Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

el Kiosco de Página/12

El Ejército y el sargento de la banda
Por Martín Granovsky

Disculpas. Al diario de hoy le falta esta noticia: 
�El jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, ordenó al secretario general del arma, Eduardo Alfonso, que se interese por la situación humana del sargento oficinista Luis Olea. El suboficial fue detenido por la policía acusado de participar en el intento de asalto a un camión blindado en la Boca. Las primeras informaciones indicaron que Olea incluso podría haber sido el encargado de proveer el arsenal de armas pesadas, ideales para perforar camiones de caudales a pesar del blindaje de acero. El general Alfonso dijo que el Ejército no apoya la actividad delictiva del sargento. Consultado sobre por qué había visitado a Olea en su calabozo, respondió: �Es solo una cuestión humanitaria. El sargento es un miembro del Ejército y, como cualquier otro integrante de la fuerza, merece que nos interesemos por sus necesidades�. Alfonso aclaró que la visita al calabozo no significa que el Ejército reivindique la participación de oficiales y suboficiales. El matiz pareció dirigido a los organismos de derechos humanos, que según altos oficiales del Ejército podrían criticar la decisión de Brinzoni. �Pero tampoco podemos desentendernos de la suerte de la familia de nuestros camaradas�, dijo. El general también garantizó que está asegurado el cobro del retiro del sargento por parte de su mujer y sus siete hijos. Alfonso vestía uniforme.�
La noticia falta en Página/12 porque no ocurrió. Este diario pudo constatarlo con dos llamadas telefónicas al Ejército, ayer por la tarde. 
En la primera respuesta, un oficial dijo que el Estado Mayor no envió ni a Alfonso ni a ningún alto jefe a visitar al sargento. 
En la segunda, agregó que tampoco el regimiento de arsenales al que pertenecía el suboficial se interesó por la suerte de éste. 
La verdad es que hubiera sido absurdo que el Ejército se preocupara por el sargento. Desde ayer Olea es un imputado a disposición de la Justicia que tiene los derechos y las obligaciones de cualquier ciudadano, lleve o no uniforme. Debe ser sometido a un juicio justo y acatar, si hay fallo, la resolución de la Justicia. 
Pero, al no interesarse por Olea, el Ejército reveló un doble patrón de conducta. 
En abril, cuando la jueza de Córdoba Cristina Garzón de Lascano lo detuvo, Brinzoni llamó a Menéndez para ver si necesitaba algo. También le dijo que no pusiera obstáculos a la Justicia. Menéndez fue el jefe de la represión en el Tercer Cuerpo de Ejército. 
Dos días después de aquel llamado el general Alfonso viajó hasta Córdoba para ver cómo se encontraban el teniente coronel en actividad Enrique Mones Ruiz y el mayor retirado Gustavo Adolfo Alsina. �Se trata de una visita de carácter institucional�, dijo Alfonso. �Una de las funciones de la Secretaría General es velar por el bienestar del personal y por eso vengo a ver qué necesita gente que conozco desde hace 40 años.� �Dentro de la democracia no puede haber nunca un respaldo institucional a los detenidos por un juez�, criticó el entonces ministro de Justicia y Derechos Humanos, Ricardo Gil Lavedra. En abril de 1987 Alsina y Mones Ruiz no se presentaron a declarar ante la Justicia sobre gravísimos cargos que pesaban sobre ellos por su responsabilidad en la dictadura, y esa reticencia fue la excusa para el levantamiento de Aldo Rico. 
En julio, Alfonso visitó en Bahía Blanca al suboficial del Ejército Armando Barrera, detenido por negarse a prestar testimonio. 
Solo una tormenta que dificultó los vuelos impidió que el general siguiera viaje a Mendoza para interesarse por Santiago Cruciani, otro suboficial preso. Cruciani, alias �El Tío�, fue señalado por varios testigos como torturador.
O el humanitarismo del Ejército solo excluye a Olea, o el interés militar por Menéndez, Mones Ruiz, Alsina, Barrera y Cruciani solo fue unaforma de solidaridad corporativa contra la inevitable y fastidiosa Justicia civil.


REP

 

PRINCIPAL