El País de Madrid
Por Ferrán Sales
Sami Abu Yafar tenía sólo nueve años. Murió ayer en la Franja de Gaza por un tiro en la cabeza, disparado por el ejército israelí. Su muerte ha inflamado aún más el ambiente de los territorios autónomos, especialmente caldeados en las últimas horas como consecuencia de los ataques indiscriminados de las milicias clandestinas de ultraortodoxos judíos y de colonos contra la población civil palestina indefensa. Los grupos de incontrolados agitan sobre todo un lema: �Muerte al árabe�.
Una bala perdida, disparada por soldados israelíes desde un parapeto de vigilancia en el límite municipal de Rafah, al sur de Gaza, cerca de un asentamiento judío, alcanzó al pequeño Sami Abu Yafar cuando se encontraba alejado de la zona del conflicto. Las balas de los militares, que trataban de dispersar a un grupo de jóvenes que les lanzaban cócteles molotov, provocaron la muerte fulminante del pequeño, según diagnosticaron los médicos del centro hospitalario de Shifa, donde fue urgentemente trasladado.
Con esta muerte se eleva ya a 19 el número de niños palestinos fallecidos como consecuencia de los disparos de los soldados israelíes desde que se iniciaron los conflictos el pasado 29 de setiembre, según asegura el Movimiento Internacional de Defensa de los Niños, un organismo mundial vinculado a la Unicef. La muerte del niño, once días después de la de Mohamed Aldurra de 12 años ante un cámara de la televisión francesa, ha provocado la indignación de los palestinos, que acusan al ejército israelí de disparar contra la población civil y de alentar además a los movimientos clandestinos ultraortodoxos judíos y colonos para que ataquen y acosen a la comunidad musulmana desarmada (ver nota más abajo).
Tel al Rumeida es un ejemplo. Situada a unos 40 kilómetros al sur de Jerusalén, pegada a Hebrón, la localidad es desde hace una semana escenario continuado de la violencia de los colonos, que mantiene atemorizada a una población de cerca de 3000 árabes y cuyo único delito es el de tener incrustado en el corazón de su población un asentamiento judío, que vive permanentemente custodiado por un importante destacamento militar israelí.
�Estamos secuestrados. Las calles están bloqueadas. Vivimos en estado de sitio. Pero esto no es lo peor; por la noche nos anuncian por los altavoces una sesión de disparos. Como si fuera una canción o un himno, descargan sus armas en el aire. Para demostrarnos así que nos tienen en un puño�, aseguraba ayer a mediodía Takidinne, de 32 años, padre de cuatro hijos, profesor de profesión y tendero de comestibles en los tiempos libres.
Anoche, la orgía de disparos se vio acompañada por un ataque en regla de las milicias de colonos, venidos de otros asentamientos, que se dedicaron a tirotear contra las ventanas y destrozar los pocos comercios que tenían aún las puertas abiertas. Los desórdenes duraron hasta bien entrada la madrugada.
�Fue peor que la noche de los cristales rotos�, asegura el doctor Taysir Zahdeh, mientras contempla los vidrios de su comercio hechos añicos y trata de trazar con sus palabras un paralelismo entre la actitud vandálica de los colonos y la actuación de los jóvenes nazis en Austria contra los judíos antes del Holocausto.
La violencia de las columnas paramilitares de los colonos y de los judíos ultraortodoxos se afianza en el país. Los incidentes salpican todas las ciudades, incluida Tel Aviv, Jerusalén, San Juan de Acre, Haifa, Tiberiades o Nazaret, pero sobre todo actúan en el interior de losterritorios autónomos de Cisjordania. Patrullan y reprimen de acuerdo con las directrices impartidas por el Consejo de Colonos que ha ordenado: �Defender nuestras tierras con nuestras manos�.
Los llamamientos a la calma difundidos por el gran rabino askenazi Meir Lau, pidiendo públicamente el día de Yom Kipur, desde la Gran Sinagoga de Jerusalén que, �no se toque a los árabes�, no han servido para nada. Asimismo cayeron en saco roto los mensajes que también en este sentido han difundido el alcalde de Jerusalén Ehud Olmert y el del primer ministro Ehud Barak. Tampoco parecen servir de nada las medidas coercitivas adoptadas por el Ministerio del Interior que ha mandado detener a más de 300 ultraortodoxos y radicales colonos. La orgía de sangre no se detiene ni un solo instante.
�Estos judíos �patriotas� no sólo están dañando a la comunidad árabe, sobre todo están causando un daño importante a los judíos, a Israel�, exclaman los más indignados. Mientras que los observadores más serenos afirman que �se ha roto el equilibrio, han desaparecido los puntos de encuentro�.
Diplomacia, o algo parecido
Ayer fue un día para la diplomacia y tratar de poner paños fríos sobre la crisis, si bien los temores de una guerra israelo-palestina distaron de alejarse. El primer ministro, Ehud Barak, y el líder palestino, Yasser Arafat, recibieron visitas separadas del titular de la ONU, Kofi Annan, y del canciller ruso, Igor Ivanov; también, sendas llamadas telefónicas del presidente norteamericano Bill Clinton, mientras el canciller británico Robin Cook se preparaba para llegar hoy a la región para mediar. Del lado israelí, Barak desdibujó aún más el peso del ultimátum que anteayer había prorrogado para que Arafat pusiera orden en los territorios autónomos: ayer habló de �72 o 96 horas más� si eso servía para volver a la mesa de negociaciones, pero al mismo tiempo exigió que la entrega de los tres soldados israelíes capturados por las guerrillas libanesas se consume �sin condiciones�. Arafat, por su parte, ignoró la extensión del ultimátum y volvió a exigir una investigación internacional sobre la violencia de los últimos días. |
Claves
La violencia entre palestinos e israelíes ha derivado en enfrentamientos entre ciudadanos árabes y judíos de Israel, abriendo una grieta inédita en los 52 años de existencia del Estado hebreo.
Ayer, los enfrentamientos israelo-palestinos continuaron, aunque con menores bajas que en los días anteriores. Sin embargo, un niño palestino de 9 años de edad fue alcanzado por una bala israelí en Gaza, llevando a 19 los niños palestinos que caen desde el comienzo de la crisis.
EE.UU., la ONU, Rusia y Gran Bretaña intentan una mediación.
uIsrael prorrogó �por 72 o 96 horas� el plazo para que los palestinos cesen los disturbios. |
LOS JUDIOS ARRASAN COMERCIOS ARABES Y MEZQUITAS
La Noche de Cristal israelí
The Guardian de Gran Bretaña
Por Suzanne Goldenberg
Los diarios israelíes hablaban ayer de una guerra civil, después de que mezquitas y comercios de árabes-israelíes en Tel Aviv fueran asediados por turbas judías en una noche de caos. Los ataques constituyen la más grave explosión de violencia sectaria desde la fundación del Estado judío hace 52 años. Joseph Algazy, del diario liberal Haaretz, advirtió: �Hoy existe un abismo que tomará años franquear. En los últimos años una gran parte de la sociedad había logrado encontrar una fórmula para que judíos y árabes vivieran juntos. Pero ahora esto se ha destruido. Se ha plantado una semilla venenosa que no será fácil de extraer u olvidar�.
En el suburbio de Bat Yam, ubicado frente a la playa, un joven bautizado en honor a un héroe de guerra israelí se apoyó sobre un auto estacionado al lado de la destrozada vitrina de la heladería Victoria y se deleitó en su labor de la noche anterior. �No vamos a mantenernos callados por más tiempo. El gobierno no hace nada para frenar a los árabes, así que nosotros tenemos que tomar la ley en nuestras propias manos�, explicó Moshe Dayan, de 22 años. Su amigo, Meir Motal, quien también estaba presente cuando una turba de cientos de judíos arrasó el comercio árabe con sus propias manos, fue aún más enfático: �Esta es un área judía, y sólo debería haber judíos aquí�. Hasta ese lunes por la noche, sin embargo, la idea jamás hubiera pasado por la cabeza de Simon Sasin, el dueño de la heladería. Aunque étnicamente palestino, afirma que actualmente habla mejor el hebreo que su árabe natal. �Sé que no es nada personal: Es sólo árabe contra judío�, considera.
Esto comienza a ser cierto en muchas partes de Israel, en tanto que se extienden los ataques contra árabes-israelíes. La desintegración del delicado tejido social del país comenzó cuando la minoría árabe en Galilea montó protestas en solidaridad con las protestas palestinas en Cisjordania y Gaza. Esas expresiones de furia fueron suficientes para acelerar los pulsos en toda Israel. Pero la destrucción el sábado de la Tumba de Josué, un lugar de peregrinación judío en Nablus, fue lo que detonó el estallido.
En dos noches consecutivas esta semana, turbas de judíos atacaron la mezquita de Hassan Bek, de 200 años, en el centro de Tel Aviv. El domingo incendiaron el depósito del edificio con una bomba molotov. Y el lunes regresaron luego de las plegarias del anochecer. �Se pararon en la entrada y empezaron a gritar �muerte a los árabes� y a tirar piedras�, relató Nuwar Daka, el imán (clérigo). La policía llegó rápidamente e hizo retroceder a la multitud, pero la comunidad árabe sigue aterrada. Ya hay hombres que montan guardia en la escalinata de la mezquita y dicen que pasarán ahí las noches. Varias personas dicen tener miedo a presentarse a trabajar para sus jefes judíos. �Todos están asustados, tanto árabes como judíos. No sabemos lo que sucede ni cómo llegamos a este punto. ¿Quién sabe? Quizá comencemos a balearnos entre nosotros�, reflexionó Yakub Yusuf, un contador.
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