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LA BERSUIT PRESENTO “HIJOS DEL CULO”, SU NUEVO DISCO, EN CORDOBA
Más pijama party de protesta social

Con un show a beneficio de la fundación dirigida por el basquetbolista Héctor �Pichi� Campana, el grupo mostró por primera vez en Argentina sus nuevas canciones, en un abanico que incluye rancheras, cuartetazos, murga y candombe.

Por Pablo Plotkin

t.gif (862 bytes)  “Levanten la mano los que alguna vez se masturbaron con una petisa culona”, dijo Gustavo Cordera metido en un pijama de algodón rojo. La mayoría masculina del público levantó los brazos como en una ola futbolera y prorrumpió en un grito hormonal. El cantante calvo sonrió y asintió como diciendo “ésos son mis muchachos...”. “Bien, ésta va dedicada a todos ustedes”, expresó después de anunciar el “humilde homenaje” al cuarteto Leo (fundadores del cuartetazo) que conlleva una de las canciones del nuevo disco de Bersuit Vergarabat, Hijos del culo. Y aunque “La Petisita Culona” es, en realidad, una ranchera, la síntesis sonora de Bersuit 2000 se basa en la música tropical (cumbia, cachaca, salsa), pero, sobre todo, en el candombe. El viaje de la banda a la ciudad de Córdoba significó la primera exposición pública de su nuevo compendio de canciones. A beneficio de la fundación Corazoncitos (creada por el héroe del básquet local, Héctor “Pichi” Campana, para subvencionar operaciones cardiovasculares de los pibes del Hospital de Niños cordobés) 5 mil personas asistieron el viernes al Pajas Blancas Center, en las afueras de la ciudad, para ver el primer show del segundo capítulo en la vida de Bersuit Vergarabat como grupo de rock de masas.
“Le debemos mucho a Córdoba y creíamos que era hora de retribuirle algo por todas las canciones que esta provincia nos inspiró a escribir”, contestó el Pelado Cordera cuando, a la tarde, un reportero local le preguntó por qué presentaban Hijos del culo allí. Así que, respondiendo a la solicitud de los artistas, el sello discográfico Universal convocó a la prensa porteña y latinoamericana y la trasladó en un vuelo charter abordado por 120 personas, entre músicos, periodistas, ejecutivos y empleados de la compañía. En el aeropuerto Pajas Blancas, los Bersuit fueron recibidos por una banda impecablemente orquestada y un grupo de malabaristas-payasos que hacían lo suyo alrededor de los músicos. Un aterrizaje bastante estruendoso. Nacho Goano, movilero de “El Rayo”, vociferó que debían sentirse como Los Beatles y les puso el micrófono en la boca. Entre agradecidos y desconcertados, los Bersuit abordaron la van que los llevaría al estadio para la prueba de sonido.
El show empezó con temas de Libertinaje, el disco anterior de Bersuit (el primero producido por Gustavo Santaolalla) que los sacó de los subsuelos porteños para convertirlos súbitamente en una banda con proyección internacional (con los hits contestatarios “Sr. Cobranza” y “Se viene” de por medio). Así que, como para romper el hielo, el candombe melancólico “Murguita del Sur”, “A los tambores”, el viejo clásico “Venganza de los muertos pobres” y la cumbia “Yo tomo” abrieron el fuego. En el primer tramo vistieron sus pijamas tradicionales, algo andrajosos. Luego se apagaron las luces; ellos desaparecieron del escenario y una voz en off habló sobre la identidad de “los hijos del culo”: los seres que habitan el Tercer Mundo, los que son tratados como mierda. “Los despedidos del banquete, los expulsados del Paraíso, los amantes de lo prohibido”. Entonces los artistas reaparecieron, esta vez enfundados en pijamas más modernos y vistosos, con números en la espalda y colores vivos. “Ha nacido un nuevo engendro y lo presentamos acá en Córdoba”, gritó Cordera antes de arrancar con “El Gordo Motoneta”, la canción que abre el nuevo disco.
A Bersuit Vergarabat le gusta mostrar todo aquello que en el mundo occidental es considerado de mal gusto. Sus canciones hablan –en ritmo de Carnaval– de promiscuidad, narcóticos, incesto, locura. Algo así como Los Auténticos Decadentes después de diez sesiones de electro-shock en un pabellón psiquiátrico. Aun así, Hijos del culo es políticamente menos revulsivo que Libertinaje. Profundizando en el candombe y en la tradición de murgas uruguayas, casi todas las historias del quinto disco de Bersuit son pequeños relatos situados en alguna ciudad de América latina. Más que la lírica, el ritmo se encarga de dibujar el escenario. Así brillan “Toco y me voy” (una bossa candombe dedicada a Ricardo Bochini), “Porteño de ley”, el chamamé “Grasún”, “Negra Murguera” y la balada “Veneno de Humanidad”. Es una pena que el corte de difusión, “La Bolsa”, no sea más que un slogan publicitario “bardero” y efectista (“devolvé la bolsa”, “esta noche no nos puede faltar”). Un hit tan instantáneo como hueco.
“Haceme un pete, Chupete”, pronunció el Pelado Cordera promediando el bloque central del show, en medio de “Tuyú”. Antes de los bises sonaron “Sincerebro”, “Sr. Cobranza” (el momento más intenso de la noche) y “La Bolsa”, dedicado por el cantante a la Mona Jiménez y el cuartetazo, “que es más rock and roll que el propio rock and roll”. De vuelta sobre el escenario, la banda tocó “Veneno de humanidad” y “CSM” (el adhesivo “comando culo mandril”, que incluyó una coreografía con el culo al aire de Cordera y los otros dos cantantes, Daniel Suárez y Germán Sbarbati). La cosa cerró con “Se viene”, las banderas en alto y la promesa de un inminente estallido social. Con la temperatura arriba, los pibes y las chicas desalojaron el galpón. Era una noche magnífica en Córdoba y todavía había tiempo para ir a bailar al centro. Afuera del Pajas Blancas Center, al borde de la ruta, los choripanes salían de a decenas y los colectivos se llenaban como latas de sardinas.

 

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