Por
Eduardo Tagliaferro
Desde Mar del Plata
El gobernador del Chaco, Angel Rozas, uno de los pocos radicales que
la semana pasada intermedió entre Carlos Alvarez y Raúl
Alfonsín, reconoció en un reportaje a Página/12,
luego de la última cumbre de la Unión Industrial realizada
en Mar del Plata, que el crecimiento económico y el propio éxito
del gobierno de Fernando de la Rúa dependen de la correcta solución
de la crisis política de la Alianza. No puede un hombre como
De Santibañes frenar la voluntad aliancista, dice.
¿Cómo evalúa la actual crisis que atraviesa
la Alianza y por ende el Gobierno?
Soy optimista, porque creo sinceramente que quienes integramos la
Alianza, quienes la hicimos posible, no tenemos otro destino ni otra opción
que fortificarla. Debemos ayudar al gobierno de Fernando de la Rúa
para que le vaya bien y, cuando digo que le vaya bien, significa que podamos
cumplir con las promesas preelectorales. Creo que la Alianza va a superar
su problema político, vamos hacia un relanzamiento de la coalición.
Sin que esto signifique desautorizar la figura presidencial.
¿En qué consistiría ese relanzamiento de la
Alianza?
Yo digo que, superados algunos planteos del Frepaso, debemos ampliar
la base política de sustentación del gobierno nacional.
Se busca darle un fuerte apoyo al presidente De la Rúa, porque
los cambios que hay que hacer no son fáciles y no son posibles
sin una fuerte vocación política.
¿Hay una brecha entre las opiniones de los partidos de la
Alianza y las decisiones que toma el Gobierno?
En el año 95 junto a Chacho Alvarez formé la
primera experiencia aliancista en la Argentina. Desde esa época
estoy gobernando en alianza con el Frepaso, sin inconvenientes profundos.
Mi pequeña experiencia dice que para que funcione una alianza con
un partido como la Unión Cívica Radical, que no ha tenido
en su historia una cultura aliancista, tiene que haber mucha comprensión
y una alta tolerancia. Si los dirigentes de la Alianza, fundamentalmente
los hombres de mi partido, no ponen su esfuerzo en comprender y tolerar
a nuestros aliados, no hay Alianza posible. Yo sé que la gente
común dice que se dejen de discutir y se ocupen de solucionar los
problemas. Comprendo la ansiedad del pueblo, del hombre común,
pero respetuosamente quiero decir que para resolver los problemas económicos
en este país, la Alianza debe resolver su problema político.
No hay posibilidad de crecimiento económico, sin resolución
del problema político y esto lo sabe Chacho, lo sabe Alfonsín,
lo sabe De la Rúa y todos aquellos que somos aliancistas de verdad.
Todos los que pensamos en esta alianza no solamente para vencer al menemismo,
sino como un instrumento de cambio real en la Argentina.
¿Están lejos de dar respuesta a los cuestionamientos
que realizó el Frepaso?
Los interrogantes que Chacho me ha planteado son de público
conocimiento. Entre ellos, cuestionó la permanencia de Fernando
de Santibañes en el gobierno y algunos aspectos de la política
económica. No puede un hombre como De Santibañes frenar
la voluntad aliancista que todos nosotros tenemos. Reconozco que hoy se
ha convertido en un problema político, pero que se vaya o no se
vaya es una decisión del Presidente. Depende de su voluntad. El
mismo De Santibañes tendría que evaluar si lo está
ayudando a su amigo el Presidente o no y, partir de ahí, con madurez,
tendría que tomar una decisión final.
¿Por qué motivos cree que el Presidente no resuelve
el problema político que significa De Santibañes,
como usted lo caracterizó? Mucha gente considera que cuando
uno produce cambios que son pedidos por la opinión pública
se desautoriza la función del gobernante. Creo que es totalmente
al revés. Si en el Chaco hago un cambio que la opinión pública
me pide, me consolido como un intérprete del verdadero clamor popular.
No sé si en la cabeza de algunos amigos del Gobierno no estará
rondando esta idea. Si así fuera, se equivocan.
¿Es probable que De la Rúa concrete algún pacto
político con el ex presidente Carlos Menem?
No veo ninguna posibilidad de acuerdo con el menemismo. Si lo hubiere,
sería la muerte de la Alianza. Muchos de nosotros no aceptaríamos
este criterio de coalición. Llegamos al gobierno diciéndole
al pueblo argentino que éramos la antítesis del pensamiento
menemista. No podemos, en función de gobierno, traicionar al pueblo
haciendo un acuerdo con Menem.
Luego de la renuncia de Chacho Alvarez, no sólo se disparó
la crisis de la Alianza, sino que también se modificaron los agrupamientos
dentro del peronismo. Alvarez habló de una transversalidad;
usted, de ampliar la base social. ¿Cómo puede
la Alianza interpretar este todavía embrionario fenómeno
de nuevas identificaciones políticas?
Cuando hablo de agrandar la Alianza, nunca descarto la participación
de peronistas. Lo que digo es que los responsables de la corrupción
de ayer no pueden ser nuestros socios actuales; esto sí lo tengo
claro. No todos los peronistas están comprometidos con la corrupción
de los últimos diez años. Por eso no me parece extraño
hablar de una transversalidad. Repito, no con las figuras que nos llevaron
a este caos.
¿Qué gestos tendría que realizar la Alianza
y el Gobierno para que el escándalo del Senado no quede sin esclarecer?
Lo peor que le podría pasar a la Alianza es que queden sospechas
sobre los probables sobornos en el Senado. Si el tema quedara archivado,
tal vez alguno se incline a pensar, bueno terminamos exitosamente este
problema. Creo que éste no es el pensamiento de Fernando de la
Rúa, porque comprende que cualquier sombra sobre este tema va a
ser una pesada herencia para la Alianza.
¿Qué opinión le merece el probable abandono
del bloque aliancista en Diputados, de su coprovinciana Elisa Carrió?
Me encontré ocasionalmente con ella y me dijo que finalmente
no va a participar de un nuevo bloque. Si su ida llegara a concretarse,
lo lamento mucho, ya que es una diputada muy capaz e inteligente, más
allá de que no comparta muchos de sus procedimientos. Los objetivos
finales que ella enarbola los comparto plenamente. Yo le pediría
que no renuncie a la Alianza.
¿Se conformará el comité nacional de la Alianza
que propuso Alfonsín?
Nadie dijo que la iniciativa de Alfonsín no debía
ser tenida en cuenta. Hasta el propio Presidente la ha visto con buenos
ojos. No descarto que en los próximos días se concrete y
que Raúl Alfonsín y Chacho Alvarez son las dos figuras indiscutibles
para conducirlo. Pero ésa es una segunda etapa. Primero hay que
reforzar y relanzar la Alianza.
¿De qué manera los partidos pueden recuperar el protagonismo
que hoy se les reclama?
El mundo político tiene que recuperar el valor de la palabra
empeñada. Los políticos no podemos especular con que se
puede decir cualquier cosa y luego, de la noche a la mañana, incumplirla,
como si nada ocurriera. La política ha vuelto a ser el eje central
de las discusiones y me parece bien. En ningún lugar del mundo
la política es funcional a la economía, sino al revés.
No hay crecimiento económico sin un sustento político fuerte.
¿Qué opinión tiene de la renuncia del vicepresidente
Alvarez y cómo la vivió? Con profundo dolor, porque
yo considero que Chacho es un hombre muy valioso, un innovador permanente,
un creador, un progresista. De lo que yo he conversado con él me
queda en claro que no renunció a la Alianza, lo que dentro de todo
para nosotros es un gran aliciente.
Fue el llamado de atención que necesitaba la Alianza.
A lo mejor la renuncia de Chacho nos lleve por un camino que era
imprescindible. Fortalecer los partidos de la Alianza y ampliar la base
de sustentación con la presencia de representantes y dirigentes
del interior del país. Desde el 97 vengo planteado que hay
que incorporar dirigentes del interior a la Mesa de conducción
de la Alianza para tener una visión global de la Argentina.
¿Al Gobierno le falta esa visión global del país?
No precisamente hay que nacer en el interior para conocer los problemas
del interior.
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