Por
Horacio Cecchi
El preso mostró sus dos muñecas. Estaban esposadas.
Acto seguido, metió su mano dentro del calzoncillo y extrajo una
llave. Pruebe usted mismo, le dijo al juez. El adminículo
entró perfectamente en el orificio de la cerradura. Giró
y abrió las esposas. Me ofrecieron que me escapara.
¿A cambio de qué?, preguntó el juez.
A cambio de que me lo cargara a Solari, respondió el
esposado con llave. El preso se llama Leandro Incaminato, detenido hasta
la semana pasada en la Unidad 9, de La Plata. El juez es Guillermo Atencio,
del Juzgado de Garantías Nº 1, también platense. Solari
es Ramón Solari, que no es ex policía como suponen los presos
del penal, pero sí una clave del caso AMIA: durante un año
desvió la investigación con una historia que, después
confesaría, se trataba de una fábula preparada por la Bonaerense
para limpiar de sospechas al otrora poderoso comisario Juan José
Ribelli, uno de los acusados en la causa por la voladura de la mutual
judía. Solari también está alojado en la U9. ¿Quién
le ofreció el trato?, preguntó el juez. El jefe
del penal, respondió Incaminato.
Incaminato cumple condena en la U9 por el asesinato de un pizzero. Comparte
su celda con un detenido de apellido Miranda. La última semana
de setiembre, los dos pidieron entrevistarse con Atencio. Tenían
un asunto que comentarle. La audiencia tuvo lugar el primer martes de
octubre. En presencia del juez de Garantías, Incaminato inició
su relato, que más que relato era una denuncia.
Durante una requisa en el calabozo del dúo Incaminato-Miranda,
los guardiacárceles detectaron un par de facas ocultas bajo uno
de los colchones. No eran nuestras, aseguró el denunciante.
Ambos terminaron en el despacho del jefe del penal, el alcaide Valdez:
Propuso habilitarnos la fuga si ensartábamos a Solari.
Solari no es un niño de pecho. Cumple condena perpetua como responsable
de la llamada masacre de Benavídez, ocurrida en 1994,
cuando asesinó por encargo de un prestamista a un matrimonio y
a una de sus dos hijas. La otra zafó y no por piedad. Simplemente,
quedó gravemente herida y la creyó muerta. Cuando lo capturaron
fue alojado en la Brigada de Vicente López. El comisario a cargo,
Miguel Angel Garello, presentó una carta del detenido al embajador
de Israel, Yitzhak Aviran, en la que proporcionaba datos sobre la voladura
de la AMIA. La nota llegó al juez Juan José Galeano y, durante
ocho meses, la investigación se concentró en esos datos:
Solari aseguró que no había sido Ribelli sino él
quien recibió la Trafic utilizada en el atentado, de manos de Carlos
Telleldín, y que, después, la entregó a unos
árabes de la comunidad islámica de la triple frontera.
La versión, obviamente, quitaba el cepo del cuello del comisario
y los policías Irineo Leal y Mario Bareiro.
Pero Galeano cayó en la cuenta de la falsedad y Solari confesó
que había recibido instrucciones de la Bonaerense para desviar
la investigación. Según el confeso cuentista, el propio
Ribelli le ofreció 100 mil pesos y la fuga si cantaba la versión
trucha. Pero a partir de su confesión, la cabeza de Solari pasó
a tener un precio mucho más alto. En mayo pasado, mientras se encontraba
en el penal de Sierra Chica, el preso Rafael Domínguez dijo que
le ofrecieron la fuga si mataba al buchón Solari. Se
negó y lo molieron a palos.
La semana pasada, Incaminato iniciaba el mismo recorrido, según
su denuncia ante Atencio. Valdez dijo que teníamos que matarlo
durante un corte de luz. Tras el crimen, la dupla Incaminato-Miranda
sería trasladada al hospital del penal, desde donde podrían
fugar. Siempre según los denunciantes, Valdez les entregó
la llave de las esposas. Era una llave de tipo universal,
deslizó a Página/12 una fuente cercana a la investigación.
Según Incaminato, el día que debían acuchillar a
Solari, efectivamente se cortó la luz del penal en varias oportunidades,
y pudoobservar cómo un guardia se asomaba a la celda para constatar
si el pacto se había cumplido. Incaminato no cumplió el
supuesto plan y la mejor prueba es que Solari sigue vivo. En castigo,
fue alojado en una celda de aislamiento.
Atencio presentó una denuncia ante la fiscalía platense
de Daniel Urriza. Y también Galeano fue enterado. Aunque el juez
del caso AMIA solicitó la protección de Solari, una fuente
muy cercana al juzgado federal deslizó a este diario que una hipótesis
que no descartamos es que todo sea un plan urdido por el mismo Solari
para obtener algún tipo de beneficio, como su mudanza.
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