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Genoud no tiene aún su reemplazo

 

El PJ prefiere a Losada y salió a operar ese apoyo. Ayer, el misionero se reunió con Alfonsín. Los otros tres candidatos.

 

Por Felipe Yapur

t.gif (862 bytes)  La lucha por la sucesión de la presidencia provisional del Senado, cargo al que renunció el radical José Genoud el domingo, generó expectativas y hasta operaciones tanto en el bloque oficialista como en el justicialismo. Anoche, los senadores radicales debatieron largamente el nombre del virtual número dos de Fernando de la Rúa. Al cierre de esta edición, la reunión se había trasladado hasta el comité nacional de la UCR donde se encontraban reunidos el jefe del bloque, Mario Losada, y el presidente del radicalismo, Raúl Alfonsín.
Aunque parezca una obviedad, el reemplazante de Genoud importa a todos. Los justicialistas desesperan por saber quién será el elegido, y pretenden “influir en la designación”. Es por ello que no dudaron en difundir las razones por las que aceptarían o rechazarían a tal o cual senador radical. Entre los radicales también hubo negociaciones, conversaciones y, por qué no, operaciones. La lucha, como reconocieron varios operadores, fue “cordial” pero también intensa en la pelea por ser el elegido para secundar al Presidente.
Fue así que ambos bloques mantuvieron durante la tarde de ayer extensas reuniones por separado. El único punto que los encontró coincidiendo fue que el tratamiento de la renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez a la vicepresidencia sea tratada en sesiones por separado. Ni uno ni otro ven conveniente una asamblea legislativa porque, como reconoció un senador del PJ, “sería menos traumática y no queremos que se haga un show”.
De la reunión justicialista surgió otro punto que calmó los espíritus radicales. El titular del bloque del PJ, José Luis Gioja, aseguró que el puesto de Genoud será ocupado por otro radical, pero advirtió que es “imprescindible” conformar “una mesa de diálogo y consenso político”. Otro senador, cuya opinión pesa a la hora de las definiciones, dijo que el PJ quiere “alguien que sirva de interlocutor con el Ejecutivo y que conozca el manejo de la cámara”. De hecho, estas frases suenan a anuncios sobre “el poder de veto” que puede llegar a ejercer la oposición ante un candidato que no guste a las bancas.
Por otra parte, en el PJ saben que deben aprovechar una oportunidad que no se da todos los días como es la de poder cambiar la conducción de la Cámara. Es por ello que no sólo pretenderán eyectar de la vicepresidencia primera del cuerpo al bonaerense Antonio Cafiero –autoexcluido del bloque desde que confirmó sus certezas sobre la existencia de sobornos en el cuerpo ganándose la enemistad de la bancada–, sino que también quieren para sí la secretaría Parlamentaria o Administrativa del Senado. Esta posibilidad se incrementó luego de que presentaron sus renuncias los secretarios administrativo, Ricardo Mitre (el hombre de Alvarez en ese cargo) y parlamentario Mario Pontaquarto (un incondicional de Genoud).
Pero mientras el PJ se encerraba a discutir sobre los pasos a seguir, Genoud relataba a la prensa las razones de su dimisión. “No dejé mi cargo apenas se conoció la renuncia de Alvarez porque se hubiera hecho cargo del Senado un miembro de la oposición”, dijo antes de recordar con cierta ironía que cuando fue elegido titular de bloque y luego presidente provisional “no hubo manifestaciones en contra por parte del vicepresidente”.
En tanto, los miembros del bloque radical recién se encontraron una vez que concluyó la reunión de Gabinete. Allí se analizaron los posibles reemplazos de Genoud. Tras algo más de dos horas de debate no alcanzaron un acuerdo lo que obligó a Losada a dirigirse al Comité Nacional de la UCR con la intención de que Alfonsín ayude a destrabar la definición.
Los cuatro candidatos del radicalismo estuvieron en la boca de todos los legisladores y fueron objetos de operaciones a favor y en contra.
José María García Arecha: no niega lo bien que le cae esta posibilidad. Su amistad con De la Rúa es uno de los puntos que exhibe como capital a su favor. Pero el justicialismo ya le sacó bolilla negra. “Ni siquiera tiene trato con nosotros. Cómo podemos saber que tiene capacidad para dirigir la Cámara”, se quejó un influyente integrante de esa bancada.
Luis Molinari Romero: El principal “defecto” que le atribuyen al representante por Córdoba es la cercanía que mantendría con Chacho. “Rechazamos todo lo que tenga olor a Alvarez”, dijo un justicialista. Sus compañeros de bancada, buscando ser más benévolos, le achacan “cierta tendencia a candidatearse a cuanto cargo vacante hay en la Cámara”.
Pedro Villarroel: el nombre del catamarqueño sonó con mucha insistencia y hasta se lo dio como “número puesto”. Pero Villarroel reconoció a Página/12 que “nadie me ofreció nada” y aseguró que no lo llamó ni De la Rúa ni Alfonsín. “Me enteré de mi nominación en el aeródromo de Catamarca. Es un cargo difícil, pero yo no vine acá porque era fácil la tarea”, señaló. Desde el PJ se escucharon fuertes críticas, primero lo sindicaron como miembro del influyente “grupo Sushi”. Luego deslizaron que fue funcionario de la dictadura. Fuentes cercanas al catamarqueño consideraron como disparatado lo primero y ridículo lo segundo: “Durante la dictadura defendió presos políticos”, dijeron.
Mario Losada: el titular del bloque radical es el único candidato que recibió el apoyo del justicialismo. Durante toda la tarde senadores de la oposición resaltaron –off the record– las condiciones de Losada. Este “inusitado” respaldo generó en el entorno del senador misionero desconfianza y desagrado. Creen ver una operación en su contra. Y no es para menos. La gente del senador teme que se reedite la situación de Genoud, quien contó con la preferencia y el apoyo del entonces jefe del bloque del PJ, Augusto Alasino. Pero este no es el único punto que juega en contra de las aspiraciones de Losada, quien no oculta su deseo por ser el segundo hombre en la línea de sucesión presidencial. El problema que tiene el misionero es su reemplazo en la titularidad del bloque. No hay entre los senadores radicales uno que concite la adhesión de la mayoría. Por eso, la definición del nuevo presidente provisional se demorará al menos 24 horas más.

OPINION

¿Dirigentes o dirigidos?

Por Luis Zamora

Miro a Alvarez renunciando desde el Castelar. Denuncia la crisis terminal de una forma inmoral de hacer política vinculada con el poder económico y alejada de la gente. Señala que no puede continuar luchando desde el poder para no avalar que se siga promocionando a los corruptos. Seguirá luchando, afirma, pero desde el llano. Paradójicamente asegura que continuará fortaleciendo a la Alianza. Me surgen infinidad de interrogantes: ¿Y Fernández Meijide, Ibarra, Alessandro, Bravo, etc.? ¿Por qué se quedan? ¿Por qué el mismo Alvarez les exige quedarse? ¿Por qué ellos sí estarían en condiciones de seguir peleando desde sus cargos contra esa forma vergonzosa de hacer políticas y Alvarez no?
¿Por qué irse –priorizando lo que le conviene o no a su imagen– diciéndole al pueblo que siga esperando y soportando poderes políticos inmorales, gobiernos para pocos, ajustes y pobreza para muchos? ¿Por qué renunciar y sólo mostrar como camino el confiar en Alvarez, u otros “honestos” como él, votándolos dentro de uno, dos, tres o más años? ¿No hubiera sido “más ético” proponerle al pueblo que confíe en sus fuerzas rodeando, por ejemplo, al Congreso, hasta que todo el Senado se vaya o, a la Rosada, hasta que los sospechados en vez de ser ascendidos tuvieran que irse? No se trata de que un dirigente pelee, por más “honesto” o “heroico” que se crea, sino que sea el pueblo el que tome en sus manos la defensa de sus derechos.
Alvarez no lo propuso. Allá él. Pero el desafío está igualmente planteado. No se trata de seguir buscando al dirigente honesto que nos cambie la vida agobiante y angustiosa que sufrimos. Como dice Dardo Scavino eso no es democracia. La espera del dirigente honesto para que nos gobierne bien es propio de la aristocracia, el gobierno de los virtuosos, de unos pocos “elegidos”. Para ello se proponía De la Rúa antes, Alvarez ahora. La democracia es, por el contrario, el gobierno del pueblo, de todos nosotros. No se trata de buscar dirigentes que nos pretendan dirigir sino dirigentes que acepten ser dirigidos... por nosotros, por el pueblo. En la nueva Yugoslavia cuando la población salió a la calle no hubo tanques ni dictadores que pudieran frenarla. Hace pocos años, en Santiago del Estero, los santiagueños dieron al país un ejemplo similar. Que otros se resignen o esperen a los “iluminados”. Si rodeamos el Congreso y les impedimos funcionar hasta que se vayan empezaremos a cambiar la historia que nos agobia todos los días. Tato Pavlovsky nos viene diciendo que se están gestando nuevas formas de justicia creando un murmullo inaudible y ensordecedor. Estaremos construyendo nuestra historia con la alegría y el entusiasmo de la solidaridad, de lo colectivo, del codo a codo. Equivocándonos, acertando, aprendiendo, pero nosotros en defensa de nosotros mismos.

 

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