Por S.G. Desde Jerusalén Era casi el mediodía y los jóvenes estaban empujándose con los policías antimotines israelíes que bloqueaban los portones de la mezquita de Haram al-Sharif en Jerusalén. En el enredo de senderos alrededor de la mezquita, miles de policías antimotines israelíes estaban desplegados en el mayor despliegue de fuerza desde que comenzó la violencia. Solamente se permitió el acceso de hombres y mujeres de mediana edad para las plegarias del atardecer, y la multitud estaba rabiosa de frustración. Al otro lado de la Ciudad Vieja, mientras tanto, el lugar más sagrado del judaísmo estaba casi desierto. No obstante la cercanía del festival de Sucot, pocos fieles se atrevían a visitar el Muro de los Lamentos. �Esta es la más ultrajante humillación, que me impidan entrar a rezar�, exclamó Mazen Sublaba, de 25 años. Afortunadamente, la masiva presencia policial rompió el patrón de los viernes anteriores, cuando los jóvenes emergían de las mezquitas arrojando piedras y bombas molotov. En la Puerta de Damasco, una de las principales entradas a la Ciudad Vieja, la policía montada observaba a las multitudes antes de forzarlos a retroceder con gases lacrimógenos. Algunos se mantuvieron firmes en su posición. �Saddam, Saddam, el conquistador. Vuelve a bombardear Tel Aviv. Si quieres que nos pongamos el uniforme de comando, estamos listos�, clamaban. Después de que Yasser Arafat liberara a 350 militantes de las cárceles palestinas, incluyendo al principal terrorista del movimiento Hamas, ése es precisamente el temor que atraviesa Israel. Ayer había intensos dispositivos de seguridad en torno a shoppings y otros lugares públicos, y el ejército advirtió sobre posibles ataques terroristas. �Tienen la luz verde para cometer atentados�, informó el mayor Yarden Vatikay, un portavoz militar israelí. �Estas no son personas que planean ataques esporádicos. Son personas que planean demoler edificios, atacar ómnibus y matar a mujeres y niños.� Las calles estaban inusualmente calladas, inclusive para la víspera del sabbath judío. Veinte horas después de que todo Israel mirara y se horrorizara por las imágenes televisadas del linchamiento de tres de sus soldados, parece formarse un consenso de que la paz ha muerto, y que la izquierda israelí fue estúpida al siquiera contemplar negociar con los palestinos. �La división psicológica y cultural se extendió ayer en un abismo profundo y quizá definitivo. El pueblo palestino se está movilizando para una guerra de la independencia, y la opinión pública israelí está unida, por lo menos ahora, detrás de librar una batalla por la sobrevivencia�, afirmó el diario Ma�ariv. En Petah Tikva, el pueblo natal de uno de los soldados muertos, la gente era aun menos misericordiosa. �Esto no es un proceso de paz. Nos enfrentamos a un proyecto palestino para destruirnos y expulsarnos del Mediterráneo�, aseguró el doctor Yehuda Finkelstein. En Ramalá, ningún palestino expresaba contrición por la muerte de los soldados. Su furia se centraba en el despliegue de la maquinaria militar israelí. �Esto ya no es una intifada. Es una guerra�, explica Yusuf Ali, dueño de un café que sirve de lugar de descanso para los jóvenes palestinos después de tirar piedras. Un poco más allá, la ametralladora de un tanque israelí dirigía su fuego a una pequeña choza donde se ocultaba un francotirador palestino. La barricada que atravesaba el camino estaba ardiendo, como siempre. Ali concluyó que �sin importar qué suceda, tarde o temprano, aun si toma 100 años, Jerusalén volverá a ser de todo el pueblo musulmán, no sólo de los palestinos. Y esto es sólo el comienzo�, concluyó Ali.
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