Por Alejandra Dandan
 El escenario quedó montado en una esquina de la plaza Congreso. Desde ahí en voz bien fuerte, un viejo indio soltó: �Mi abuelo me enseñó que gracias a la civilización nosotros ya no éramos indios, y también que ya no éramos salvajes�. Por un momento las centenares de personas reunidas ayer frente al Congreso se preguntaban junto con aquel kolla quiénes habían sido los salvajes cuando 508 años atrás Occidente entraba por primera vez al continente. El viejo kolla fue parte de la veintena de agrupaciones indígenas que repudiaron ayer el festejo del Día de la Raza. La manifestación y la marcha que atravesó algunas calles del centro no fueron sólo un acto de repudio a la conquista del hombre blanco. Fue un ante todo escenario desde donde las comunidades indígenas volvieron a denunciar en plena urbe la sobrevivencia de la conquista como lógica permanente de un �sistema de egoísmo, desprecio y opresión�.
Esa lógica denunciada fue acaso la causa por la que Verónica se acercó de a poco hasta el centro de la plaza. Es una de las legendarias homeless del barrio. Despacio, buscó abrirse paso entre la gente. La Vero, como la llaman, está acostumbrada a que su plaza se llene de banderas. De tanto habitarla, sabe ahora que puede mechar su propio enojo de mujer sin techo entre los aborígenes. �Nosotros estamos descontrolados �advierte� porque vivimos en un mundo de locura: pero los de los departamentos no nos entienden, ¿ha visto? porque ellos viven en su señorío y nos discriminan.�
Por eso hay espacio para la mujer esta tarde, donde la plaza ha sido capturada por algunas de los miembros de las 18 comunidades indígenas que sobreviven aún en el país. No hacen sólo un reclamo cultural. �Si vamos a seguir creyendo en los que prometen el oro y el moro, como se dice, vamos a seguir refundiéndonos�, batalla desde el tablado uno de los dirigentes kollas. �Hace 508 años �dicen� América se manchó de barbarie, egoísmo, desprecio. La llegada de los hermanos blancos no fue un encuentro de culturas sino el genocidio más grande la humanidad.�
Hace poco más de veinte años que el movimiento indigenista repite un acto de repudio que se replica el 12 de octubre en todo el país. �En el �78 empezamos �cuenta Mario Barrio�, éramos cinco gatos locos encañonados por los milicos�. Por aquel entonces, había pasado por el país la comisión de la ONU �y se había aflojado un poco la mano, por eso salimos y no paramos más, aunque la verdad �aclara� acá parece que no existimos�. Para Don Barrio el problema es de conciencia. �Fíjese Cuba -propone� un paisito más chico que Tucumán y es una potencia. ¿Nosotros que tenemos tanto, por qué nos siguen jodiendo?� A la pregunta, le suma su respuesta:
�Acá la conquista no se terminó, se repite y se repite.
De eso hablan ahora sobre el escenario. Uno de los indios más jóvenes acaba de acordarse de sus abuelos. �Lo que han sufrido nuestros abuelos lo seguimos sufriendo ahora mismo en las villas, lo sufrimos como país con la tala de árboles.� Y se sufre en el sur, por eso Ignacio Prafil de la comunidad de Neuquén reclama por las antiguas tierras mapuches ahora en manos de la empresa Benetton. �Ellos tienen 1500 hectáreas y nosotros que hemos perdido 31 millones, pedimos aunque sea la coadministración de una parte.�
Prafil es el Werken de la comunidad Anekon. El Werken oficia entre su gente como vocero. Su reclamo es parte de los que han llegado hoy hasta la plaza. Las organizaciones han pedido al gobierno nacional la derogación del Decreto 7112 del 11 de octubre del �17 que declara Fiesta Nacional al Día de la Raza. �Porque es de carácter discriminatorio �dijeron�, pues privilegia la raza española sobre la única existente: la humana.� Además exigieron el reconocimiento del Año Nuevo indígena sobre el ciclo solar y la �restitución de todos los territorios demandados a lo largo del país�.
| Los tres tigrecitos tranquilos
Tres cachorros de tigres blancos fueron presentados ayer en sociedad en el Zoológico porteño, donde nacieron el 28 de agosto. El macho y las dos hembras se pasearon ante los visitantes y cámaras fotográficas junto a Betty, la madre de 6 años. Los cachorritos son hijos de Betty y Conde, que desde hace algunos años habitan en el Zoo de Palermo, uno de los pocos que tienen esta especie de tigre real de Bengala, y el único de Sudamérica que logró una reproducción de tigres blancos. Margarita Mas, jefa del servicio veterinario del paseo, informó que �cuando los cachorros lleguen a una edad en que se alimenten solos y luego de que la madre sea nuevamente juntada con Conde, podrían ser derivados a otros zoológicos�. Las crías anteriores fueron llevadas a China. |
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