El Yom Kippur (Día del Perdón) que terminó ayer
es para la religión judía una jornada de reflexión.
Quizá por eso mismo, el premier Ehud Barak está dispuesto
a dar por unos días a los palestinos para dar una oportunidad a
la mediación internacional, según el portavoz israelí
Nachman Shai. Así, el gobierno israelí postergó el
ultimátum que le dio al líder palestino Yasser Arafat para
que cesara la violencia en los territorios de la Autoridad Palestina,
mientras decidía extender el cierre de fronteras de estos territorios
que vencía ayer. Más aún: el gobierno israelí
ayer por la noche no rechazaba ya de plano, como había ocurrido
durante el día, la oferta norteamericana de una cumbre entre Barak
y Arafat en Egipto. Tanto las autoridades palestinas como las israelíes
están llamando a sus pueblos a detener la violencia callejera luego
de una jornada en la que los choques entre las poblaciones civiles judía
y árabe se hicieron abiertos. Pero las posiciones de base siguen
siendo las mismas. Barak acusó a Arafat de no estar maduro
para la paz y éste dijo que los israelíes no
detienen la masacre. El movimiento diplomático en la región
es elocuente del clima de ultimátum que el perdón
israelí no puede disimular.
Diplomáticos de la ONU y de Rusia viajaron alternativamente a Egipto,
Líbano y Siria para evitar la internacionalización del conflicto
palestino-israelí, mientras la Casa Blanca calentaba las líneas
telefónicas. El presidente norteamericano Bill Clinton habló
por teléfono con Barak, Arafat, el presidente egipcio Hosni Mubarak
y el sirio Bashar Al Assad. El secretario general de la ONU, Kofi Annan,
se reunió dos veces en un mismo día con Arafat en Gaza y
hoy lo hará con Barak. A su vez, Arafat viajó a Egipto para
reunirse con Mubarak. La Casa Blanca aún no puede convencer, más
allá de la declaración de Barak, a israelíes y palestinos
de sentarse en la mesa de negociaciones.
Otro de los frentes cubiertos por el ejército diplomático
es el espinoso asunto del Hezbollah. La guerrilla pro iraní del
Líbano había secuestrado a tres soldados israelíes
durante el fin de semana. Desde entonces, las tropas hebreas siguen en
estado de alerta, listas para entrar al Líbano. El jefe del Hezbollah,
sheik Hassán Nasrallah, recibió la visita de Alexander Sultanov,
alto responsable de la Cancillería rusa, y del representante personal
de Kofi Annan, el noruego Rolf Knutsson. Mientras tanto, el canciller
ruso Igor Ivanov hablaba personalmente en Beirut con el presidente del
Líbano, Emile Lahud. La solución que sigue proponiendo Nasrallah
para no reiniciar la guerra en el sur del Líbano es el canje de
los secuestrados (que según algunas versiones estarían heridos)
por 19 guerrilleros encarcelados en Israel. El canciller ruso salió
luego del Líbano para seguir la maratón en Israel y ante
la Autoridad Palestina. Se reunió con Arafat en la franja palestina
de Gaza y más tarde con el canciller interino israelí, Shlomo
Ben Ami. El precio de un fracaso es demasiado alto para que cualquiera
de nosotros quiera pagarlo, dijo Kofi Annan como resumen optimista
de la jornada.
En medio de estas gestiones de alto nivel, lo que se ha comenzado a percibir
es cierta violencia directa entre árabes y judíos que amenaza
con convertirse en un asunto mayor. Médicos palestinos denunciaron
que colonos judíos torturaron y asesinaron a un árabe israelí,
indicando que los cuerpos de una de las cinco víctimas que murieron
el sábado en enfrentamientos entre palestinos y colonos tenían
signos de haber sido electrocutados, quemados, golpeados con hachas y
hasta con los ojos arrancados. En las zonas de Jerusalén Este,
en Nazaret (la principal ciudad árabe dentro de Israel) y en Hebrón
se multiplicaron los enfrentamientos entre judíos y árabes,
que dejaron 53 heridos árabes, según fuentes palestinas.
La situación puede generalizarse luego de que el sábado
grupos de palestinos destrozaran la tumba de José (lugar sagrado
judío) y otro grupo de israelíes respondieran al día
siguiente con un ataque a una mezquita ubicada cerca del lago Tiberíades.
Azmi Bichara, diputado árabe israelí, pidió la protección
de la ONU. Los muertos desde el inicio de la violencia, el jueves 28 de
septiembre, llegan a casi 100 y los heridos son más de 2000. Para
evitar que se transforme ahora en un conflicto abierto entre judíos
y árabes, el propio Barak, el alcalde de Jerusalén y el
propio Arafat instaron a la tranquilidad. No tienen derecho de hacer
justicia por sus propias manos, declaró el alcalde de Jerusalén
Ehud Olmert en un llamado a los jóvenes judíos que comenzaron
a atacar a automovilistas y transeúntes árabes. Todo
aquel que ataca a una minoría en nuestro Estado judío y
democrático destruye la trama que ha permitido coexistir a los
judíos y los árabes desde su creación hace 52 años,
exhortó Barak.
Ambos gobiernos están bajo una presión muy fuerte dentro
de sus pueblos. Tanto los analistas políticos como los principales
diarios israelíes, sean de tendencia derechista o progresista,
consideran que el actual proceso demuestra que el odio árabe frente
a la existencia misma del Estado de Israel está más vivo
que nunca. Del otro lado, Arafat recibió ayer el apoyo de Yemen,
Irán y Arabia Saudita para reconquistar por la fuerza lo
que fue tomado por la fuerza, según el presidente de Yemen,
jeque Ali Abdal Saleh.
Todo parece como si el proceso de paz entre palestinos e israelíes,
eso que comenzó allá por 1991, nunca hubiera existido. O
como si estuviera herido de muerte por piedras, balas y profanaciones.
Arabes en
Buenos Aires
Unos 300 integrantes de la comunidad
árabe en Argentina marcharon ayer desde Plaza de Mayo hasta
la Embajada de Israel en Buenos Aires para repudiar y condenar
el terrorismo de Estado israelí, al que ellos atribuyen
la responsabilidad por las muertes de palestinos ocurridas durante
la última semana en Medio Oriente. Durante la protesta se escucharon
reclamos y acusaciones en árabe y se levantaron banderas negras,
de Palestina, Siria y del Líbano. Los manifestantes exigieron
al gobierno argentino que condene la represión en territorios
ocupados. Paralelamente, el Centro Cultural Argentino-Palestino
hizo un llamado a organizaciones y partidos políticos
de la Argentina a denunciar esta nueva masacre y pidió
la movilización de los movimientos judíos progresistas
comprometidos con la paz. |
ISRAEL
CELEBRO SU YOM KIPPUR EN MAXIMA TENSION
Fiesta
con batallas de fondo
The
Guardian
de Gran Bretaña
Por
Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén
Veintisiete años después
de la última verdadera guerra por la supervivencia de Israel, los
judíos celebraron ayer, en forma sombría, el Día
del Perdón o Yom Kippur, contemplando la muerte del proceso de
paz y la perspectiva de que se destruyan 52 años de coexistencia
con los árabes israelíes. Durante todo el día, el
trauma de esos recuerdos estuvo incómodamente presente, atizado
por la orden del capellán del Ejército a los soldados para
que renunciaran al ayuno obligatorio y conservaran sus fuerzas para la
batalla, y en la decisión de Radio Israel de emitir boletines en
un día normalmente dedicado al silencio y a la contemplación.
Parecía inimaginable que sólo dos semanas antes los judíos
israelíes estuviesen jugando en el casino en Jericó, gobernada
por palestinos, o pasando el sabbath en giras de compras por Cisjordania.
Su frustración ante el rápido cambio de los acontecimientos
y su sensación de impotencia subieron como burbujas a la superficie.
¿Qué está pasando acá?, escribió
Sever Plotzer en el diario Yediot Aharonot. ¿Cómo
encaja todo eso con el estallido del odio horrible que invadió
los territorios y el sector árabe?. ¿En qué
aspecto hicimos suposiciones equivocadas?. ¿Dónde
estaba oculto esto, que no lo vimos antes?.
En la sinagoga relativamente liberal de Jerusalén, un rabino dio
comienzo al Yom Kippur el domingo a la noche declarando que todas
las ideologías desde el nazismo al islamismo (sic) son lo mismo.
Luego siguió desacreditando a los palestinos al agregar que ellos
se concentran demasiado en Dios. En Jerusalén, las pintadas
en las paredes proclamaban: Kahane tenía razón.
El extremista rabino fallecido Meir Kahane había pedido la expulsión
de todos los árabes de la bíblica tierra prometida. El rabino
del Colegio de la Unión Hebrea, estandarte del movimiento reformista,
estaba más conciliatorio. Israel no puede llamarse a sí
misma un Estado judío hasta que todos los árabes sean tratados
de la misma manera. Sin embargo, en una encuesta del Yediot, el
74 por ciento de los encuestados dijo que veía a los árabes-israelíes
como traidores.
OPINION
Frustración
musulmana
Por Andrés Ortega
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