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MILOSEVIC CEDE HOY LA PRESIDENCIA DE YUGOSLAVIA
Cuando Rusia baja el pulgar 

El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic reconoció ayer la victoria de Vojislav Kostunica, luego de que una revuelta popular lo hiciera perder el control de su capital Belgrado. 

Opositores celebran ayer frente al Parlamento en Belgrado la caída de Slobodan Milosevic. 


t.gif (862 bytes) Sin sangre. La crisis política yugoslava y el derrocamiento de Slobodan Milosevic se decidieron ayer por métodos puramente políticos. Milosevic reconoció públicamente la victoria del líder opositor Vojislav Kostunica en las elecciones presidenciales. Obtuvo el respaldo televisado del canciller ruso Igor Ivanov, quien a su vez negoció la transición con el propio Kostunica. Este selló todo asistiendo a un breve encuentro con su adversario. Por su parte, el Tribunal Constitucional dio marcha atrás y reconoció que el opositor había ganado en primera vuelta. Milosevic aseguró que no buscaría asilo en el exterior, y que seguiría en la política yugoslava al frente de su Partido Socialista. Kostunica jurará hoy como el nuevo presidente de Yugoslavia. 
�Felicito al señor Kostunica por su victoria y le deseo éxito a todo el pueblo de Yugoslavia.� Con esas breves palabras ante el canal YU-Info, Milosevic cerró una transición que había comenzado con una insurrección popular. �Tengo intenciones de descansar, de pasar más tiempo con mi familia, especialmente con mi nieto Marko, y seguir después reforzando a mi partido�, agregó. Al concluir, agradeció a quienes votaron por él en las elecciones del 24 de septiembre y señaló que se había sacado una �pesada carga� de sus hombros. Nadie hubiera apostado que la caída del presidente yugoslavo ocurriría en una nota que resultaba casi cariñosa. Todo lo contrario. El día anterior, un levantamiento había desbordado a las fuerzas de seguridad y logró tomar por asalto el Parlamento, varios cuarteles de policía y los medios controlados por el régimen. El Ejército mantenía un silencio oficial, y si algunas fuentes militares aseguraban que no intervendría, otras versiones afirmaban que Milosevic se encontraba en el sudeste organizando un contraataque con fuerzas leales. En 1996 ya había dado muestra abundante de su voluntad para reprimir, y no se descontaba la posibilidad de una guerra civil. 
Pero, como en la guerra de Kosovo del año pasado, la intervención de Rusia permitió una salida negociada. De hecho, todos los actores ya estaban dispuestos a aceptarlo. Milosevic no había huido de Belgrado y no tenía planes de lanzar a militares o paramilitares a las calles. Kostunica no buscaba procesar al presidente, mucho menos entregarlo para ser enjuiciado por crímenes de lesa humanidad en el Tribunal Penal Internacional de La Haya. La oposición controlaba la capital Belgrado y las más importantes ciudades, el Ejército se mantenía inmóvil: una contrarrevolución no tenía por dónde comenzar. En ese sentido, la visita relámpago del canciller ruso Igor Ivanov fue sólo un facilitador de un acuerdo que, en términos prácticos, ya era un hecho. 
Nada de esto redujo el impacto dramático del primer encuentro entre Ivanov y el hasta ese entonces prófugo Milosevic. �En el transcurso de nuestra conversación, Milosevic destacó que quiere encontrar una solución pacífica con ayuda de la ley e impedir cualquier uso de la fuerza�, anunció Ivanov ante los medios. Unas horas antes, el diplomático se había encontrado con Kostunica para transmitirle que el presidente ruso Vladimir Putin reconocía su victoria electoral. En ese momento, Kostunica ya no pudo tener dudas de que había ganado. No fue difícil entablar un diálogo con Milosevic. A alrededor de las 19 hora local, Kostunica recibió al ahora presidente saliente yugoslavo. Se saludaron escuetamente, y pasaron a un cuarto privado. La agencia Beta informó que Milosevic lo felicitó como el nuevo presidente de Yugoslavia. Inmediatamente después, el jefe del Estado Mayor, Nebojsa Pavkovic, aportó la última pieza que faltaba: �En nombre de todos los miembros del Ejército yugoslavo y en el mío propio, le felicito por su victoria en las elecciones presidenciales yugoslavas�. 
El resto no fue más que detalles. El Tribunal Constitucional yugoslavo, que apenas el día anterior había anulado las elecciones, anunció el triunfo �unívoco� de Kostunica en primera vuelta. La agencia FoNet anunció que Kostunica será juramentado hoy por la tarde en Belgrado. Los presidentes en funciones de ambas Cámaras parlamentarias convocaron alcuerpo legislativo para verificar los mandatos de los nuevos diputados. Ya que el edificio del Parlamento fue incendiado y saqueado durante la revuelta popular, la juramentación se realizará en el Concejo Municipal de Belgrado. Miles de ciudadanos de la capital se congregaron a la noche frente al Parlamento con pancartas tales como �Está Acabado� y �Slobodan, salva a Serbia y suicídate�. Al dirigirse a la multitud, Kostunica, quien ya recibía promesas de apoyo y ayuda desde el exterior (ver nota aparte), fue más mesurado. �La situación es más que estable�, aseguró. Cuando tuvo que explicar por qué, dejó traslucir la clave del derrocamiento del régimen de Slobodan Milosevic: �El Ejército garantiza la estabilidad y la seguridad, podemos estar confiados y tranquilos�. 

 


 

TESTIMONIO DE UNA ESCRITORA DESDE BELGRADO
�Todavía no nos animamos a relajarnos�

The Guardian de Gran Bretaña
Por Jasmina Tesanovic

Estoy conectada de nuevo, física y psicológicamente. Tenemos electricidad, los teléfonos andan y mi e-mail está lleno de mensajes con felicitaciones y preocupaciones de amigos y gente que apenas conozco. No tenemos lágrimas acá, lágrimas de alegría porque no nos animamos a relajarnos: fue una larga y cansadora batalla y la conclusión todavía no está a la vista. Hemos perdido nuestros temores políticos pero anoche ganamos una nueva ansiedad sobre nuestro futuro. Vivimos en un vacío legal y material: sólo somos gente en el poder, sin policía que nos proteja del pillaje, sin basureros que limpien los contenedores usados como barricadas, inseguros de obtener pan después de días de huelga general.
Mi padre, un ex comunista, que votó a la oposición esta vez porque yo se lo rogué, me llamó por teléfono esta mañana, diciendo: �Escuché que la ciudad está totalmente destrozada�. No se anima a abrirle la puerta al cartero, en un sentido está en el mismo bunker psicológico en el que se presume que está nuestro ex presidente Milosevic. Pero alguien le tiene que decir a mi padre que no están en la misma posición: sí, mi padre votó durante años a un cruel dictador, pero no votó los crímenes que Milosevic cometió. 
Es una mañana hermosa: soleada y limpia. Ayer, la mañana era lúgubre y peligrosa y sin embargo hicimos, toda la noche, una revolución pacífica en la que una niña murió, un nuevo nombre para añadir a todas las víctimas del régimen de Milosevic. Me resulta imposible gozar. No puedo gozar después de pasar horas en medio de una multitud determinada a ganar o morir, después de llorar con el humo de los gases lacrimógenos y cuidando de mi hija a lo largo de un ataque de asma y sin medicinas, después de ver las llamas y el humo surgiendo alrededor de la casa de mis padres, justo detrás del edificio del Parlamento.
Nunca creí en las ideologías ni en las grandes palabras, ni siquiera en los grandes hechos. Siempre me gustaron las cosas simples, la simple alegría de vivir. ¿Desaparecerá realmente el presidente Milosevic y nos permitirá olvidarlo, mientras pagamos sus deudas? Por algún motivo todo parece distinto ahora: como si todo estuviera en una nueva luz. Casi me había olvidado cómo se veía la luz de la vida normal.
Jasmina Tesanovic es una escritora asentada en Belgrado.

Traducción: C. Doyhambéhère

 

 

opinion
Por Claudio Uriarte

Nada que festejar

La ingenuidad de los norteamericanos y los medios periodísticos occidentales parece no tener límite. De creerse a lo que está diciendo la Casa Blanca y amplificando la mayoría de los corresponsales en Belgrado, Slobodan Milosevic no debe tener ningún futuro político en Serbia, debe ser entregado al Tribunal Internacional de La Haya, está acabado, está aislado de la realidad, rodeado de unos pocos incondicionales que le mienten, Rusia y China le están negando asilo y solamente le quedarían Irán y Libia como rutas de escape a la inexorable globalización de la Justicia. También de acuerdo a estas interpretaciones pintorescas, el agotamiento de su régimen en Serbia es el fin de más una década de cruel dictadura totalitaria (o lo mismo que la caída del Muro de Berlín), y el triunfo de Vojislav Kostunica en las elecciones del 24 de setiembre representa el triunfo de la libertad y de la democracia tras la noche negra de la intolerancia étnica. Reconfortante, ¿no es cierto?
Es difícil saber si esos dislates obedecen simplemente al jet lag intelectual de sus enunciadores o son expresiones de deseos y sublimaciones de fracasos: si Saddam Hussein no cayó �parece ser el argumento consuelo�, Milosevic sí lo hizo. Pero en el análisis de la actual situación serbia Occidente se equivoca igual que en la guerra de Kosovo. Pareciera que Milosevic es una especie de demonio negro yugoslavo, y que, una vez exorcizado, todo no volverá a ser más que dulzura y luz en la antigua Federación. En realidad, Kostunica es más nacionalista y más intolerante étnico que él, y lo que ha pasado en Serbia no es el fin de un régimen totalitario sino de un mero gobierno autoritario integrado por una constelación de fuerzas plurales que fue legitimado en sucesivas elecciones; incluso en las últimas, que Milosevic perdió, el partido en el gobierno obtuvo poco menos del 40 por ciento de los votos. En realidad, Milosevic no va a fugarse a Rusia, China o Corea del Norte por la simple razón de que no tiene ningún motivo para hacerlo, siendo un político serbio aún bastante popular. Y el nacionalista Kostunica no lo entregará a la Corte Internacional de La Haya porque tampoco tiene ningún motivo para hacerlo. Estados Unidos arrastró a sus socios europeos a una insensata aventura militar de 78 días por Kosovo; esta vez parece probable que Europa se adelante a levantar las sanciones contra Yugoslavia antes que el Big Brother diga otra cosa. Y Rusia volvió a ser dominante en la solución de la crisis, tal como lo fue en el desenlace de Kosovo. 

 

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