Por
F.C.
El proyecto de reforma política había encajado en la
estrategia de relanzamiento que algunos colaboradores del
presidente Fernando de la Rúa habían imaginado para este
momento de su alicaída gestión. Estaba prevista una presentación
a todo trapo en un teatro céntrico, en el que el Gobierno pudiera
mostrarse a pleno, junto a los principales dirigentes de la oposición
y hasta personalidades de la cultura. En dos días se presentó
el nuevo gabinete, renunció el vicepresidente y la reforma pese
al consenso que tenía pasó a cuarteles de invierno.
Hoy, en el Ministerio del Interior se devanan los sesos pare encontrar
el resquicio que les permita reflotar la iniciativa que establece mayor
transparencia al financiamiento de los partidos y que, esperan, se pondrá
en práctica en la próxima elección. Federico Storani
lo planteará mañana en la reunión que mantendrá
con los negociadores del Frepaso que irán a la Rosada. A los amigos
de Chacho Alvarez los entusiasma la iniciativa, pero todavía se
muestran reacios a hacer actos junto al Presidente.
Los memoriosos todavía se acuerdan de aquel miércoles de
hace apenas un par de semanas que parecen siglos. En la Rosada volvía
la calma luego de las gestiones exitosas que permitieron el levantamiento
de la huelga de los camioneros. De la Rúa y Alvarez se reunieron
con Storani y el subsecretario del Interior, César Martucci, para
ponerle el moño al proyecto en el que venían trabajando
desde hacía meses. La idea que prevalecía era que el lanzamiento
de la reforma caería bien en la gente luego del bochorno de las
coimas en el Senado.
Storani y Martucci se regodearon presentando sus diagramas y recuadros
explicativos en sistema Power Point. Por ahí pasaron también
los todavía ministros Nicolás Gallo y Ricardo Gil Lavedra.
Todos contentos porque se le pondría un plazo fijo a las campañas
(90 días para los actos y 30 días para las publicidades
en medios), se transparentaría y se le pondría un límite
a los gastos proselitistas (un peso por elector), y se convertiría
en obligatoria la realización de internas abiertas para elegir
a los candidatos.
Cerca de la medianoche de ese día, los ministros se desayunaban
con el cambio de gabinete que el jueves anunció el Presidente.
Por ejemplo, Gallo y Gil Lavedra ya no formaban parte del Gobierno. El
viernes, Alvarez presentó su renuncia porque entendió que
las modificaciones no castigaban a los sospechados en el escándalo
del Senado sino todo lo contrario. Así y todo, en Interior imaginaron
que el lanzamiento podía seguir adelante. Al fin y al cabo, es
un proyecto que marchaba en la dirección que reclamaba Chacho.
Pero las repetidas declaraciones del ex vice reclamando nuevas renuncias
mandó todo al freezer.
Ahora en Interior tratan de colar el proyecto en cualquier encuentro que
los reúna con la gente del Frepaso. La verdad es que ya ni
sabemos cuándo se va a presentar, si es que se presenta,
explicaba ayer una fuente del ministerio. Lo curioso es que hubo gente
de Alvarez trabajando en el proyecto y en otros similares. Entran en lo
que en el Frepaso denominan la nueva política, en desmedro
de la vieja que se financia con mecanismos non sanctos.
El proyecto nos interesa mucho, pero lo del acto no lo vemos,
explicaban ayer cerca del ex vice. Es que Alvarez está jugado a
mantener un delicado equilibrio con el Ejecutivo: mantener a la Alianza
en funcionamiento y guardar distancia de De la Rúa. Por eso, viene
gambeteando la cumbre en Olivos (ver aparte) y la puesta en marcha de
la mesa coordinadora de la coalición que le viene ofreciendo Raúl
Alfonsín. Mañana, cuando se encuentre con los delegados
del Frepaso en Gobierno, Storani los tratará de convencer de hacer
una excepción.
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