Por
Pablo Rodríguez
Exceptuando la guerra franca y abierta, la tensión en Medio
Oriente no podría ser mayor. Esto se comprueba tanto en los grandes
trazos (fin del ultimátum israelí a los palestinos, fracaso
de los llamados a negociaciones, etc.) como en los pequeños detalles.
También si conversamos con Mario Sznajder, profesor de Ciencia
Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén y analista
buscado por varios medios. En diálogo con Página/12, mostró
una posición nítida. Yasser Arafat está aliándose
con los sectores islámicos radicales y está tirando a la
basura el proceso de paz, espeta. Hay indicios de que estamos
en el inicio de una guerra religiosa, pronosticó, y señaló
a la dirigencia palestina en el origen de la situación actual.
¿Estamos ante el inicio de una guerra?
El gabinete del premier Ehud Barak evaluó dos opciones básicas:
responder a las presiones norteamericanas de sentarse a negociar en otra
cumbre o cerrar filas en torno de la formación de un gobierno de
unidad nacional. Pero ningún gobierno israelí va a sentarse
a negociar nada sin que cese la violencia palestina. Aún no se
alcanza a entender si las fuerzas palestinas no pueden contener a su pueblo
o si en realidad no hay ninguna orden seria para dicha contención.
Estamos en un panorama muy, pero muy complicado.
O sea, ante el inicio de una guerra.
Esto es algo aún más grave que un conflicto militar.
Consideremos que hay tres frentes de problemas. El primero es el palestino,
donde Yasser Arafat puede ser que no controle a sus fuerzas, pero donde
fundamentalmente está demostrando que no quiere negociar. Acaba
de liberar a las células terroristas de Hamas y de Jihad Islámica
de las cárceles palestinas. Los líderes de estos grupos
participaron en las últimas sesiones de la Autoridad Palestina.
Esto es gravísimo, es un muy mal augurio, porque significa que
Arafat está renunciando al proceso de paz. El segundo frente es
el sirio-libanés donde, a pesar de sus declaraciones, Siria no
se puede desentender de lo que está haciendo el Hezbolá
en el norte israelí. Aquí existe el peligro de que el conflicto
se internacionalice. Y el tercer frente, quizás el más preocupante
aunque parezca mentira, sea el de los árabes israelíes,
que se están poniendo del lado palestino. Los árabes israelíes
son el 18 por ciento de la población y lo que está pasando
es que se está quebrando la posibilidad de convivencia entre árabes
y judíos dentro de Israel.
O sea, que se vuelve al clima de los años 60.
Hay indicios de que estamos ante el comienzo de una guerra religiosa.
Las fuerzas palestinas no quisieron o no pudieron detener la destrucción
de la tumba de José. Al día siguiente una horda de judíos
atacó una mezquita en la zona de Tiberíades. La misma reacción
a la visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas es otro indicio
de una guerra religiosa. Y el problema de todo esto es que si se solucionan
dos de los frentes que describí (el palestino y el de la internacionalización
del conflicto), esto no incidiría sobre el tercero, que ya está
quebrado. Pero si alguno de estos dos frentes empeora, empeora el tema
de los árabes israelíes.
¿Se podría haber evitado todo esto?
Es imposible hacer juicios del tipo qué hubiera pasado
si. Supongamos que no se le permitía la entrada a Sharon
al Monte del Templo. Cualquier otro hecho habría desencadenado
esto. Lo de Sharon fue sólo el gatillo.
Pero la represión israelí fue condenada hasta por
la ONU. ¿Eso no es también un gatillo que se podría
haber evitado?
Las órdenes del Ejército israelí son muy claras
y se cumplen: sólo se dispara cuando la vida está en peligro.
Lo que ocurre es que la comunidadinternacional sigue pensando que estamos
ante la Intifada de 1987, con pobres niños palestinos tirando piedritas
contra crueles soldados judíos que los matan. La imagen es reforzada
por la del niño palestino que murió por balas israelíes.
Pero la realidad es que no se lanzan piedritas y, sobre todo, que detrás
de todo esto está el Tanzim, el brazo armado del partido Fatah
de Arafat, que sí utiliza armas. Eso no lo fotografía nadie.
O sea, que Arafat comenzó todo esto. ¿Cuál
supone que es su objetivo?
Arafat está ganando con la violencia. Todos quieren hablar
con él. Los palestinos quedan como víctimas. No sé
si Arafat quiere una guerra (no lo creo), pero sí que no hace nada
para calmar la situación. El pueblo palestino acumula muchas frustraciones
y esto es entendible, pero parte de la culpa es de la misma dirigencia
palestina que promete siempre que va a haber paz en dos minutos cuando
sabe que las negociaciones son un proceso largo. La irresponsabilidad
de Arafat es prometer todo, no cumplir nada y además, en este caso,
aliarse en momentos difíciles con los sectores islámicos
radicales. Que son los que quedaron fuera con el proceso de paz. Estos
mismos islámicos pueden matar a Arafat y el único que ha
comprendido bien esta situación dentro del mundo árabe es
el presidente egipcio Hosni Mubarak.
Sin embargo, la interpretación de la comunidad internacional
es que el problema hoy es más Barak que Arafat. ¿Israel
puede convertirse en un Estado paria?
No. La comunidad internacional está reaccionando como en
la época de la Intifada, pero pronto se va a dar cuenta de que
Arafat es quien está actuando irresponsablemente al aliarse con
quienes están en contra de la paz y de él mismo.
¿Este es el fin del proceso de paz?
Si Arafat no cambia su postura, sí.
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