EL EX POLICIA JUAN CARLOS URQUIZA CONFESO EN LA PLATA |
�Metían los cadáveres, echaban gasoil y los quemaban�, manifestó el ex policía Juan Carlos Urquiza, quien admitió que durante la dictadura se incineraban cuerpos en fosas de centros clandestinos de detención. En su declaración ante la Cámara Federal de La Plata, en el juicio que investiga el destino de más de dos mil desaparecidos, Urquiza señaló a quien fuera director de investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz. �Estaba en todo lo que se hacía�, aseguró. El ex policía mencionó como lugares de incineración de cuerpos el centro clandestino de Arana, la Escuela de Suboficiales de la Gendarmería Nacional, la Brigada de Investigaciones de San Justo y el actual Regimiento de Infantería 7 de La Plata que se conoció como �Pozo de Arana�, entre otros. Urquiza explicó que conoció distintos campos porque se desempeñó como chofer de Etchecolatz y recorría esos lugares acompañando al ex segundo jefe de la Bonaerense. Durante la audiencia, el tribunal le exhibió al testigo un plano del centro clandestino de Arana y el ex policía ubicó el lugar de incineración en los fondos del terreno que ocupa la dependencia. Varios ex detenidos habían asegurado que en ese lugar se quemaban cadáveres, pero fue la primera vez en este juicio que un integrante de las fuerzas de seguridad lo reconoció. Hace 20 días la Cámara Federal platense dispuso que no se tocaran los terrenos adyacentes a ese destacamento de Arana e instruyó a peritos de antropología forense para que investigaran. Según Urquiza, �todo el mundo en Arana� sabía que se quemaban cadáveres, y contó que los propietarios de un almacén lindero a la seccional policial �también estaban al tanto de estos hechos�. El ex chofer de Etchecolatz y hoy dueño de una peluquería describió que en ese centro clandestino �todos los detenidos estaban encapuchados� y que �el funcionamiento de la represión en ese lugar estaba a cargo de agentes de la SIDE, militares y policías, siempre vestidos de civil�. Urquiza contó que en una oportunidad los represores tomaron a cuatro jóvenes (tres varones y una mujer) y los doparon. �El que aplicó las inyecciones fue el médico Jorge Bergés; cuando los jóvenes quedaron dormidos los vistieron con uniformes militares del Regimiento 7, subieron a un Ford Falcon y a las dos de la mañana los llevaron a la torre de transmisión de Radio Universidad, simulando un enfrentamiento�.
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