El País de Madrid
Por Ferrán Sales
La Intifada palestina se prepara para un cambio de estrategia. El presidente Yasser Arafat ha ordenado a las milicias armadas de Al Fatah -Tanzim�, el principal motor de la nueva Intifada, moderar sus combates armados, evitar la confrontación con los israelíes, favoreciendo en su lugar las movilizaciones civiles y pacíficas. Las consignas coinciden con un informe del alto mando militar israelí que el miércoles aseguraba esperanzado haber constatado por primera vez, desde que hace 13 días se inició la nueva Intifada, un descenso de las actividades bélicas y una disminución de los tiroteos y lo interpretaba como el principio de un alto el fuego, aunque ayer murieron otros tres palestinos en enfrentamientos.
�Arafat me ha ordenado evitar las confrontaciones con los israelíes, proteger la vida de la población y en su lugar favorecer las movilizaciones pacíficas�, confirmaba el miércoles en su cuartel general de Ramalá Marwan Barghouti, jefe de las milicias paramilitares de los Tanzim �La Organización�, el brazo armado de Al Fatah, convertido en uno de los principales protagonistas de esta nueva Intifada, que se ha cobrado más de un centenar de víctimas. El jefe de los Tanzim tuvo especial cuidado en recalcar y resaltar que ello no significaba ni �un alto el fuego�, ni �el fin de la Intifada�, sino la recuperación de la �verdadera naturaleza de un movimiento que desde un principio trató de ser pacífico�.
Las órdenes de moderación transmitidas oficialmente y de manera pública por Arafat han provocado sin embargo la crispación de los sectores disidentes de los Tanzim, que cobijados en una antigua organización terrorista, Los Halcones de Al Fastash, se manifestaron ayer con el rostro cubierto y empuñando sus armas, Kalashnikov y M-16, por las calles principales de Gaza, mientras gritaban consignas en las que propugnaban �la lucha armada contra Israel�. Una manifestación similar se registró el martes pasado al mediodía en otro de los puntos más conflictivos de los territorios autónomos: Nablus, donde las milicias radicales, con armas en la mano, pidieron también la continuación de la lucha armada.
La movilización de estos sectores radicales palestinos, oponiéndose a la orden de �moderar los combates armados�, podría provocar la sensación de que existe una seria confrontación en el seno del brazo armado de Al Fatah y que estaría en marcha una rebelión contra el propio presidente palestino y sus consignas. Pero los propios protagonistas de las movilizaciones aseguran que se trata de una falsa impresión y que en definitiva ellos constituyen la garantía de la segunda parte del discurso de Yasser Arafat, siempre tan lleno de ambigüedades, que propugna al mismo tiempo la movilización pacífica pero sin dejar de empuñar las armas. �Todos somos leales a Arafat. No nos escuchará nunca dar un grito de rebelión contra él�, aseguraba uno de estos jóvenes rebeldes, rechazando así la hipótesis de disensos y confrontaciones en un intento de socavar el poder del presidente palestino.
El cambio de estrategia que Arafat pretende darle a la Intifada, retomando sus raíces pacíficas, podría sin embargo fracasar como consecuencia de la ofensiva desencadenada por las organizaciones de los paramilitares colonos y ultraortodoxos judíos, que en los últimos días han convertido los barrios árabes del este de Jerusalén y los territorios autónomos de Cisjordania en el campo de batalla de su guerra clandestina, similar a la efectuada por la antigua OAS en favor del ejército colonial francés durante la guerra de liberación en Argelia.
Ayer, después de que numerosas casas de residentes árabes fueran atacadas y sus coches incendiados, la Autoridad Nacional Palestina alzó la voz contra el gobierno de Israel y lo acusó abiertamente de �permitir alos colonos judíos que continúen sus ataques contra las poblaciones palestinas� y recalcó que estas fuerzas paramilitares están protegidas por el ejército hebreo. Los vecinos de los barrios del Jerusalén Este y de las poblaciones árabes cercanas a la capital han empezado ya a formar �comités de defensa populares�, dispuestos a rechazar los eventuales ataques de las milicias de los colonos.
De momento, sin embargo, la situación dista de asemejarse a un cese del fuego. Dos palestinos fueron muertos en enfrentamientos durante el día en la crítica zona de Nablus, en Cisjordania, y otro más cayó durante la noche. También ayer se registraron dos explosiones: la primera, de gran poder, al paso de un convoy militar israelí; la segunda, en una carretera que une Israel con la Franja de Gaza. Como de costumbre, los epicentros de la tensión estuvieron en torno a los asentamientos judíos en zonas autónomas palestinas.
El gobierno, a todo esto, declaró un nuevo estado de alerta ante el temor a una ola de atentados terroristas. Las negociaciones de pacificación (ver recuadro) están sostenidas por alfileres.
Las valijas diplomáticas
Aunque anoche se mostrara reticente, Bill Clinton sigue siendo el más entusiasta pacificador en Medio Oriente. Hasta ayer, sin embargo, había sido relevado con éxito por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, que peregrinó en infinitas idas y vueltas entre Arafat y Barak. Incluso el Papa añadió su voz. Juan Pablo II dijo ayer que �sólo puedo pedir a todos que pongan fin de inmediato a la espiral de violencia�. Annan viajará hoy al Líbano para procurar asegurar la liberación de tres soldados israelíes secuestrados por Hezbollah. Funcionarios israelíes dijeron que una cumbre de paz podría celebrarse pronto, acaso ya en el fin de semana. Noruega e Italia se ofrecieron a actuar como anfitriones. El ministro de Relaciones Exteriores, Igor Ivanov, completó ayer un vertiginoso tour de Siria, Líbano e Israel durante el cual intentó que la crisis perdiera intensidad.
Fuentes palestinas y también egipcias desestiman una cumbre temprana. La clave para bajar la violencia parece ser llegar a la base de un acuerdo entre israelíes y palestinos sobre una comisión internacional que investigue los acontecimientos que ya se cobraron casi cien vidas. |
Una guerra civil que es cada vez más religiosa
The Guardian de Gran Bretaña
Por Suzanne Goldenberg
Palestinos armados dispararon ayer en Cisjordania contra automóviles que llegaban al funeral de un colono nacido en Estados Unidos, endureciendo la postura de la comunidad judía que ha vivido desafiante en el borde del abismo durante años. Con helicópteros de combate sobrevolando la escena, y entre el repiqueteo distante de disparos de ametralladora, los ómnibus a prueba de balas descargaban cientos de colonos judíos en Elon Moreh, hogar adoptivo del rabino Hillel Lieberman, cuyo cuerpo brutalmente golpeado fue descubierto el fin de semana.
Se cree que el rabino fue secuestrado después que trató de detener a los palestinos que destrozaban el santuario judío de la tumba de José en Nablus, al norte de Elon Moreh. Para quienes asistían al funeral, y para otros 200 mil judíos en Cisjordania y Gaza, las colonias judías en tierra palestina son la realización del sueño del pionero, las palabras de la Biblia hechas realidad para el siglo XXI. La mayoría de los israelíes descarta la noción que la mayoría de los colones religiosos sean peligrosos extremistas. Para los palestinos, la existencia de asentamientos judíos se cuenta entre las mayores humillaciones de la ocupación. Mientras las batallas entre los blindados israelíes y la juventud palestina tiradora de piedras comienzan a disminuir, ambos lados informan sobre un nuevo cambio: civiles matando civiles.
Lieberman fue el segundo judío civil que muere, una muerte muchas veces vengada por los colonos, que apedrearon automóviles palestinos en Cisjordania, dispararon a hogares palestinos en las afueras de Jerusalén y golpearon, dispararon y secuestraron a varios palestinos. En esta lucha que crece, Psagot, en lo alto de una colina a apenas 150 metros de la ciudad de Ramallah en Cisjordania, está en la línea del frente.
La prohibición a que los palestinos entren al Estado judío ha sido extendida indefinidamente, transformando a unos 2,3 millones de personas en virtuales prisioneros en Cisjordania y Gaza, y separándolos de los empleos en Israel que son un recurso vital para la comunidad. Mientras, las 240 familias judías de Psagot se preparan para la guerra. Aun antes que sus hogares estuvieran en la línea de fuego, el pueblo de Psagot sentía una profunda desconfianza por Ehud Barak, el primer ministro israelí. En julio, durante las conversaciones de paz, este asentamiento aislado estaba entre aquellos destinados a pasar al control palestino. Ahora, aun en medio del derramamiento de sangre, existe una evidente satisfacción de que esos días hayan quedado atrás, y que durante estos quince días de violencia los palestinos hayan perdido más de 90 almas.
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