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Las nuevas tecnologías se llevan el Nobel de Física

Un ruso y dos norteamericanos fueron premiados por contribuir a las nuevas tecnologías de la información. Sus investigaciones se centraron en transmisores rápidos y circuitos integrados.

Comunicación: La Academia aludió al desarrollo de �investigaciones en transistores rápidos que encaminan las comunicaciones a través de Internet�.

Herbert Kroemer, uno de
 los premiados con el Nobel de Física.

Desarrolló investigaciones sobre transmisores rápidos.


Por Leonardo Moledo y Joaquín Mirkin

t.gif (862 bytes) Los premios Nobel de Física del año 2000, cuyos resultados se dieron a conocer ayer, no podían estar más à la page, cosa que por cierto no siempre ocurre con las decisiones de la Real Academia de Ciencias de Suecia: el ruso Zhores Alferov y los norteamericanos Herbert Kroemer (nacido en Alemania) y Jack Kilby desarrollaron sus investigaciones en el campo de la física teórica y sus trabajos están en la base del edificio construido sobre las nuevas tecnologías y la revolución comunicacional de las últimas décadas. Nadie puede quejarse.
La Academia explicitó la intención de premiar �a tres investigadores cuyos trabajos contribuyeron enormemente a las nuevas tecnologías de la información, en particular a través de las investigaciones en transistores rápidos que encaminan las comunicaciones a través de Internet�.
Zhores Alferov, nacido en 1930 en Vitebsk �entonces la Unión Soviética, hoy Bielorrusia�, dirige el Instituto de Física y Técnica de San Petersburgo y es además vicepresidente de la Academia Rusa de Ciencias y presidente del Centro Científico de la Academia Rusa de Ciencias. Tanto él como Herbert Kroemer �alemán, nacido en 1928, quien trabaja actualmente en la Universidad de California en Santa Bárbara� desarrollaron, desde hace décadas, investigaciones con transmisores rápidos que se utilizan en los satélites de telecomunicaciones y en las estaciones de base de los teléfonos móviles, estructuras específicas (heteroestructuras) semiconductoras (los semiconductores son el corazón de la electrónica moderna) que permiten la electrónica y la óptica rápidas, con aplicaciones en la lectura de los discos compactos, los lectores de códigos de barra y los sistemas de señalización luminosa.
El tercer laureado (para utilizar la terminología inglesa) Jack Kilby nació en 1923, en Jefferson City, Missouri, Estados Unidos, e inventó el circuito monolítico integrado. Trabaja desde 1958 en la Texas Instruments, nada menos, y le tocó el Nobel por su contribución a la invención de los circuitos integrados (los chips que todos podemos ver cuando abrimos la computadora y observamos las plaquetas), que permiten incluir miles y miles de transistores en espacios mínimos y sobre cuyas espaldas (la de los circuitos integrados, no las de Kilby) descansan la invasora informática de hoy y la superestrella del momento: Internet. Pero se aplican en prácticamente todos los dominios de la vida corriente, desde nuestras computadoras, autos, lavarropas, equipos médicos, hasta las sondas espaciales que se envían a explorar otros planetas, siempre que las sondas espaciales sean consideradas como elementos de nuestra vida corriente. Naturalmente también �y como en el caso del aporte de los otros dos miembros del terceto� se aplican a los teléfonos celulares y las transmisiones vía satélite. 
El reparto del premio (este año de 922.000 dólares) no es equitativo, o mejor dicho, no es igualitario: según el úkase de la Real Academia Sueca, Alferov y Kroemer percibirán en conjunto la mitad del premio en efectivo. La otra mitad del galardón será destinada a Kilby. Pero bueno, él inventó el chip.

 


 

FUE PARA DOS NORTEAMERICANOS Y UN JAPONES
En Química premian a los polímeros

Por L. M. y J. M.

Los premios Nobel de ciencia de este año vinieron comunicacionales, conductores, electrónicos, revolucionario-informáticos y con delicada actualidad. En el caso del de Química, también fronterizo, ya que el trabajo de los laureados está en la delicada lámina limítrofe que hoy ¿separa? la química de punta de la orgullosa física. En este caso, fueron dos norteamericanos y un japonés los que se ganaron el codiciado Loto de las ciencias: Alan J. Heeger, Alan Mac Diarmind y Hideki Shirakawa (el avisado lector podrá decidir la nacionalidad de cada cual). ¿Qué es lo que hicieron? Pues descubrieron y desarrollaron los polímeros conductores, que juegan un papel básico en las comunicaciones. 
Se trata de una rama de la química que está a la vanguardia de la investigación científica y que centra la atención en nanotecnologías (tecnologías a escala molecular).
Los polímeros �los materiales plásticos son el ejemplo más corriente� se usan normalmente como aislantes en los cables eléctricos, pero el trío descubrió que con un poco de manipulación pueden volverse conductores: los plásticos son polímeros (es decir, están compuestos por moléculas que repiten su estructura regularmente en largas cadenas) y el truco para que abandonen su cómoda estructura aislante y se avengan a conducir la electricidad consiste en toquetear adecuadamente sus electrones sacando algunos, e introduciendo electrones extra que puedan moverse (debido al retiro de aquéllos) libremente a lo largo del polímero: la existencia de electrones libres y movedizos es lo que permite la conducción eléctrica. Lo que estos noveles nobeles hicieron fue �colocarles� electrones libres, puesto que no los había. Se dice fácil, pero trate el paciente lector de hacerlo y verá.
Los polímeros conductores se utilizan para las células solares, los teléfonos móviles y los televisores de formatos pequeños, las sustancias antiestáticas para películas fotográficas, los escudos protectores contra la radiación electromagnética, entre otras cosas, lo cual no es poco. 
Alan J. Heeger, de 64 años, es Director del Instituto de Polímeros y Orgánicos Sólidos de la Universidad de California, Alan G. MacDiarmid, (73) trabaja en la Universidad de Pensilvania, EE.UU. y Hideki Shirakawa (64), en el Instituto de Ciencia de los Materiales de la Universidad de Tsukuba, Japón. Los tres se encontrarán en Estocolmo el diez de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel, para recibir el premio. Será una verdadera fiesta de las comunicaciones.

 

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