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MICHAEL SCHUMACHER TRAS LA CONSAGRACION
�Es el mejor título�

�Ferrari tuvo que esperar 21 años para este momento, y Ferrari, con permiso, no es Benetton. Por eso de título significa mucho más para mí�, dijo el alemán tras ganar el Grand Prix de Japón, la carrera que le dio el campeonato del mundo de Fórmula 1 faltando una carrera.
Por Elmar Dreher
Desde Suzuka

t.gif (862 bytes)  Michael Schumacher no cabía en sí de gozo tras vencer en el Grand Prix de Japón y conquistar su tercer campeonato del mundo de Fórmula 1 y el primero con Ferrari. Sin embargo, tras las celebraciones iniciales, la alegría que desprendía era serena y tranquila después de haber cumplido su sueño y el de miles de “tifosi” de todo el mundo.
“Es algo sencillamente maravilloso”, explicó Schumacher en entrevista con la DPA, relajado después no sólo de una vibrante carrera sino de años de trabajo para conseguir lo que ya casi parecía imposible: devolver al mejor equipo al mejor puesto.
–¿Cuáles son sus sensaciones tras su primer título con Ferrari y el tercer título en su carrera?
–Algo parecidas a las que sentí en Monza. Pero no esperen que ahora me salten las lágrimas. Resulta en verdad difícil hallar en estos momentos las palabras adecuadas para reflejar mis sentimientos. Cuando crucé la línea de llegada estaba profundamente conmovido. Las condiciones de carrera fueron difíciles. De a ratos llovía y luego paraba. Esta temporada hubo muchos altibajos. Al final, ganamos gracias a la victoria en Suzuka. Es algo sencillamente maravilloso.
–Usted tuvo que esperar cinco años para este momento, Ferrari incluso 21. ¿Pensó alguna vez que no lo conseguiría nunca?
–No, no, nunca creí que jamás lo lograría. Pero cuanto más tardaba, más impaciente y triste me ponía. En realidad, tuvimos siempre una buena oportunidad de ganar el título, pero por diversos motivos la cosa nunca salió bien. Es fantástico que por fin lo consiguiéramos. Imagínese lo que pasa ahora en Italia. Debe ser una locura.
–Tras el triunfo, se le habrá caído sin duda un enorme peso del corazón.
–En estos momentos no puedo expresar lo que me conmueve. Preciso algún tiempo para percatarme de lo que ha sucedido. Tengo que dejar con calma que todo surta efecto en mí.
–¿Cómo valora el triunfo en el Mundial con Ferrari en comparación con los dos primeros con Benetton?
–Con Ferrari estuve tres veces a punto de conseguirlo y fracasé. Esto ha provocado en mí emociones muy especiales. Por lo tanto, no puedo comparar en realidad este título con los dos anteriores. Además, Ferrari tuvo que esperar 21 años para este momento. Este título lo he conquistado con Ferrari y Ferrari, con permiso, no es Benetton. La historia de Benetton no es tan grande como la de Ferrari. Por ello el título significa mucho más para mí.
–En la carrera de hoy, ¿por qué no salieron bien las cosas en la largada, por tercera vez consecutiva?
–Eso ya es tradición en nosotros...
–Dio vuelta la carrera en su segunda parada en el box. ¿Qué pasó allí?
–Cuando Mika (Hakkinen) enfiló a su box por segunda vez, sabíamos que yo podía dar aún dos vueltas más. Esa fue la situación clave. El problema era que delante mío había muchos autos y era difícil pasarlos. Y cuando entré en la recta de los boxes, delante de mí había un Benetton en trompo. Cuando apreté el acelerador para salir, tenía miedo de no poder salir a la pista antes que Hakkinen. Pero Ross Brawn me dijo por radio: “Va bien, va bien”. El no podía ver a mi rival cuando salí de los boxes y gritó: “¡La cosa va tremendamente bien!”.
–¿Se va a celebrar ahora la victoria?
–No habíamos planeado nada. Yo pedí expresamente no preparar nada porque trae mala suerte. Ahora improvisaremos y festejaremos sin duda. Quiero dar las gracias en italiano: Grazie, grazie, grazie...


QUIEN ES EL NUEVO CAMPEON DEL MUNDO
Las máquinas también pueden llorar

Ganar es el único objetivo de Schumacher, que parece una máquina programada para lograr su objetivo, pero que a veces saca a relucir su cara más humana. Las lágrimas han descubierto su faceta sentimental. Cuando ganó en Monza, el mundo se conmovió al ver cómo el robot dejaba escapar unas lágrimas fruto de la tensión acumulada tras tres abandonos consecutivos. El llanto de Monza, unido al de Suzuka, han roto el “cliché”: la computadora alemana también siente.
A lo largo de su fulgurante carrera en la Fórmula 1 (debutó el 25 de agosto del ‘91 y sólo un año y cinco días más tarde ya ganó su primer Gran Premio), Schumacher ha intentado luchar contra esa imagen que retrató uno de sus rivales, el inglés Damon Hill: “Es un clon, una máquina”.
“Me encantaría sentarme tranquilamente con mis amigos en una terraza a tomar una cerveza, pero desgraciadamente eso ya no es posible”, ha dicho más de una vez el piloto, que se construyó un caparazón de arrogancia y frialdad como medio de autoprotección.
Con unos ingresos anuales que rondan los 38 millones de dólares anuales, el germano es uno de los deportistas mejor pagados del mundo. Sin embargo, la estrella de 31 años aún intenta alejarse de las cámaras. En 1996 abandonó Montecarlo y se instaló en la pequeña localidad suiza de Vufflens-le-Chateaux en una lujosa mansión donde vive con su mujer Corinna, su hija Gina Maria, de poco más de tres años, y su hijo Mick, que cumplió hace poco su primer año. Schumacher no se plantea un regreso a Alemania. “No entra en mis planes”, asegura. Aun así, siempre que puede, vuelve a visitar a sus padres Rolf y Elisabeth, divorciados.
Su principal afición es el fútbol, que practica siempre que puede. Jugó hasta este año en su equipo de aficionados de toda la vida, el FC Aubonne. El club despidió esta temporada a su técnico, y en solidaridad Schumacher se marchó con él al FC Echichens.
En nueve años de campaña en Fórmula 1, Schumacher corrió 143 pruebas, de las cuales ganó 43, el 30 por ciento: sólo Alain Prost, con 51, ganó más. Pero, claro, Prost nunca pudo salir campeón con Ferrari...

 

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