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![]() Los tambores de una guerra multiplicaron las actividades diplomáticas para frenar la escalada. Barak llamó al presidente egipcio Hosni Mubarak para pedirle que lo convenza a Arafat de reestablecer la calma en los territorios palestinos; el presidente norteamericano Bill Clinton habló con Barak y Arafat; el presidente ruso Vladimir Putin hizo lo mismo con su par sirio, Bashar Al Assad, mientras enviaba a su canciller Igor Ivanov a Damasco para intentar una mediación. El canciller sirio Faruk Al Shara dijo que ni el Líbano, ni Hezbollah ni Siria desean una guerra contra Israel. La Casa Blanca pidió a España y Francia que medien ante Irán para lograr la liberación de los tres soldados israelíes secuestrados el sábado por la guerrilla pro iraní libanesa Hezbollah (ver nota aparte). En el terreno internacional, donde parecen puestas por ahora las esperanzas de que el conflicto no derive en guerra, la Autoridad Palestina se encuentra en buena posición: anteayer a la noche el Consejo de Seguridad de la ONU condenó el recurso excesivo de la fuerza con los palestinos. Estados Unidos podría haber vetado el documento, pero puedo comprender lo que pasó, declaró Barak. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, dijo que su país se abstuvo para mantenerse como un mediador de paz creíble en Medio Oriente. Pero los tambores de guerra siguen sonando. El jefe del Consejo Nacional de Seguridad israelí, general Uzi Dayan, aclaró que nos hallamos al comienzo de un nuevo período, que requiere iniciativas del Ejército israelí y no sólo operaciones defensivas. Las fuerzas palestinas están en estado de alerta máximo y ayer tomó la misma medida el Ejército libanés.
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