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Un repudio a la nave que fue prisión de Pinochet

 

El buque escuela chileno �Esmeralda�, que llegó el jueves y se va hoy, fue escrachado: en 1973 sirvió de centro de torturas flotante por el que pasaron 120 prisioneros.

 

Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes)  Excepto por un grupo de manifestantes de organismos de derechos humanos y de partidos de izquierda, nadie prestó demasiada atención al buque escuela chileno “Esmeralda”, que amarró el jueves en la dársena norte y que parte hoy. Pero la nave, un esbelto clipper de cuatro mástiles, fue usada durante la dictadura de Augusto Pinochet como centro de torturas. Se calcula que por allí pasaron cerca de 120 detenidos. El “Esmeralda” zarpó en viaje de instrucción de Valparaíso el 29 de abril y ya fue repudiada en los puertos de Salvador, Río de Janeiro, Baltimore, Nueva York, Quebec, Halifax y Montevideo.
Según consta en el informe Reittig –donde se registraron las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura pinochetista–, “las investigaciones practicadas por esta comisión (de Verdad y Reconciliación) permitieron comprobar que una unidad especializada de la Armada se instaló en el interior del buque escuela ‘Esmeralda’ con el objeto de interrogar a los detenidos que se encontraban en la misma nave y a los que eran traídos desde otros recintos de reclusión de la Armada. Estos interrogatorios, por regla general, incluían torturas y malos tratos”.
El 26 de junio pasado –Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de Torturas– el “Esmeralda” estaba en Baltimore, Estados Unidos. Un día antes, se había realizado frente al clipper un servicio religioso para recordar a las víctimas que pasaron por allí durante la dictadura chilena. El 2 de julio el barco llegó a Nueva York para participar de la regata “Operación Velero 2000”. Allí fue repudiado por el Comité para la Justicia en Chile, La Peña del Bronx y la Red Chilena Indígena y Popular. En Quebec y Halifax, Canadá, su presencia también causó indignación, como en Brasil y Uruguay.
En Buenos Aires, un grupo de manifestantes de agrupaciones de izquierda y de derechos humanos hizo el jueves un “escrache”, que fue encabezado por una bandera en la que se leía: “No al buque de la muerte. Castigo a todos los culpables”. Las agencias de noticias consignaron que el “Esmeralda” estuvo “rodeado con vallas y custodiado fuertemente por efectivos de Prefectura —incluso un grupo de choque armado con cascos, escudos y armas lanzagases— que, en rigor, eran más que los manifestantes”.
El sacerdote Miguel Woodward fue una de las víctimas de la Armada chilena que pasó por el buque. Había nacido el 25 de enero de 1932 en Valparaíso, Chile, de padre inglés y madre chilena. A los 15 partió a estudiar a Inglaterra. Después de graduarse en Ingeniería Civil volvió a Chile e ingresó al seminario. Fue ordenado sacerdote de la Iglesia Católica en 1961. Su destino como religioso fue Peña Blanca, en la diócesis de Valparaíso. Pero luego de un período como párroco de ese lugar trabajó en los astilleros de Las Habas como cura obrero y en un centro de estudios y capacitación laboral que ofrecía cursos de formación universitaria a trabajadores.
Pocos días después del golpe del 11 de setiembre de 1973, la casa de Woodward fue allanada. Pero el sacerdote –que fue militante de MAPU, un partido político dentro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende y perteneció al movimiento Cristianos por el Socialismo– había tomado recaudos y se había alejado. Volvió diez días después y fue arrestado por una patrulla naval. Algunas declaraciones de testigos indican que en un primer momento habría sido conducido a un cuartel de Carabineros en el cerro Barón. Luego fue llevado al buque escuela “Esmeralda”, que estaba anclado en el puerto de Valparaíso.
El 22 de setiembre de 1973 un médico fue llamado al barco para atender a Woodward, que padecía graves heridas causadas por los malos tratos recibidos. El profesional diagnosticó que el sacerdote no sobreviviría más de una hora y ordenó que fuera llevado al Hospital de Playa Ancha. Los marinos accedieron, pero el hombre murió en el camino. El hospital emitió un certificado en el que consta que falleció a las 12 en la vía pública. Aunque el obispado pidió su cuerpo para enterrarlo, Woodward fue depositado por la Armada en una fosa común, un hoyo grande al borde del Cementerio de Playa Ancha. Su hermana, Patricia Woodward Bennets, miembro de Amnistía Internacional de España, donde vive, denuncia la historia negra del barco en cada país en el que atraca.
Luis Vega Contreras es un sobreviviente del barco escuela. De su testimonio ante Amnistía Internacional –reproducido por el diario chileno El Mirador– se desprende que el hombre fue detenido el mismo día del golpe militar y fue llevado al buque junto con otros 110 prisioneros políticos. Sus captores lo colocaron desnudo bajo un chorro de agua de mar de alta presión y utilizando lanzas hechas de palo le daban puntadas para mantenerlo debajo del agua. Vega Contreras aseguró que las mujeres fueron vejadas sexualmente. El actual capitán del buque, Edmundo González, trata de defender el pasado de su nave en todo el mundo. En Canadá, les dijo a los periodistas de Halifax: “Todo lo que se dice sobre mi barco es falso. De ninguna manera el ‘Esmeralda’ fue un buque de tortura o una prisión”.
Este no fue el primer viaje en el que el “Esmeralda” fue repudiado. En 1974 las protestas de sindicatos y organizaciones no gubernamentales lograron impedir que atracara en el puerto de San Francisco. Dos años después enfrentó protestas en Baltimore, donde participó en la celebración del bicentenario de Estados Unidos. En 1986 el buque volvió a ese país para participar de otra fiesta de bicentenario, esta vez el de la Estatua de la Libertad, y el Senado norteamericano aprobó una resolución en la que condenó la participación del barco en el festejo.

Una demanda argentina

Por V. G.

Familiares de argentinos asesinados por la dictadura chilena iniciarán una querella contra Augusto Pinochet. Es la primera demanda de este tipo que se presenta en ese país. Hasta ahora los casos que van a ser presentados ante el juez Juan Guzmán son los de Bernardo Lejderman y Oscar Héctor Bugallo, pero sus familiares esperan sumar más.
Según su partida de defunción, Oscar Bugallo fue asesinado en Maipú, Chile, el 17 de octubre de 1973, a los 24 años, por “herida de bala con salida de proyectil”. Bugallo provenía de una familia simpatizante del Partido Comunista. Cuando Salvador Allende llega la presidencia de Chile el joven, sin pertenecer a ninguna agrupación, viajó para vivir la experiencia socialista. Cuando volvió a Buenos Aires se ganó el apodo de “el chileno” porque había adquirido el acento característico de ese país. Convencido de la inminencia del golpe militar, el 5 de setiembre de 1973 Bugallo volvió a Chile, para ayudar en la resistencia. Su hermana Mónica relató que después de la instalación de la dictadura recibió una carta de Oscar en la que le contaba que estaba viviendo simulando una adhesión al nuevo régimen. Allí hablaba de un argentino cuyos amigos estaban presos.
Ni la familia Bugallo ni la mujer de Oscar, Olga Reynoso, recibieron más noticias hasta que el diario La Opinión informó del hallazgo de tres argentinos asesinados en Chile: Oscar Bugallo, Teodoro Konoba y Miguel Angel Lacorte. Las familias reclamaron los cuerpos que llegaron, luego de varias peripecias, el 24 de noviembre. Posteriormente los Bugallo supieron que un peruano detenido en el Estadio Nacional vio el 15 de octubre de 1973 a un argentino al que le decían el chileno.
Bernardo Lejderman y su mujer María Rosario Avalos Castañeda –de origen mexicano– fueron asesinados por la dictadura pinochetista en diciembre de 1973. Su hijo Ernesto, que por ese entonces tenía dos años y medio, fue criado por sus abuelos paternos en Buenos Aires. Ernesto creyó durante mucho tiempo que sus padres habían muerto en un accidente de tren pero ya hace diez años está reconstruyendo su historia, que fue publicada por Página/12. El caso Lejderman tomó relevancia a fines de agosto, cuando un ex militar reveló datos sobre su ejecución. Este asesinato estaba siendo tratado como uno más de los tantos crímenes de la dictadura de Pinochet, pero Lejderman y Reynoso decidieron abrir una querella particular que englobara a los argentinos, y esperan que otros familiares se sumen a esta iniciativa. Ya cuentan con el apoyo de los organismos de derechos humanos argentinos y de la abogada chilena Verónica Reyna Morales. “Antes la situación política no ayudaba para hacer este tipo de denuncia pero creo que hoy han cambiado muchas cosas en Chile”, afirman.

 

Una lista de víctimas

Listado de ciudadanos argentinos asesinados en Chile aportado por la Comisión de Familiares de Víctimas en Chile: Carlos Rodolfo Adler Zulueta, Beatriz Elena Díaz Agüero, Bernardo Lejderman, Hugo Norberto Ratier Noguera, Oscar Héctor Bugallo, Benjamín Garzón Morillo, Teodoro Konoba Krul, Miguel Angel Lacorte, José Luque Schurman, Manuel Norberto Mezquita Ramírez y Alberto Esteban Palacios González.

 

 

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