Por Gustavo Veiga
Con la misma soltura con que se refiere a leyes y expedientes, el juez habla de futbolistas, intermediarios y dirigentes. Es tan hincha de River que sostiene: �No me pongo la camiseta de Boca ni en un picado�. Carlos Liporace, del fuero penal económico, el que por error recibía llamados para su colega Carlos Liporaci, del fuero federal, se apasiona cuando habla del club que lo desvela. Es vicepresidente de una línea interna (�Cuerpo y Alma Riverplatense�) y ambiciona modificar al fútbol desde adentro.
�Hace más de un año usted afirmó que la administración de David Pintado y Alfredo Davicce era pésima. ¿Continúa pensando lo mismo?
�Sí, y es cada vez peor. Ahora tenemos más déficit operativo que el año pasado. En 1999 vendimos una página de Internet por diez años, a cambio de 7 millones de dólares y sobre el cierre del ejercicio. Fue un contrato bastante dudoso y se firmó cuando otro similar no había finalizado. Esta temporada, el déficit es de 13 millones, el doble de la anterior. Estamos mucho peor. Hace dos años y medio, cuando fuimos a elecciones, el oficialismo decía que con la venta de Salas cancelábamos casi por completo la deuda del club. Pero transferimos a Salas y debemos 40 millones.
�O sea que River tiene dos serios problemas: el pasivo y el déficit.
�Sí, y nunca podrá pagar la deuda si no revierte el déficit. ¿Cuál ha sido la mecánica perversa hasta aquí? Decir: señores, vendamos jugadores. El club tenía previsto hacer transferencias este año por 26 o 28 millones de dólares, pero vendió por 12 y medio, por lo tanto, su déficit es de 14. ¿Y qué hizo? Trató de colocar a Saviola. Yo estaba en Europa cuando vi en la televisión española que River había ido a ofrecérselo al Barcelona. No era al revés. La política es vendo y pago o tapo deudas, en lugar de negociar en un mejor momento. En otras palabras, se malvende.
�Si se hubiera sacado una fotografía al patrimonio de los principales directivos de River, ¿qué arrojaría el revelado del negativo?
�Comprobaríamos que se visten, viven y manejan cosas distintas. Y no parece que sea la evolución patrimonial de su profesión, en casi todos los casos.
�A propósito de las sospechas de corrupción, ¿cuando el río suena es porque agua trae?
�Le contesto con algo que dijo Davicce. El expresó: yo no soy más creíble. ¿Si él mismo no se cree? Creo que me exime de comentarios. El no se cree, yo sí me creo.
�¿Cómo cree usted que se sostiene en el poder un dirigente al que acaba de describir con esa característica?
�Si hay instituciones democráticas que se manejan solamente con el voto, son los clubes de fútbol. No hay golpes de Estado, es muy raro que los haya. Y a veces la gente tarda un poco en entender cuál es la problemática de la cuestión. Siempre digo: si me ofrecen nunca ser dirigente de River a cambio de ganar todos los partidos contra Boca, yo firmo el pacto con el diablo. ¿Por qué? Porque el éxito deportivo a mí también me gusta. Yo soy hincha de fútbol. La pasión no la podemos negociar y bloquea un poco a la dirigencia. Lamentablemente, muchas veces es a costa de perder cosas del club, de que no tenga buenas instalaciones y no sea la potencia que debería ser en otras actividades al margen del fútbol.
�¿Cuál será el desenlace para el gerenciamiento que impulsan los máximos dirigentes de River?
�Tengo gran fe en que ese proyecto se puede frenar. Es una mentira con pies de barro. Tiene cinco mil defectos, inclusive, el contralor de la empresa. Yo no sé quién es Hicks... El gerenciamiento es el negocio de ellos, piensan para sus bolsillos y no para el club. En River no creo que lo vayan a votar como en Quilmes.
�¿Las sistemáticas crisis de las instituciones generaron una corriente de opinión favorable al gerenciamiento, del mismo modo que ocurrió con las empresas del Estado antes de ser privatizadas?
�Sí, es exacto. Conozco muchos clubes gerenciados y quebrados. En la Argentina hubo emprendimientos de este tipo, a los que les ha ido muy mal. El Atlético Madrid es privado, se fue al descenso y está en quiebra. Se crea una conciencia general de que la situación es mala, se impone en la sociedad la necesidad de revertirla y se elige al gerenciamiento para ese fin. En su momento fue cotizar a los jugadores en bolsa o hacer fondos comunes de inversión.
�¿Cuál es la salida que supere a esas fórmulas?
�Si son ineptos para mover económicamente al fútbol, ¿por qué son aptos para hacer un contrato de gerenciamiento? Clubes como River o Boca, ¿no tienen personas con materia gris para saber cómo se vende una camiseta o si conviene o no un contrato? Además hay un problema filosófico. No se trata de una cuestión de precios. ¿Cuál es el objetivo de un club? Que los socios tengan bienestar, obras, y no lucro. Si son ineptos para buscar esos objetivos, tienen que renunciar, no gerenciar.
�¿Qué dice el estatuto de River con respecto a una operación de ese tipo?
�River puede tener un contrato de arrendamiento o cesión de cosas. Pero para materializarlo en una negociación directa sólo deben hacerse contratos menores a dos años. Para un lapso mayor, la reglamentación exige que el proyecto sea evaluado en una licitación pública. Hicks subía cada vez más las cifras que ofrecía, lo que significa que la primera que pensaba pagar ya era negativa para el club. Pero no es un problema de precio. Sí de saber que el gerenciador le sacó una foto a los ingresos de River: 23 millones de dólares. Y entrega esa suma. O sea, el negocio del club es cero. Y además, en los mejores contratos que obtenga, será socio de River al 50 por ciento. Eso es perverso, porque se reniega de la facultad de negociar y se comisiona a la empresa para que comercie el cincuenta por ciento de la plusvalía. Es un disparate económico. Y además, el compromiso es por diez años, que es un disparate.
�¿Se imagina a River y Boca gerenciados por una misma corporación extranjera, como ocurre con algunos clubes brasileños?
�Es un descontrol para el fútbol profesional que empresas privadas empiecen a manejar clubes cuando nosotros no podemos controlar quiénes son los dueños. ¿Qué diría el hincha si Macri es presidente de River y Davicce es presidente de Boca? ¿A quién le gustaría?
�En el ambiente del fútbol han circulado dos versiones. Una dice que Davicce es propietario de un porcentaje en el pase de Martín Palermo y la otra que Macri tendría una parte correspondiente a los derechos económicos de Juan Pablo Angel.
�Si el vicepresidente de River fuera en verdad dueño de una parte del pase de Palermo y el hecho no resultara vergonzante, podría decirlo. Pero es vergonzante para el hincha si tuviera jugadores de Boca. Con todo respeto por el hincha de ese club, yo no me pongo la camiseta de Boca ni en un picado. Y entiendo que el hincha de Boca no se ponga la de River.
�¿Qué piensa del papel que han cumplido los intermediarios, sobre todo Gustavo Mascardi, durante la gestión oficialista en River de los últimos diez años?
�Calcule que un intermediario se haya llevado de River solamente el 10 por ciento de las transferencias. El club ha movido el mercado por más de 150 millones de dólares en los últimos años. Son unos 15 millones que se han llevado los empresarios por levantar el teléfono. Y estamos hablando de plata blanca. No hablemos de la negra.
�¿Qué otro tema le genera preocupación dentro de la actividad económica de River?
�Hay un tercer punto, que es más difícil de probar. El costo de las divisiones inferiores es cero, contablemente y el valor de venta de susfutbolistas, por lo tanto, es pura ganancia. Pero los jugadores del semillero de River no son del club, son de intermediarios y de directivos.
�¿De directivos?
�O de terceras personas, de testaferros. Sí, no hay duda. Nuestra agrupación tuvo una reunión con Pintado hace más de un año en la que dijo estar investigando el tema, aunque nunca se conoció si hubo una solución.
�Por último, ¿le parece casualidad que varios clubes hayan quedado sumidos en una situación económica catastrófica en el mismo momento en que se trata de imponer la salida del gerenciamiento?
�Mire, yo siempre digo que si a usted se le cae una maceta por primera vez, es casualidad. Si pasa el segundo día por debajo del balcón y se le vuelve a caer una maceta, es coincidencia. Pero que si se le cae por tercera vez, debe empezar a estudiar la maceta. El problema del fútbol argentino, en realidad, no parece casual, ni siquiera es una coincidencia que el mal manejo del fútbol haya sido catastrófico para todos al mismo tiempo.
(Maceta, en italiano, significa retorno).
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