Por
Diego Fischerman
Alguna vez le preguntaron a Georg Solti cómo hacía para
que su orquesta sonara tan bien. Su orquesta era la Sinfónica de
Chicago y la respuesta de Solti era conmovedora de tan sencilla. Le
cuento una anécdota decía el legendario director,
el otro día llegué más temprano y decidí buscar
la partituras en las gavetas, para ir ganando tiempo. La obra era la Quinta
de Beethoven, que la orquesta ha tocado infinidad de veces. Y las partituras
no estaban porque los músicos se las habían llevado a sus
casas para estudiar. Ese es el secreto. No hay otro. Desde 1991,
el conductor titular es Daniel Barenboim. Cambiaron cuestiones estilísticas.
Hubo incorporaciones en el repertorio. Pero la calidad de la mejor orquesta
norteamericana sigue siendo la misma. Y sí, seguramente todavía
los músicos se llevan las partituras a sus casas.
Hoy, como parte de la primera gira sudamericana que realiza en sus 110
años de existencia, la Sinfónica de Chicago debutará
en Buenos Aires. El concierto extraordinario abrirá la serie de
tres que, organizados por el Mozarteum Argentino, la orquesta dará
en el Colón. Una rica tradición que empieza por el fundador
Theodore Thoimas y que pasa por grandes nombres de la historia de la interpretación
musical, como Fritz Reiner, Rafael Kubelik, Carlo Maria Giulini, Claudio
Abbado, Solti y el propio Barenboim, alimentan la trayectoria de un organismo
que ostenta, como un record curioso, el haber ganado más premios
Grammy que ningún otro grupo o artista de cualquier género,
clásico o popular. En sus presentaciones porteñas la orquesta
hará, además, tres programas con una envergadura digna de
sus laureles. Hoy a la noche Barenboim será el solista y dirigirá
desde el piano el Concierto en Do Mayor K 503 de Wolfgang Amadeus Mozart
y luego conducirá la Sinfonía Nº 4 Romántica
de Anton Bruckner. Mañana el repertorio incluirá Preludio
a la Siesta de un Fauno y El Mar de Claude Debussy y El Sombrero de Tres
Picos de Manuel de Falla. El concierto del jueves 12 estará dedicado
íntegramente a una sola obra: la Sinfonía Nº 7 en Sol
Mayor de Gustav Mahler.
La carrera de Barenboim como director se inició en 1961, con la
Sinfónica de Haifa y, un poco más tarde, con las de Melbourne
y Sydney. De 1965 a 1975 condujo la English Chamber Orchestra y su debut
sinfónico en Londres fue con la Philharmonia en 1967. En 1968 empezó
a ser considerado por la prensa especializada mundial cuando reemplazó
a Istvan Kértesz como director de la Sinfónica de Londres
en un concierto en Nueva York, como parte de una gira por Estados Unidos.
Entre 1975 y 1998 fue titular de la Orquesta de París y actualmente
alterna sus funciones en Chicago con las de director de Festival de Bayreuth
y de la Orquesta de la Capilla Estatal de Berlín y de la Opera
Estatal de esa ciudad. Este año cumple cincuenta años de
actividad profesional, luego de su temprano debut como pianista en Buenos
Aires. Hace dos meses llegó a esta ciudad en su calidad de solista
de piano para conmemorar el aniversario y deslumbró con dos recitales
en los que Beethoven, Mozart y Albéniz fueron los preludios para
casi una hora de emocionados bises. En Nueva York también habrá
homenaje al medio siglo con el profesionalismo musical: 15 conciertos
a cargo del maestro y el lanzamiento de El taller de Daniel Barenboim
para pianistas y directores. Un estilo de conducción que
recuerda al de Furtwängler, por su acento puesto en el costado interpretativo
y en los aspectos humanístico-filosóficos de la música
y una política que hace hincapié en la apertura estética
son parte de los sellos distintivos de uno de los grandes intérpretes
de la segunda mitad del siglo XX.
La
orquesta en 7 CDs
La Sinfónica de Chicago, con Daniel Barenboim al frente,
grabó infinidad de discos. La siguiente es una selección
de los imprescindibles:
Corigliano: Sinfonía Nº 1.
Schönberg: Obras para orquesta y para piano.
Brahms: Concierto para violín y Sonata Nº 3 para violín
y piano con el violinista Maxim Vengerov (en la segunda de las composiciones
Barenboim toca el piano).
Doble Concierto para Violín y Cello con Itzhak Perlman y
Yo-Yo Ma.
Carter, Takemitsu y Berio: Partita, etcétera.
Mendelssohn: Concierto para violín (con Itzhak Perlman)
Wagner: Oberturas y fragmentos orquestales.
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Las
luces de una comedia del barroco
Todo
empezó como una extensión de las actividades del coro
del colegio, explica Marcelo Birman, director del Coro del
Nacional Buenos Aires y conductor musical de la puesta de la comedia-ballet
El burgués gentilhombre de Molière y Jean-Baptiste
Lully que se estrenará este domingo a las 18.30 en ese colegio
(Bolívar 263). Los chicos empiezan en primer año.
Actualmente el coro, que ya el año pasado hizo una ópera
(Orfeo y Eurídice de Gluck) está conformado por alumnos
y ex alumnos, completa el director. Los primeros proyectos
de la Compañía de las Luces tuvieron que ver con el
repertorio colonial latinoamericano y, hace cinco años, con
una versión de concierto de Così fan tutte de Mozart.
Esta ambiciosa puesta que se verá en tres funciones (domingo
15, sábado 21 a las 20 y domingo 29 a las
18.30) cuenta con la dirección escénica y coreográfica
de Diana Theocharidis y la dirección de títeres (que
son los que llevan adelante la trama) de Roberto Cortizo Petraglia.
Actuarán, además de coro y ballet, los cantantes Ana
María Moraitis, Manuela Reyes, Pablo Pollitzer, Norberto
Marcos y Alejandro Gabor y una orquesta barroca (Joëlle Perdaens
y Alicia Morán en violines, Federico Yacubsohn y Leopoldo
Pérez Robledo en violas da gamba, Gustavo Rubín en
violone y el propio Birman en clave).
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