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Un preso dijo que en el penal le encargaron matar a otro detenido

Se trata de la Unidad 9 de La Plata. Un preso denunció ante un juez que el jefe de la cárcel le ofreció facilitarle un escape a cambio de matar a un implicado en la causa AMIA.

Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes)  El preso mostró sus dos muñecas. Estaban esposadas. Acto seguido, metió su mano dentro del calzoncillo y extrajo una llave. “Pruebe usted mismo”, le dijo al juez. El adminículo entró perfectamente en el orificio de la cerradura. Giró y abrió las esposas. “Me ofrecieron que me escapara.” “¿A cambio de qué?”, preguntó el juez. “A cambio de que me lo cargara a Solari”, respondió el esposado con llave. El preso se llama Leandro Incaminato, detenido hasta la semana pasada en la Unidad 9, de La Plata. El juez es Guillermo Atencio, del Juzgado de Garantías Nº 1, también platense. Solari es Ramón Solari, que no es ex policía como suponen los presos del penal, pero sí una clave del caso AMIA: durante un año desvió la investigación con una historia que, después confesaría, se trataba de una fábula preparada por la Bonaerense para limpiar de sospechas al otrora poderoso comisario Juan José Ribelli, uno de los acusados en la causa por la voladura de la mutual judía. Solari también está alojado en la U9. “¿Quién le ofreció el trato?”, preguntó el juez. “El jefe del penal”, respondió Incaminato.
Incaminato cumple condena en la U9 por el asesinato de un pizzero. Comparte su celda con un detenido de apellido Miranda. La última semana de setiembre, los dos pidieron entrevistarse con Atencio. Tenían un asunto que comentarle. La audiencia tuvo lugar el primer martes de octubre. En presencia del juez de Garantías, Incaminato inició su relato, que más que relato era una denuncia.
Durante una requisa en el calabozo del dúo Incaminato-Miranda, los guardiacárceles detectaron un par de facas ocultas bajo uno de los colchones. “No eran nuestras”, aseguró el denunciante. Ambos terminaron en el despacho del jefe del penal, el alcaide Valdez: “Propuso habilitarnos la fuga si ensartábamos a Solari”.
Solari no es un niño de pecho. Cumple condena perpetua como responsable de la llamada “masacre de Benavídez”, ocurrida en 1994, cuando asesinó por encargo de un prestamista a un matrimonio y a una de sus dos hijas. La otra zafó y no por piedad. Simplemente, quedó gravemente herida y la creyó muerta. Cuando lo capturaron fue alojado en la Brigada de Vicente López. El comisario a cargo, Miguel Angel Garello, presentó una carta del detenido al embajador de Israel, Yitzhak Aviran, en la que proporcionaba datos sobre la voladura de la AMIA. La nota llegó al juez Juan José Galeano y, durante ocho meses, la investigación se concentró en esos datos: Solari aseguró que no había sido Ribelli sino él quien recibió la Trafic utilizada en el atentado, de manos de Carlos Telleldín, y que, después, la entregó “a unos árabes” de la comunidad islámica de la triple frontera. La versión, obviamente, quitaba el cepo del cuello del comisario y los policías Irineo Leal y Mario Bareiro.
Pero Galeano cayó en la cuenta de la falsedad y Solari confesó que había recibido instrucciones de la Bonaerense para desviar la investigación. Según el confeso cuentista, el propio Ribelli le ofreció 100 mil pesos y la fuga si cantaba la versión trucha. Pero a partir de su confesión, la cabeza de Solari pasó a tener un precio mucho más alto. En mayo pasado, mientras se encontraba en el penal de Sierra Chica, el preso Rafael Domínguez dijo que le ofrecieron la fuga si mataba “al buchón Solari”. Se negó y lo molieron a palos.
La semana pasada, Incaminato iniciaba el mismo recorrido, según su denuncia ante Atencio. “Valdez dijo que teníamos que matarlo durante un corte de luz.” Tras el crimen, la dupla Incaminato-Miranda sería trasladada al hospital del penal, desde donde podrían fugar. Siempre según los denunciantes, Valdez les entregó la llave de las esposas. “Era una llave de tipo universal”, deslizó a Página/12 una fuente cercana a la investigación. Según Incaminato, el día que debían acuchillar a Solari, efectivamente se cortó la luz del penal en varias oportunidades, y pudoobservar cómo un guardia se asomaba a la celda para constatar si el pacto se había cumplido. Incaminato no cumplió el supuesto plan y la mejor prueba es que Solari sigue vivo. En castigo, fue alojado en una celda de aislamiento.
Atencio presentó una denuncia ante la fiscalía platense de Daniel Urriza. Y también Galeano fue enterado. Aunque el juez del caso AMIA solicitó la protección de Solari, una fuente muy cercana al juzgado federal deslizó a este diario que una hipótesis que “no descartamos es que todo sea un plan urdido por el mismo Solari para obtener algún tipo de beneficio, como su mudanza”.

 

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