Por Carlos Rodríguez
El juez federal Gabriel Cavallo resolvía anoche la situación procesal de una veintena de policías involucrados en la causa por la escandalosa fuga de tres detenidos que estaban alojados en el Departamento Central de la Policía Federal, ocurrida el domingo 17 de setiembre. Todo hacía presumir que por lo menos la mitad de los imputados quedarán procesados por facilitación de fuga y por encubrimiento. Los más comprometidos son el ex superintendente de Seguridad Metropolitana, comisario Roberto Galvarino, y el ex titular de la comisaría sexta, comisario Gustavo Carca. En situación similar están otros cinco ex integrantes de la misma seccional y varios policías que cumplían funciones en la Alcaidía el día en que se produjo el escape de los paraguayos Luis Rojas y Fidencio Vega Barrios, acusados de participar en el homicidio del vicepresidente Luis María Argaña, y Daniel �Tractorcito� Cabrera, miembro de la banda de Luis �El Gordo� Valor.
Fuentes del juzgado de Cavallo informaron que cerca de la medianoche el magistrado se encontraba ultimando los detalles de la resolución en base a la evaluación de las responsabilidades de cada uno de los imputados en la causa, incluyendo los altos jefes de la Federal que fueron desplazados de sus cargos o que renunciaron al mismo, como es el caso de Galvarino, por estar salpicados por la escandalosa evasión. El juez Cavallo investigó las cuentas personales de 30 policías federales que podrían haber recibido una millonaria coima para posibilitar un escape que a todas luces contó con la complicidad de un importante número de policías.
El hecho ocurrió en la madrugada del 17 de septiembre, cuando los tres presos se fugaron de la Alcaidía del Departamento Central, situada en Moreno y Virrey Cevallos, de esta capital. En el mismo lugar se encontraban los únicos tres detenidos por el atentado contra la AMIA, quienes podrían haber seguido el mismo camino, dadas las facilidades con las que contaron. Sin embargo, los policías Diego Barreda, Mario Bareiro y Bautista Huici no se plegaron al escape y el primero de ellos fue una pieza fundamental para orientar la investigación.
Barreda declaró ante el juez Cavallo que de la Alcaidía �era muy fácil escaparse�, a punto tal que lo única que se necesitaba era �tener un auto esperando en la puerta�. El preso Barreda llegó a decir, incluso, que en su primera declaración había mentido porque recibió �presiones� de parte de algunos jefes de la Policía Federal. En la Alcaidía, los presos que se fugaron tenían facilidades para comunicarse con el exterior, ya que el día del escape contaron con teléfonos celulares y hasta un handy que les permitió interceptar la frecuencia policial.
Los primeros policías detenidos por su presunta participación en la facilitación de la fuga fueron el sargento Sofío Godoy y la auxiliar Violeta Locatelli, quienes eran las dos personas que el domingo 17 estaban de guardia y en contacto con los presos que se fugaron. Ellos fueron los que dejaron abierta la principal puerta de rejas. Godoy, según la primera versión dada al juez Cavallo por la propia policía, había sufrido graves heridas que obligaron a su internación, por 48 horas, en una sala de terapia intensiva del Hospital Churruca.
Sin embargo, el oficial principal Leonardo Palmieri aseguró ante el juez Cavallo que Godoy �nunca estuvo mal� de salud, información que fue confirmada por los médicos que lo asistieron. Con esa declaración quedó demostrado que el entonces jefe de la sexta, comisario Gustavo Carca, le había mentido groseramente al magistrado. Cavallo concluyó que Godoy había estado virtualmente secuestrado para demorar su testimonio y para evitar que se supiera que solo había sufrido lesiones leves que, se sospecha, no habrían ocurrido durante la fuga.
Otros detenidos desde el comienzo fueron los comisarios Julio Díaz, ex director de Operaciones, y Néstor Mola, jefe del Departamento de Orden Público. También cayeron en la volteada otros cinco miembros de la comisaría sexta, los subcomisarios José Mur y Ricardo Orsi, el inspector Darío Montaña, y los principales Adalberto Rosa y Pedro de Rui. Y otrosguardias de la Alcaidía como el oficial ayudante Roberto Jesús Barbosa Stegman y el agente Agustín Cristian Garballo, quienes no vieron como escapaban los presos por la amplia puerta de Moreno 1550.
Todo hacía suponer que Cavallo iba a dictar el procesamiento de la mayoría de los nombrados, con los comisarios Galvarino y Carca a la cabeza, por contar con pruebas contundentes de su participación activa en el relajamiento de la seguridad para posibilitar la fuga. De la investigación surgió que en la Alcaidía los guardias y los presos mantenían una relación de insólita familiaridad que los llevaba a comer juntos, jugar a las cartas e incluso permitir salidas transitorias. Mientras el tema de las coimas llega a su punto culminantes, los tres evadidos siguen sin aparecer.
DETIENEN A VIOLADOR NORTEAMERICANO
El amigo americano
El norteamericano Greg Munson, de 36 años, fue detenido en Buenos Aires acusado de cometer varias violaciones de las que fueron víctimas jovencitas atraídas por avisos clasificados en los que se les ofrecía trabajo como noteras o promotoras en distintos medios de prensa. Después de la detención, se comprobó que Munson estaba prófugo por otra denuncia en el país y ya tenía una condena en los Estados Unidos por la violación de una menor de 14 años. También está sospechado de haber cometido otros 15 hechos similares en su país, en Costa Rica y en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra.
Munson citaba a sus víctimas en supuestas oficinas que funcionaban en la zona de Puerto Madero, en el Hotel Panamericano, en el Hard Rock Café y en un hotel de Avenida de Mayo al 800. El violador se hacía pasar por empresario y para impresionar a sus interlocutoras decía ser campeón mundial de surf. Su perversa personalidad fue denunciada ante personal de la comisaría 4ª de la Capital Federal por una jovencita que pudo escapar antes que se consumara la violación, llegando a la sede policial con las ropas desgarradas y lesiones en distintos lugares del cuerpo.
El violador, de buen físico, opuso resistencia en el momento de la detención y los policías lograron su propósito luego de un violento forcejeo. El Consulado de los Estados Unidos fue notificado y a su vez notificó a la Policía Federal de los antecedentes de Munson. Interpol avisó que ya había sido condenado en su país por la violación de una chica de 14 años. Está sospechado de participar en otros 15 hechos en los Estados Unidos, algunos ocurridos en el Central Park de Nueva York, en otros 10 casos que se produjeron en Costa Rica, y otros tantos en Bolivia. En el caso se dio intervención al juez Jorge Rimondi.
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