa deriva hacia una verdadera utopía popular, cuando entre todos hacen de la estación un colorido �mundo mejor�, que una vuelta de tuerca final relativiza pero no niega. De más está decir que, con las excepciones señaladas, a los miembros de este enfático microcosmos les sobra azúcar como para enamorarse y salir a bailar bajo la lluvia. O cocinar langosta a la cubana, mientras en la banda de sonido suena uno de esos sones que no pueden dejar de acompañarse haciendo ritmo. 

 

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