Por
Daniel Guiñazú
El mayor escándalo de los últimos tiempos en el boxeo
argentino tendrá hoy un principio de desenlace. Esta tarde, la
Federación Argentina de Box anunciará oficialmente que el
pesado cordobés Fabio La Mole Moli será sancionado
con la quita de su título argentino de la categoría luego
de haber pateado a su retador Walter Masseroni, cuando éste se
encontraba caído en el piso en el segundo asalto de la pelea celebrada
el viernes por la noche en el estadio del club General Paz Juniors de
la ciudad de Córdoba. Moli no será la única víctima
del bochorno. También serán suspendidos provisionalmente,
hasta tanto se expida el Tribunal de Disciplina de la FAB, el propio Masseroni
(quien antes de recibir la pateadura de la Mole, le había
aplicado un cabezazo intencional), los rincones de ambos pugilistas (un
segundo de Masseroni llegó a pegarle a Moli) y hasta el árbitro
Raúl Ilvento, quien para salir del paso pergeñó un
insólito fallo de sin decisión por invasión del ring,
cuando correspondía lisa y llanamente la descalificación
de Moli.
La gravedad de lo sucedido el viernes obligó al presidente de la
FAB, Osvaldo Bisbal, a tomar rápidamente cartas en el asunto y
a involucrarse personalmente en el tema antes de que se pongan en marcha
los mecanismos reglamentarios de la entidad. El hecho de que estuviera
en juego el título argentino de todos los pesos, que el combate
haya sido televisado en directo a todo el país y que en algunos
matutinos del sábado, el escándalo haya compartido la tapa
con la renuncia de Carlos Chacho Alvarez a la Vicepresidencia
de la Nación, aceleró los tiempos y forzó definiciones
en contra del estilo imperante en la FAB de lavar los trapos sucios en
casa y que, en lo posible, la limpieza no trascienda al público.
Hay coincidencia general en el ambiente pugilístico que el episodio
Moli-Masseroni superó el límite de lo tolerable y que es
preciso actuar en consecuencia. Por lo tanto, a partir de hoy, Moli se
quedará sin el título de campeón argentino de los
pesados y será suspendido provisionalmente a cuenta de lo que decida
el tribunal disciplinario de la FAB. Por haber sido campeón, su
situación es la más grave de todas y cuenta con pocos atenuantes
para defenderse, de allí que la sanción final sería
no inferior a los seis meses de inhabilitación y presumiblemente
cercana a un año. De todos modos, a Moli le quedarán tres
coronas para divertirse ya que seguirá siendo campeón sudamericano,
interamericano de la FIB y latino de la OMB. Ninguna de ellas estaba en
juego el viernes por la noche.
Pero La Mole cordobesa no se quedará con las manos vacías.
Como en el nuevo reglamento que la FAB dará a conocer a mediados
de diciembre, se creará la categoría superpesado para boxeadores
de más de 97 kilos, la idea es que Moli-Masseroni disputen en el
2001 el título vacante de la nueva división, aprovechando
la rivalidad nacida el viernes y la gran expectativa que despertaría
un hipotético desquite. Pero antes, habrá que
despojar al pleito del profundo encono personal que hoy existe entre ambos.
Moli-Masseroni quisieron tomarse a golpes de puño en la conferencia
de presentación de la pelea, no cesaron de desafiarse y de insultarse
en la semana previa y el mismo viernes, minutos antes del combate, Masseroni
llegó al colmo de amenazar con no subir a pelear porque, camino
al ring, no le ponían la cortina musical que él pretendía.
No sorprende entonces que haya pasado lo que pasó y que el boxeo
haya debido cederle paso a un grotesco demasiado cercano con la bufonada
del catch.
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