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REVELACIONES Y ACUSACIONES DE CARLOS SALINAS DE GORTARI
Yo el supremo ex presidente mexicano

El ex presidente mexicano Carlos Salinas (1988-94) salió del autoexilio a culpar a su sucesor Ernesto Zedillo de tráfico 
de influencia y de la crisis del tequila 
de 1995. Y acusó al izquierdista Cárdenas de coimero.

Culpa: �Un gobierno que en 1995 tenía por delante seis años concluyó que no podría despegar si no me echaba encima la culpa de lo sucedido�.


El País de Madrid
Por Antonio Caño

t.gif (862 bytes) Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México, ha decidido ahora, tras cinco años y medio de autoexilio voluntario, romper su silencio y tratar de responder a las numerosas sospechas y acusaciones que rodearon su gestión. Ha decidido hablar, principalmente, por medio de un libro en el que expone su versión sobre los escándalos y misterios que hundieron en el más cruel desprestigio al hombre que a finales de los ochenta era reconocido universalmente como símbolo de modernización y progreso.
En esta entrevista, Salinas, de 52 años, culpa al presidente Ernesto Zedillo de haber conducido personalmente una supuesta campaña de desprestigio contra él para desviar la atención del desastre económico que México vivía en 1995, en los primeros meses de la actual Administración.
�¿Y por qué ha tardado tanto en dar una explicación? ¿Por qué tanto tiempo en silencio y lejos de México?
�Yo me fui de México por decisión mía, en virtud de que en los primeros meses de 1995 era tan grande la inestabilidad política y económica que todo lo que ocurría se me atribuía a mí y a mi gestión. Tomé esa decisión como una manera de contribuir a recuperar la estabilidad del país. Claro que la campaña de desinformación decía que era una salida obligada por el gobierno o por el temor a una decisión judicial, cuando lo cierto es que he regresado a México más de cinco veces.
�Habla de una campaña urdida con la fuerza del Estado. 
�Efectivamente, hablo de una campaña dirigida desde la presidencia.
�¿Y qué tiene Zedillo contra usted?
�No es personal. Lo que ocurre es que, a los pocos días de tomar posesión, el doctor Zedillo cometió un error tremendo. Entre el 19 y el 21 de diciembre, el gobierno del doctor Zedillo le dio información privilegiada a un pequeño grupo de empresarios mexicanos sobre la inminencia de una devaluación. Con esa información, esos empresarios, literalmente, vaciaron las arcas del país. En pocas horas salieron del país más de la mitad de todas las reservas internacionales. Una vez fracasada la devaluación, el gobierno tardó más de dos meses en aplicar un plan de ajuste. Quebraron las familias, quebraron los bancos, y hoy todavía no terminan de resolverse los problemas que creó aquella crisis. Un gobierno que acababa de empezar, y que tenía por delante seis años, concluyó que no podría despegar si no echaba encima de la anterior Administración la culpa de lo sucedido.
�¿Sabe qué grupo de empresarios fue el favorecido por la información privilegiada a la que usted se refiere y por qué motivo Zedillo actuó de ese modo?
�Tendría que explicarle el doctor Zedillo, y en cuanto a qué empresarios eran, yo tuve acceso a la lista, pero creo que no será difícil para nadie determinar de quién se trataba porque eran empresarios que participaban en un mecanismo denominado Pacto de Gobierno.
�En su gestión hay, sin embargo, numerosos puntos oscuros anteriores a la crisis de 1994. El primero, las sospechas de fraude en la elección de 1988 en la que usted consiguió la presidencia, aquella noche famosa en la que el sistema se cayó.
�Fue un manejo muy desafortunado por parte de la autoridad electoral. En México nunca se han contado los votos, ni siquiera en la elección del 2000, con computadoras. Se cuentan en las urnas. En esas urnas, más de 50.000 en 1988, se levantaron actas, firmadas por todos los partidos y esas actas existen. Se depositaron en el Congreso y ahí están aún, en los archivos.
�Hay al menos un amigo suyo muy especial que se favoreció de su presidencia, su hermano Raúl. 
�¡Qué bueno que toca ese caso! Yo he insistido en que el comportamiento de mi hermano me ha lastimado mucho en lo personal y también lastimó, sin duda, la imagen de mi administración. El hecho de que él haya recurrido a documentos falsos para abrir cuentas en el extranjero tuvo un efecto terrible, y yo lo he señalado. Yo no disculpo su comportamiento, pero al mismo tiempo he señalado que mi hermano fue encarcelado a raíz de una fabricación de pruebas.
�Cuesta creer que, en aquellos años, usted no estuviera al tanto de las actividades de su hermano.
�Tengo que reconocer que no puse atención a las actividades de mi hermano. Hoy lo lamento.
�¿Puede usted asegurar que su hermano no tiene nada que ver con el asesinato de Ruiz Massieu?
�Cuando lo aprehendieron yo afirmé que mi hermano era inocente. Después de un juicio de cinco años, en el que el juez terminó diciendo que no hay móvil, que el testigo que lo acusó fue sobornado, que el testigo era drogadicto y que había cambiado catorce veces de testimonio... Después de eso, me ratifico con más fuerza en la inocencia de mi hermano.
�¿Por qué se vio usted envuelto en la duda por el asesinato de Luis Donaldo Colosio?
�Colosio significaba la consolidación de la reforma contra la nomenclatura, que eran los grupos del PRI que habían vivido muchos años favorecidos por una economía protegida. Cuando Zedillo se lanzó a la campaña de desinformación, esa nomenclatura vio llegado su momento de decir que Colosio, que era el que iba a consolidar la reforma, había sido asesinado por quien empezó esas reformas. La nomenclatura cerró el círculo, alejó sospechas y desprestigiar la modernización.
�¿Teme que el presidente electo Fox abra una investigación? 
�Mi esperanza es que con el señor Fox se recupere el Estado de derecho. Así estaremos mucho más tranquilos.
�¿De qué vive usted?
�Los ex presidentes tenemos una pensión, también lo que he ganado en una larga carrera en el sector público... y voy a promover el libro porque las regalías son buenas.

 


 

REACCIONES MEXICANAS A DENUNCIAS Y AUTODISCULPAS
Apocalípticos e integrados

El País de Madrid
Por Juan Jesús Aznárez 

El presidente mexicano, Ernesto Zedillo, guardó silencio ante las acusaciones efectuadas en su contra por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-94) en el sentido de que traicionó acuerdos y fue el culpable de la crisis financiera de 1995 por haber alertado a un grupo de empresarios sobre la inminente devaluación del peso. Menos estoico ha sido Cuauhtémoc Cárdenas, líder del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), centroizquierda), que demandará penalmente a Salinas por mencionarlo como receptor irregular de dinero público.
Las memorias y declaraciones periodísticas de Salinas, que debió abandonar el país en 1995 vituperado por la mayoría de sus compatriotas, ya que aquella crisis arruinó a México y liquidó la capacidad adquisitiva de los salarios, levantaron un revuelo considerable entre políticos, editorialistas, empresarios, periodistas y encuestadores. La dirección del PRD pide que le abran causas penales por sus supuestas responsabilidades en hechos de sangre ocurridos durante su mandato, o por presunto amiguismo en el proceso de privatización de empresas públicas. Según la mayoría de los comentaristas, las culpas de la crisis abierta con la devaluación de la moneda nacional el 20 de diciembre, y la posterior y masiva fuga de capitales, deben ser compartidas por las dos administraciones. Las memorias, de acuerdo con el criterio de los columnistas de los principales diarios, constituyen �verdades a medias� sobre los hechos más polémicos registrados en el sexenio de Salinas. 
Cárdenas asegura que son falsos los que se le imputan. En un pasaje del libro México, un paso difícil a la modernidad, el ex presidente escribe que, en 1993, su ministro del Interior de entonces, Patrocinio González, le comentó que �Cárdenas le dijo que los 100 millones de viejos pesos que se recibían al mes ya no eran suficientes y pedía aumentarlos a 150 millones de pesos (unos 15 mil dólares), los que le fueron autorizados�. Cárdenas, candidato presidencial en tres ocasiones, una de ellas, en 1988, contra el propio Salinas, reaccionó públicamente: �Estoy indignado, pero no se va a responder con insultos, con los desahogos, sino que se debe responder por la vía judicial�. �Es una falsedad. Fuimos los opositores más decididos y tenaces de su gobierno. La difamación no me alcanza.�
La presidencia del gobierno, a través de su portavoz, Marco Provencio, anunció por su parte que no responderá �por el momento� al ex presidente. Ninguno de los ministros de Zedillo quiso pronunciarse tampoco sobre unas aseveraciones que se producen a poco más de un mes de la investidura del conservador Vicente Fox, que derrotó el pasado 2 de julio al Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el poder durante 71 años. El candidato presidencial del PRI ese día, Francisco Labastida, rechazó que la gestión de Zedillo, tal como afirmó Salinas de Gortari, haya sido la culpable de la derrota electoral que abrió pasó a la transición más importante desde la revolución de Pancho Villa, hace casi un siglo. Labastida enmarcó la polémica en curso en �una serie de ataques personales entre sus individuos�. El ex presidente, además, prepara una demanda contra Milenio después de que el rotativo y la revista de ese grupo publicaran una conversación sostenida el 31 de agosto en Barcelona. �Salinas advierte: Zedillo debe irse buscando abogados�, era el título de tapa. 

 

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